Parecía ser un gran y lujoso bar desde afuera. Él lugar desprendía luces por doquier, y la música estaba realmente fuerte.
—¿A caso es una broma? —preguntó Devin — No dejaré que entren ahí. Basta ver el lugar desde afuera par saber que dentro solo hay peligro.
Compartía el pensamiento de Devin. El lugar estaba realmente apartado de todo a mitad de un terreno baldío. Bien podría ser el escenario de una película de horror.
—Conozco a la gente que está ahí dentro, de verdad, son buenas personas —se defendió Amber.
¿Qué tipo de amistades había hecho en el tiempo en que estuvimos alejadas? Dudaba que “buenas personas” estuvieran en un lugar así.
La noche estaba helando, al igual que mi sangre.
—Entraré con ustedes —dijo Devin.
—No lo hagas, amor —suplicó Amber.
Sin decir más colocó seguro a su auto y comenzó a caminar hacia el bar. Amber y yo lo seguíamos detrás.
A medida que nos acercábamos la música subía de volumen hasta llegar al punto en que sentía que mis tímpanos reventarían.
—¿De quién es la fiesta? —pregunté una vez que entramos.
El lugar entero olía a alcohol. Los hombres estaban ebrios y las mujeres parecían venderse por unos cuantos dólares. La decoración en sí, no era tampoco muy buena. Las paredes estaban en gris y en el suelo podías encontrar todo tipo de cosas. Había poca iluminación debido a que la mayoría de los candelabros y focos estaban rotos. Parecía la típica casa de un hombre de sesenta años que sólo vive para ver televisión y rascarse el ombligo.
—Olvídalo Amber, no me quedaré.
—Lo siento —respondió entre titubeos—, en realidad no conozco a nadie, sólo me invitaron y ya sabes... Quería salir de ese agujero y descansar de la cara de Jordan por unas horas. Jamás pensé que sería algo así.
Intenté dar un último vistazo al lugar. ¿Por qué invitarían a mi mejor amiga a un lugar así?
Mientras observaba pude reconocer un rostro, uno que parecía familiar así que permanecí observando para intentar recordarlo y no causar malos entendidos, sin embargo, bastaron un par de segundos para recordarlo.
“Hola preciosa, soy Mike, quedate en el auto si aprecias tu vida”.
Intenté acercarme a él. Estaba rodeado de mujeres con poca ropa mientras todos bebían. Podía escuchar como Amber y Devin gritaban mi nombre para que regresara hacia ellos sin embargo, algo me decía que debía ir hacia Mike. Él fue una de las últimas personas con las que Andrew paso sus últimos momentos; mientras escapabamos de la policía a mitad de la nada e incluso, compartían el secreto del asesinato-suicidio de Nathalie. A pesar de todo eso, Mike no asistió a su funeral, no dio condolencias público ni privadas y ni se preocupó por visitar a sus familiares.
Abrí paso entre la multitud como pude hasta llegar a él temiendo que después de dos años, ya no recordara mi rostro.
—Mike —pronuncié pero no me escuchó—. Mike —volví a decir.
Dirigió su mirada hacia mí muy sorprendido. En una mano sostenía una bebida y con la otra abrazaba a una chica con un corto vestido rojo.
—¿Hailey? ¿Qué haces aquí?
—¡Aléjate puta, este es mío! —gritó enojada la chica del vestido para después pegarme una cachetada.
—Mierda, ¿estás bien? Lo siento —escuché a Mike mientras mi mano aun estaba tocando mi mejilla por el dolor.
Él me alejó de eso chica apenado por lo que acababa de pasar.
—¿Qué haces aquí, Hailey?
—Mi amiga Amber me invitó y cuando vimos el lugar estábamos a punto de irnos pero te vi. ¿Por qué no fuiste al funeral de Andrew?
—Tienes que irte —dijo ignorando mi pregunta.
El ambiente comenzaba a ponerse incómodo.
—Vienen por ti —susurró—, todo es una trampa. Debes irte.
—No comprendo —titubeé— ¿quiénes?
Para este punto mis nervios ya estaban de punta. Busqué con la mirada a Amber y a Devin para sentirme un poco más segura, sin embargo ya no estaban en el lugar que los dejé.
Editado: 08.11.2018