A través de la oscuridad aprendí a caminar. A través de la rejillas observaba los días y las noches pasar. La pequeña ventana era mi único recordatorio de que podría volver a vivir.
Él mundo seguía andando, pero yo no podía estar con ella. Dos años encerrado una jaula de oro, así es, lo tenía todo menos a ella. La persona que me daba vida. A lo largo de estos años he escrito muchas cartas, una cada día, esperando su respuesta, sin embargo siempre obtenía un «no» por parte de Jimin.
—Aceptalo, se fue.
Incluso en estas grises paredes llegaba la noticia de que Jordan y Hailey ahora estaban saliendo. ¿Cómo pudo ser posible? Ella estaba consciente de que mi detención era injusta y aún así lo hizo. Sin embargo escribirle cartas era lo único que me mantenía con fuerza dentro de prisión.
—¡Arriba campeón, hora de la comida! —gritó Jimin. Él era un increíble amigo, detenido por ser supuesto cómplice de un secuestro. Pude conocerlo a la perfección para saber que es una buena persona imposible de herir a alguien. También era lo más cercano a mi compañero de celda. Su dormitorio estaba a un lado.
Mi padre enviaba dinero mensualmente y se encargaba de que mi estancia en prisión fuera «no tan mala». Tenía todo, comida, seguridad, videojuegos, pero ni una sola respuesta de Hailey.
—¿Ha respondido Hailey mi carta hoy?
—Hermano, ¿por qué no dejas ese tema por la paz? —respondió Jimin cabizbajo.
—Necesito una respuesta.
Él ignoró mis palabras.
—¿Por qué no te levantas? Hoy cocinaron tu plato favorito.
—Sólo pásame mi cajetilla de cigarros.
Dos años encerrado viendo las mismas paredes era tan aburrido. Sin embargo dentro de toda la mierda había un pequeño faro iluminando mi sendero.
—Stone, tienes visita.
Corrí a abrazar a Jean. Era el día de su visita mensual y necesitaba disfrutar de este momento.
—Te extrañé, cara de aborto.
Había crecido tanto en tan solo dos años. Tenía que conformarme con verlo crecer detrás de las rejas mientras mes tras mes me contaba cómo estaba el mundo afuera. Jean era algo así como mi antena hacia el mundo.
—Papá te mandó algo -habló mientras apoyaba en mis manos una pequeña mochila roja. La abrí y revisé su interior, sin embargo, no me emocionaba en absoluto.
—Más videojuegos, genial. Papá piensa que aún tengo tu edad —dije sarcástico.
Tomé lo único rescatable de la mochila, una botella de vodka y comencé a beber.
—¿Qué sabes de ella? —le pregunté a Jean igual de esperanzado que la primera vez.
—Vamos Andy, sabes que está con Jordan, no vale la pena. Sé que puedes conseguir a alguien mejor. Tal vez no aquí, pero cuando salgas seguirás siendo el increíble Andrew Stone.
—Y cómplice de una banda de mafiosos, no lo olvides.
—Da igual, saldrás pronto. Iremos por ahí a ligar con chicas.
Mi condena era de 3 años. Estaba a tan solo cinco meses de ser libre y sabía que lo primero que haría sería buscar por cielo, mar y tierra a Hailey Williams y nada ni nadie me detendría esta vez.
Así recibiera mil balas, necesitaba verla y escuchar de su propia voz que ahora amaba a Jordan, de otra manera no podía aceptarlo.
Sería mejor que el mundo se preparara, porque esta vez Andrew Stone no parará.
Editado: 08.11.2018