Capítulo XI

Cuatro meses después de que Ben se fuera y de que Amber estuviera viviendo conmigo, las cosas parecían ir no tan mal. Mi mejor amiga alegraba mis mañanas todos los días y Jordan parecía aceptarlo a pesar de que no se llevaban muy bien.

—¿Qué haremos hoy? —preguntó Amber.

—Dormir, la preparación del nuevo album de Stay In Touch me tiene muerto —respondió Jordan.

—Tú puedes quedarte a dormir y a recapacitar de lo triste que es tu vida, pero Hailey y yo saldremos esta noche.

—¿Salir? ¿A dónde? —dije yo.

—A una fiesta. En Los Ángeles.

No había salido a una fiesta en muchísimo tiempo y honestamente, no quería hacerlo. Regresar a Los Ángeles me traería muchos recuerdos y para ser sincera, las experiencias con la palabra «fiesta» no suelen traer muy buenos recuerdos a mi mente. Sin embargo, nunca puedes decir que no a Amber.

—Así que mejor vete a bañar y busca algo lindo que ponerte —me dijo ella.

—Claro, patrona.

Me dirigí a mi habitación, en la cual también dormía Amber. Al parecer, ella ya tenía elegido su outfit para la noche. Un vestido negro de encaje estaba tendido en la cama.

Cuando salí de bañarme comencé a buscar la ropa que me pondría. Ni siquiera sabía de quién era la fiesta ni donde sería así que, ¿qué debería ponerme?

Horas después, cuando el sol apenas estaba cayendo, Amber me llamó desde el primer piso.

—¡Hailey! ¡Vamos, Devin está aquí!

—Ya voy.

A diferencia de Amber, opté por un jeans oscuros y una blusa guindo aterciopelada con un adorno en el cuello.

—¿En verdad tengo que ir?

—¡Claro! ¡Vamos!

Miré a Jordan para despedirme con la mirada. Estaba en la mesa con su laptop sosteniendo unos audífonos. Él me miró comprensivo y asintió ligeramente la cabeza con una pequeña sonrisa.

—Diviértanse, yo seguiré trabajando en el álbum.

Jordan era tan comprensivo conmigo y al parecer siempre quería lo mejor para mí, cualquier persona lo consideraría el novio perfecto.

Cuatro años antes, de vuelta al tiempo en el que el escándalo de Jordán aún no ocurría y Andrew todavía no entraba a la banda, mi mayor sueño era poder ser algo de Jordan. Mi cuarto estaba lleno de fotografías de él junto a la banda; añoraba su autógrafo; deseaba tanto el día en que tan sólo sus ojos se toparan con los míos, sin embargo, cuando conocí a Andrew mi prototipo de chico ideal cambió por completo.

Salimos de la casa juntas y el auto de Devin ya estaba esperándonos. Amber se subió en el asiento del copiloto y por consecuente, yo en los asientos traseros.

Tenía tanto tiempo sin ver a Devin. Era extraño, él estaba sumergido en una profunda depresión desde la muerte de uno de sus mejores amigos. Intentó suicidarse un mes después de la partida de Andrew mientras conducía ebrio con Ben por las calles más peligrosas de Los Ángeles. Fue todo un escándalo. Sin embargo, Amber permanecía igual que siempre, tan alegre.

—Hola Devin, ¿cómo sigues? —me atreví a preguntar con nerviosismo pues sabía que mientras yo estuviera con Jordan él me odiaría.

Me observó desde el espejo retrovisor.

—Peor que tú, supongo.

Amber golpeó ligeramente su brazo como si de su madre se tratase advirtiéndole que no había sido del todo correcto lo que había dicho.

Algunos segundos después de un silencio​ incómodo volvió a hablar.

—Hailey, honestamente quisiera poder ser como tú. Olvidar rápido.

—No lo he olvidado, Devin. No por nada llevo dos años de terapia con una psiquiatra, no por nada tengo que tomar mis pastillas a diario para no tener alucinaciones ni colapsar. El hecho de que yo no haya intentado suicidarme no significa que estoy feliz ahora.

—Sólo mírate, te estoy llevando a una fiesta ahora mismo.

—¡Estoy acompañando a tu novia!

—¡Chicos! —interrumpió Amber— Basta. Ambos son personas muy importantes en mi vida, dejen de pelear.

Y así transcurrió todo el largo camino hasta que llegamos a Los Ángeles, la ciudad que vio toda mi historia con Andrew Stone y los chicos de Stay In Touch. Eran tantos recuerdos que obviamente no pude evitar pensar en todo lo que viví con Andrew . Finalmente, llegamos a la dichosa fiesta. Apenas viendo el lugar presentía que algo malo iba a pasar.