Stay

Un par de boletos

Presente…

Una vez más olvido cuánto tiempo ha pasado. Tan cerca, pero tan lejos. El trabajo nos mantiene ocupados la mayor parte del tiempo. Hay días en que nos llamamos, otros días en que hacemos videollamada, y veces en las que pasamos tiempo con Ricardo. Me cae muy bien, aunque a veces suele ser muy sobreprotector. Incluso me amenazó con arrancarme el corazón y estrujármelo en la cara para hacerme sentir el verdadero dolor si le llego a hacer daño a John. No creo que llegue a esos extremos. Pero más vale prevenir que lamentar.

—¿Te has vuelto a ver con esa persona? —Sophia se volvió hacia mí con una sonrisa traviesa, sabiendo exactamente por qué me reía. Pero no el motivo de la risa.

John me envió una foto suya haciendo muecas en su oficina. Mientras intento averiguar cómo hacer lo mismo, no lo conseguía. Ya le di mil vueltas al asunto, pero cada vez que me hago una foto parezco un borrego con los ojos brotados, como el del meme.

Hasta la fecha nadie sabía quién es esa persona, solo mi madre.

—No —respondí apresuradamente, intentando mantener la compostura. Baje el móvil —Solo estaba pensando en lo ridícula que puede ser la vida a veces.

Para la fecha, David llevaba más de un año de casado con la que suponía era su compañera de piso. Pronto se trasladaría al extranjero por motivos de trabajo —que no eran de nuestra empresa, porque ya no trabaja con nosotros—, como me recordó en su último mensaje hace media hora.

Escribió al grupo que quería vernos a Sophia y a mí el fin de semana y que, por favor, lleváramos ropa cómoda, porque necesitaba ayuda con la mudanza. Podría haberme negado, diciendo que tenía otros planes, pero Sophia vino a la oficina para eso.

Había anexado una postdata: Marc ni se te ocurra escapar. Le dije a Sophia que si pudiera te traiga atado hasta aquí.

Siempre se burlaba de mí porque no podía hacerlo cuando trabajaba para la empresa. Pero ahora ya podía. Descarado. Asentí ante la mirada de Sophia.

Muchas cosas habían cambiado en la empresa. Por supuesto, la competencia entre MatchMingle y HeartConnect sigue existiendo. Pero es lo de siempre.

Sophia también consiguió que alguien entre en su vida. Qué sensación tan agradable. Levantó una ceja, incrédula, pero antes de que pudiera decir nada, la puerta se abrió de golpe y entró mi madre.

—¿Todo bien por aquí? —preguntó con su habitual tono curioso.

Sophia asintió rápidamente, volviendo a centrar su atención en sus tareas. Se disculpo y pidió permiso para retirarse. Después de que ella saliera, mi madre cerró la puerta detrás de ella, a continuación, tomando asiento frente a mi escritorio.

—¿Cómo va eso que te dije?

—El trato está hecho, pronto se dará inicio a la otra frase. ¿Cómo fue tu cita con el médico?

—Tranquila como siempre. Suspendió algunas de mis medicinas, lo que fue un alivio. Estoy harta de ellas.

Me reí mientras firmaba unos papeles.

—A veces olvido lo que es importante en todo esto —la miré—. Paso el papel de madre al no preguntarte cómo estas.

—¿De que estas hablando? —reí nerviosamente. —Lo has hecho bien hasta ahora. Siéntete orgullosa de eso.

—¿Tienes algún plan para más tarde?

—No que yo sepa. ¿Quieres hacer algo al respecto?

Estaba claro que tenía algo en mente, y sus ojos pequeños lo decían todo. Levanté las cejas y le pregunté con la mirada: «¿Dimelo?».

—Hoy es la fiesta, ¿verdad?

—Tengo entendido que sí. Pero sabes que no puedo ir ahí. ¿Por qué lo preguntas ahora?

—Lo sé. ¿Qué tal si vamos de compras? ¿Recuerdas cuando dije que necesitaba algo nuevo para mi dormitorio?

No respondió a mi pregunta.

—¿Quieres ir de compras?

—Algo así.

Me detuve un momento en lo que estaba haciendo.

—Dime lo que estás pensando.

—Quiero que tomes un poco de aire fresco, eso es todo.

—¿Cuándo te has preocupado por eso?

—Confía en mí. Además, me lo recomendó el médico y también quiero aplicarlo contigo. Así no me aburro sola.

No vamos a ninguna parte.

—Oh… Me estás haciendo sospechar.

—¿Lo quieres o no?

—Si te tranquiliza, te creeré.

—Genial. Una cosa más: vístete bien.

—¿Por?

—No te he dicho que no cuestiones a tu madre —aclaró.

—¡Vale, vale! Entonces saldré media hora antes. No me metas prisa, porque estos papeles tienen que estar firmados al final del día. ¡Okay!




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