Inmediatamente, uno de los chicos del supuesto Adrick, disparó de vuelta a Andrew.
Por Dios, acababa de sanar de un disparo como para regresar al hospital por otro. Pensé.
Pero no fue así, sin siquiera saber cómo, logró esquivar en disparo, y se acercó corriendo a mí. Me llevó rápidamente al auto junto con Mike, en donde parecía ser un lugar más seguro.
—Hola, un gusto, soy Mike, quédate en el auto si aprecias tu vida, preciosa —dijo en un intento de presentación amable para después salir de éste y comenzar a ayudar a Andrew a atacar.
¿En qué me he metido?
Comencé a llamar al 911 por miedo. Ya habían varios heridos y Andrew también podría resultarlo, de nuevo. Las balas resonaban por las colinas, era una guerra. Intenté tranquilizarme, y preferí no llamar a emergencias.
Después de varios minutos, regresaron al auto y comenzaron a conducir. En más de la mitad del camino hubo un incómodo silencio. Yo no sabía qué decir después de lo que acababa de presenciar. Andrew conducía a alta velocidad mientras en una mano sostenía un cigarrillo. Mike parecía estar algo avergonzado ya que sólo me veía con pena ciertos minutos.
—Lo siento —habló Andrew después de soltar el humo de su boca.
—Sólo lleváme a casa.
Mi tono de voz era frío aunque yo quisiera fingir que todo estaba bien. Sentía que mi vida corría peligro estando con ellos, lo curioso es que también sin ellos lo hacía.
—No puedo. El combustible se está acabando. Creo que tendremos que pasar la noche entre las colinas —respondió.
—¿Es una broma? Nos encontrarán.
—Preciosa, estás hablando con los reyes del crimen perfecto —intervino Mike vanidosamente.
Eso solamente me hizo sentirme aún más insegura y desconfiar totalmente de ellos. Al parecer Andrew lo notó.
—Cierra la boca, Mike.
El camino trascurrió en silencio de nuevo. ¿Pasar la noche en las colinas? ¿Qué demonios tienen en la cabeza?
Parecía que estaba en un auto con dos desconocidos a punto de asesinarme. Andrew intercambiaba miradas conmigo de vez en cuando por el espejo retrovisor, mientras yo sólo intentaba evadirlas por nerviosismo.
—¿Puedo llamar a mi madre? —pregunté aún nerviosa.
Andrew me pasó su iPhone y me dedicó una mirada compasiva. Marqué el número de mi madre y avisé que «estaba bien». No lo creyó del todo, pero pude convencerla de que no estaba en peligro. Me sorprende mi nivel de mentir.
El coche de detuvo de la nada. Andrew maldijo golpeando al volante con odio.
—Mierda. Nos quedamos sin combustible. ¿Por qué mierda no lo llenaste, Mike? —gritó.
—Lo siento, no tenía pensado en que viajaríamos hasta acá. ¿Recuerdas que tú tomaste la iniciativa?
Mi miedo encrementaba al darme cuenta que todo estaba totalmente oscuro. Ellos podrían matarme aquí y nadie lo notaría. El mismo Mike lo dijo, son los reyes del crimen perfecto. ¿Qué cosas no habrán hecho antes?
Andrew se recargaba en el auto fumando un cigarrillo. Después Mike se unió a él tomando la cajetilla. Me ofreció uno a mí y yo negué. Sentí los ojos verdes de Stone sobre mí, expresando total preocupación y miedo, al igual que mi mirada.
—Mike, ve a buscar conejitos por ahí.
Comprendí que lo que Andrew quería era que estuviéramos nosotros solos. Mike se alejó un poco ofendido y yo no sabía que hacer.
Él se acercó y me abrazó.
Editado: 18.11.2018