04| Berserkers
Kate y yo seguíamos a Derek sin saber a donde nos llevaría, aunque tenía la sensación de que yo era la única que en realidad no comprendía a dónde nos dirigíamos.
Habíamos pasado veinte minutos caminando por las calles de Beacon Hills bajo el resplandor de la Luna y las estrellas, sin embargo, era consciente de que aún no llegábamos a la famosa "Bóveda de los Hale". Y, sinceramente, los años que había pasado lejos de aquí sólo me habían servido para olvidarme del paisaje de Beacon. Por lo que no podía ubicarme del todo.
Había escuchado a Kate hablar con Derek sobre el Triskelion; sabía lo que era y entendía completamente que eso no servía de nada. Mi tía era una gran amiga de Talia Hale, ella nos había confiado el gran secreto detrás del talismán. Los ancestros de la familia querían ayudar a sus hijos a concentrar sus fuerzas de hombres y mujeres lobo en algún objeto que les permitiera tener poder sobre sus sentimientos, por lo que se habían encargado de inventar la historia detrás del objeto. Y pareció funcionar bastante bien, ya que se había convertido en una reliquia familiar que fue pasando de generación en generación hasta llegar a las manos de Talia y sus hijos.
Kate soltó mi muñeca ya adolorida, para acercarse a Derek que parecía confundido. Habíamos frenado debajo de un puente, del cual, no me acordaba para nada.
—¿Que pasa? —le preguntó, aproximándose a él con cautela.
—Se supone que no debo mostrarle la bóveda a nadie que no sea de mi familia. —respondió el chico de mediana estatura con la mirada perdida en el suelo. Kate se acercó aún más a él, alejándose de mí al mismo tiempo. Por un segundo se plantó en mi mente la oportunidad de escapar de ellos pero no pude hacerlo por temor a lo que ella haría después. Pero algo era bastante seguro, ella no tendría piedad de mí.
—Vamos, ya hemos hablado de eso. —Kate tomó su mano para obligarlo a mover sus pies con el objetivo de que ambos se acercaran a mí para seguir con el camino.
Derek posó su mirada en mí, dejándome ver reflejado en sus ojos verdes algo de arrepentimiento.
—Si, pero, ¿como es que tú lo sabes? —cuestionó aún más confundido que antes, en efecto, Derek había comenzado a cuestionarse si aún podía confiar en ella o si Kate seguía siendo la misma mujer que él había conocido.
—Porque tú me lo dijiste, ¿no te acuerdas? —le dijo con impaciencia en su voz, sin embargo, era consciente de que yo era la única que se había percatado de ello. —Dime si recuerdas esto... —y sin importarle mi presencia, Kate posó sus labios sobre los de Derek.
Me crucé de brazos esperando a que rompieran el beso, con una expresión de asco en mi rostro; ella le doblaba la edad y Derek ni siquiera había cumplido los dieciocho.
Lo siento chico, pero percibo pedofilia.
No obstante, ninguno de los dos tenía la intención de hacerlo, así que me vi obligada a carraspear mi garganta para poder obtener su atención.
—Sigo aquí, no me puedo ir. Y de verdad quiero hacerlo. —Kate me observó con una sonrisa de autosuficiencia en su rostro, luego, le susurró algunas palabras a Derek que eran inaudibles para mí.
[...]
—Por aquí. —la voz de Derek resonó en mis oídos entre tanto Kate se posicionaba a su lado, arrastrándome consigo ya que sus garras estaban clavadas en mi brazo.
Fruncí el ceño al ver que se trataba de la secundaria de Beacon Hills.
—¿Por que construiría tu familia una bóveda debajo de una escuela secundaria? —pregunté estupefacta, tal vez sus familiares lo habían pensado todo para que sus hijos y sobrinos no llegaran tarde a sus clases correspondientes, pero quién sabe, tal vez los antepasados de Derek eran fanáticos de los estudios.
Derek me observó a los ojos para después mostrarme su blanca y perfecta dentadura.
—La bóveda estuvo aquí primero.
Kate pasó de mí olímpicamente y se puso al lado de Derek quién había sacado sus garras, colocándolas dentro de unos agujeros los cuales se encontraban a un costado del cartel de cemento del instituto. Movió su mano de izquierda a derecha varias veces dejando a la vista una puerta secreta. Sin dudarlo, los tres bajamos allí para ver lo que se encontraba.
Todo lo que se podía observar allí dentro era oscuridad, a excepción de algunos puntos iluminados por la luz de la luna.
La vista de Kate se fijó en una especie de caja fuerte posicionada en una biblioteca frente a nosotras, provocando que soltara su agarre hacia mí. Me moví hacia la izquierda ocultándome detrás de una de las tantas columnas que evitaban que el techo del lugar colapsara, quería aguardar al momento preciso para poder escapar puesto a que Kate estaba concentrada tratando de descifrar el código de la caja fuerte. Observé mi muñeca por unos minutos prestándole suma atención a los agujeros que las garras de Kate habían provocado, éstos desaparecían con el pasar de los segundos. Curándose a sí mismos.