Stellar: La última constelación

Capítulo 10: El mapa del cielo y la guardiana estelar

***

"Pudiste quedarte, crees que no los volverás a ver, pero te equivocas" "No son tontos, te cuidaron tanto tiempo, te dieron amor y tú los dejas como la estúpida que eres" "Por una vez en tu vida te dejaron ir al exterior, ahora la niña se escapó y extraña a sus padres, por favor".

Los regaños se hacían presentes a si misma cada noche desde que los dejo, aquellos seres que la cuidaron desde que era diminuta e inofensiva. Aquellos que la protegieron.

Aquellos que jamás la dejaron descubrir el mundo exterior, ni a las personas, siquiera la dejaban ir a la escuela, las clases en casa eran igual de interesantes con solo una alumna. Volver, eso necesitaba, pedir perdón de rodillas para que tal vez su furia no se descargara.

"Deberías estar más emocionada, no hay escuela por al menos una semana, la lluvia nos da un poco de libertad ¿no te parece?"

Y sus lágrimas brotaron, a mitad de esa fría noche, en una habitación dulcemente decorada, ella lloraba, por lo tonta que había sido, siempre quiso ayudarlos, evitar que salieran afectados por lo que hacía, gracias a ella su madre perdió su trabajo y su padre tenía que cambiar de lugar tan seguido. Su hermano pequeño, aunque no vivía con ellos, pronto sabría, por boca de otros, lo que su hermana era.

─ Si quieres irte, yo puedo llevarte ─ Lucius, de elegante traje negro la observaba en la puerta, sus ojos se veían sombríos y carentes de vida, pero sus palabras por otro lado...

─Si los extrañas ¿Por qué escapaste?

─No me habrían dicho la verdad, aunque se los hubiera suplicado.

─Eso no lo sabes.

Tenía razón, ella no sabría nunca si sus padres la dejarían, si le hablarían de cosas como sus habilidades y como llego ella a tenerlas, todo por nunca insistir de más, por tomar impulso con lo poco que podía llevarse, con lo poco que conocía.

─Los rumores de los "casos especiales" ya llegaron hasta acá, tus padres no deben tardar en llegar aquí.

─Eso usted no lo sabe ─ Ya sin lagrimas su ceño fruncido se hace presente.

─ Claro que lo sé, se sabe bien que en este hogar mora la hija de Aries, y ahora están las de Escorpio y Géminis como si yo fuera el elegido para protegerlas, pero veo que una de las estrellas esta inusualmente infeliz.

Y sí que lo estaba, infeliz, y arrepentida.

Pero no por mucho, puesta de pie, despeinada, con la cara enrojecida y los ojos hinchados se acercó al hombre, y mirándolo a los ojos le dijo:

─ Sé que está escondiendo algo, sé que mis padres están cerca y sé que los encontrare.

─ No puedes saber nada de eso- Su sonrisa segura la hacía dudar.

─ Claro que sí.

Y su sonrisa se transformó en una mueca. La mueca en un ceño fruncido, el ceño en un puño cerrado y el puño...

"En los pasillos de ese lugar una sombra veloz se mueve, en su espalda una funda, y en la punta de esta un cristal, gris como la bella luna"

***

Hamal despertó asustada, sosteniendo su pecho con fuerza, su respiración agitada la abrumaba, sentía unas inmensas ganas de llorar, su acelerado corazón la llevaba a observar la puerta de la habitación en la que se hallaba, y a escuchar en silencio, murmullos, pequeños y agudos. Sus ojos se abrieron al entender lo que eran, sollozos.

Apresurada saltó de la cama, descalza tomó sus lentes y atravesó los pasillos que por tanto tiempo fueron su hogar y su prisión, corriendo tropezando golpeó la gigantesca puerta del altar al pleno, sus golpes retumbaban gritando que la dejaran entrar.

Y entonces un sonido desgarrador invadió el espacio, un grito, intensamente fuerte, Hamal aterrada se paralizo frente a la puerta. La oscura madera tallada se levantaba frente a ella, y el silencio que vino después del grito resulto ser muchísimo más aterrador, sin luces alrededor, ni pasos, ni siquiera el sonido de su respiración era perceptible. Alrededor los tonos blancos de las paredes y una única ventana en la habitación mostraban la tenue luz de la luna. La puerta se abrió lentamente, y de su interior una silueta femenina, alta, curvilínea. 
Un olor singular invadió el ambiente, similar al oxido, o al cabello quemado, era difícil de saber, desagradable, se esparció con velocidad, ocasionando una sensación de malestar, Hamal, cubriendo su nariz cerró los ojos con fuerza, y al abrirlos, aquella silueta esbelta ya no estaba.

"Invadida, asustada, la traidora de los cielos vaga, a las tres estrellas busca, y al mapa los guía, niñas dulces e inocentes, bajo mis ojos resguardadas, dulces almas desconsoladas, con asuntos que atender"

En el oscuro salón, donde en un inicio se presentaba a través de un umbral, la luz del sol, la de la luna baña un cuerpo inerte, su cabello claro y sus ojos abiertos revelan ante su hija la silueta semi calcinada de su padre. Y el llanto y la desesperación aumentan, la joven muchacha cae de rodillas abrazando el rostro de su progenitor, sus lágrimas caen al suelo y sus manos se aferran a lo poco reconocible que puede quedar de él, la marca en su mano derecha, la constelación de Aries brilla en tonos blanquecinos, irradiando un brillo tenue y triste. El elegante traje negro de Lucius casi unido a su cuerpo, pegado con la sangre casi seca que brota de él, sus puños cerrados y la expresión de dolor en su tez horrorizaban a su joven hija, los gritos de Hamal retumbaron en todo el templo, y a los minutos, los pasos se oyeron.

Una aterrada Antares se quedó quieta en la entrada de las inmensas puertas de madera, paralizada presenciando la escena.

─ Hamal ¿Qué fue lo que hiciste?

Y el llanto se convirtió en gritos de ira y frustración.

Pólux justo al lado de Antares, a paso lento se acercó a su desolada amiga, y poniéndose de rodillas le coloco una mano en el hombro, aun sin su marca completa, esta brilló en el tono naranja que la caracterizaba, no planeaba que deje de llorar, solo quería que supiera, que siempre estaría ahí, para ayudarla en los momentos difíciles.



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En el texto hay: musica, accion, aventura

Editado: 31.07.2020

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