Durante estos nueve meses en que la banda se tomó el descanso, mi padre había pagado una fuerte cantidad de dinero para que las empresas periodísticas no mandaran a sus periodistas a hacerme entrevistas. Por un tiempo funcionó, pero ahora estoy más que dispuesto a que mi nombre vuelva a aparecer en las noticias.
Caminé por las calles sintiendo el aire fresco golpear mi cabello. Compré una cerveza y de inmediato unos tipos me reconocieron pidiéndome fotos, autógrafos y mi opinión sobre el nuevo Stay In Touch. Les respondí la verdad, la banda era una mierda sin mí. Después llamé a mi amigo Mike, así es, el de las putas, solamente que esta vez no necesitaba chicas falsas que al final terminarían siendo periodistas.
—No, no estoy en Los Ángeles, amigo —le dije a Mike por teléfono—. ¿Bromeas? ¿Quieres que vaya hasta Los Ángeles a esta hora?
—Hay una fiesta, Stone... Y adivina quién está aquí.
—¿Quién? —pregunté sin interés.
—Zach, Low & Deep, Dead Puppets y muchas, muchas otras bandas importantes. Además, está la guapísima de tu exnovia Rae, acompañando a su actual novio, Alfred.
Solté un suspiro mientras escuchaba la voz de mi amigo intentando convencerme, lo cual no estaba logrando en absoluto.
—¿Y yo para qué quiero ver a Alfred?
—Sólo ven, amigo.
Le dije a Mike que lo pensaría, tal vez iría o tal vez no. Manejar a esta hora hasta Los Ángeles no era una idea que me apeteciera mucho.
Había un chico, caminando por la calle, parecía estar algo perdido y sobre todo parecía ser un niño bonito de familia. Estar en este lugar a esta hora podría llegar a ser peligroso para alguien como él. Era como un pequeño cordero entrando en una casa llena de lobos.
—Amigo, por tu seguridad, ve a casa —le dije. Él al principio me miró con desconfianza pero después pareció reconocerme.
—Te conozco. Eres cantante, ¿no?
—Lo soy —respondí algo orgulloso y tomé de mi cerveza. Por lo general los niños bonitos como él no suelen reconocerme a la primera.
—Mira, lo que ocurre es que estoy algo perdido. No soy de aquí, mi novia vino a visitar a un familiar y bueno, yo la acompañé. Me mandaron por medicinas pero no veo ninguna farmacia.
Era raro, pero «novia» era una palabra que hace tiempo que no escuchaba.
—Aquí no hay farmacias, amigo, estás equivocado.
El chico estuvo apunto de darse la vuelta e irse pero había algo en él que me llamaba mucho la atención y lo preocupante era que aún no sabía de qué se trataba. Así que sin darme cuenta mi boca ya estaba abierta.
—Disculpa... ¿Cuál es tu nombre? —le pregunté.
—Oh, soy Jack. Jack Williams —respondió estrechando mi mano para después marcharse.
Editado: 18.11.2018