Stiles' Sister |libro I|

01| Welcome to Beacon Hills

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A D V E R T E N C I A

Esta novela esta basada en la cuarta temporada de Teen Wolf, te recomiendo que no lo leas si no has llegado a tal temporada. Si aún así quieres leerla, eres una malota digna de Slytherin y esta bajo tu propia responsabilidad hacerte autospoilers de dicha temporada.

Ninguno de los personajes de Teen Wolf me pertenece, sólo Maya y su historia. ACLARO que puede que el pasado de la familia Stilinski se vea un poco editado, pues de esa forma se me será más fácil desarrollar a Maya Stilinski.

 

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01| Bienvenida a Beacon Hills


Desde el coche, observé la vieja casa que me vi obligada a abandonar el día que mi madre falleció. Si bien ya todo se estaba yendo por el caño cuando a la mujer que me había dado la vida le diagnosticaron Demencia, su muerte fue la gota que rebalsó el vaso. La gota que ahogó todas las esperanzas de ver a mi familia completa una vez más.

El taxi frenó frente al domicilio al mismo tiempo que pequeños flashes, de lo que había sido mi vida allí, hacían aparición en mi memoria. Extrañaba cada defecto, habitación y escondite que esta casa tenía, pues sólo era una niña cuando me despedí de ella una última vez.

De vez en cuando visitaba a mis amigos y familiares a Beacon Hills, solía quedarme sólo dos días en las vacaciones de verano, primavera e invierno para recuperar el tiempo perdido con mis seres queridos. Todo se fue a la mierda cuando mi padre discutió con mi madrina en mi doceavo cumpleaños por mi custodia, ella no se lo permitió y desde ese día ya no pude volver a ver a mi padre y hermano en carne y hueso. 

Anna me envió a un internado, el cual no abandoné sino hasta unos pocos días atrás, con la intención de mostrarme el verdadero mundo en el que vivíamos y los monstruos que albergaba. Por lo que meses después de la disputa entre mi madrina y mi padre, la única forma que tenía para comunicarme con mis familiares era a escondidas puesto a que en el internado no se permitía la utilización de aparatos electrónicos.

Dispersando el pasado entre los laberintos más oscuros de mi memoria, bajé mis valijas del coche y le pagué al taxista el saldo correspondiente por el viaje.

—Gracias —sonreí. Él me respondió de vuelta y luego se alejó por la calle, dejándome ver como el vehículo se hacía cada vez mas pequeño con la distancia.

Al morir mi madre, mi tía Anna, su hermana mayor, se convirtió en mi ejemplo a seguir. Ella me llevó hacia Los Ángeles para seguir con mi vida con la escusa de que "yo no debía pasar tanto tiempo con hombres porque serían una mala influencia", al principio estaba tan enojada con ella por haberme separado de mi padre y de mi hermano cuando más me necesitaban, que hasta llegué a escaparme de la casa para volver con ellos. Ese mismo día, en la Terminal número dos de la estación de buses en Los Ángeles, Anna me explicó el porqué del abandono hacia mi familia y todo cobró sentido para mí.

Hace algunos meses, mi madrina murió en manos de Deucalion, lo que provocó que me enviaran de vuelta a Beacon Hills a cumplir una misión que se me había sido otorgada.

«—Sabes muy bien que no es nada personal, pero cuando ofrecen tanto dinero por tu cabeza ningún hombre codicioso dejaría escapar una oportunidad como ésta. —fue lo último que pude escuchar antes del quejido de mi tía al sentir las garras de Kali atravesar su pecho. Anna yació sobre el frío suelo de la casa mientras la sangre se esparcía a su alrededor, sin embargo, no pude acercarme a ella sino hasta el momento en el que los perritos falderos de Deucalion abandonaron las instalaciones de nuestra residencia. 

Salí de mi escondite  en el armario de la habitación y me arrodillé al costado del cuerpo de Anna que comenzaba a tiritar por la falta de sangre. Con mi brazo derecho sostuve su espalda para que ésta no tuviera ningún tipo de contacto con el suelo y mi mano izquierda se posó sobre la heridatratando de parar la hemorragia estúpidamente. Sus labios habían perdido su tono rosado, para que éste se transformara en un frío color violeta; su mano derecha tocó mi mejilla, y con sus últimos alientossecó las lágrimas que empapaban mi rostro y dificultaban mi visión.




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