Aquí estaba. Una secretaria con un corto vestido negro me llevaba hacia la oficina de mi padre. Entré y lo vi sentado en su escritorio con la vista fija en su computadora, tal como lo recordaba.
—Hace tanto tiempo que no venía a este lugar.
—Lo sé, hijo —se levantó y me dio un abrazo—. Entonces... Tu banda se tomó un descanso.
—No es mi banda, papá.
—Da igual. ¿Por qué quieres cambiar después de tanto tiempo?
—¿Por qué no hacerlo?
Se recargó en su escritorio y me miró de arriba a abajo. Cada aspecto de mí. Desde mis zapatos negros hasta el estilo de mi cabello.
—No estás en Stay In Touch, ¿por qué aún vistes así? Y esos tatuajes... Nunca me agradaron.
—Ya lo sé... —iba a continuar hablando pero la secretaria de antes entró a interrumpir.
—Señor Stone, su hijo quiere verlo, ¿lo paso o le digo que está ocupado?
Una sonrisa enorme y un brillo en mis ojos se apoderaron de mi rostro. Hace tanto tiempo que no veía a Jean. Entró a la oficina con sus audífonos puestos y en cuanto me vio se quedó boquiabierto.
—¿Acaso no vas a abrazarme, cara de aborto? —le dije y él corrió a mí. Sus abrazos me hacían falta, más de un año estuve sin ellos.
—¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estás en Los Ángeles? Es por el descanso de la banda, ¿cierto? Dios, algunas veces olvido que mi hermano es el vocalista de mi banda favorita.
A Jean y a mí siempre nos ha gustado el mismo tipo de música, por lo que en cada banda en la que yo estoy, él se convierte en el fan número uno. Tiene tan sólo dieciséis años y afortunadamente, él si lleva una vida normal.
—¿Y cómo te sientes? —preguntó.
—Incompleto, la verdad.
—Es por esa chica, Hailey Clayton, ¿no? La chica del vídeo de tu pelea con Jordan.
Al parecer mi padre estaba feliz de vernos conversar y lo expresaba con una leve sonrisa en su rostro. Extrañaba tanto a Jean, oír su voz, que a pesar de que ya es más grave, me recuerda a cuando eramos niños y no teníamos de que preocuparnos. Nunca me puse a pensar qué tanto afectaban todos mis escándalos en la vida de mi hermano menor. Supongo que no debe faltar algún idiota que le recuerde todas las cosas que su hermano hace para «llamar la atención».
Mi padre se interpuso en nuestra conversación después de haber permanecido algunos segundos en silencio.
—Andy —me llamó como lo hacía cuando era un niño—, si quieres estar aquí, puedes hacerlo. Puedes trabajar aquí, hijo.
Era la primera vez en mucho tiempo que lo escuchaba llamarme de esa forma.
Editado: 18.11.2018