Still Here I: Hache

Día siete| lo siento

«Yo estaba llorando, sentada sobre un columpio en el parque de diversiones. ¿Por qué estaba llorando?»

«—Te extraño —decía»

«¿A quién?»

Me ha despertado su ronca voz. —Macky —susurra Hache a mi oído.

Mi cuerpo envuelto en mis cobijas no quería levantarse. —Macky, abre los ojos —vuelvo a escuchar.

Tapo mi cara por completo. —No quiero hablar ahora —me quejo—, ¿qué hora es?

—Las cuatro de la mañana.

—Déjame en paz.

Lo tenía muy cerca. —Macky, lo siento, ¿de acuerdo? —siento su peso a mi lado, se había recostado a mi lado, ahora yo le daba la espalda. Y mi curiosidad por voltear me aturdía.

—No te comprendo, a veces ríes, a veces te enojas y a veces eres grosero —digo—. Y no creo que estés enojado solo porque aún no te recuerdo, o porque te desagrada Josh.

Abro mis ojos y quito mis manos de mi cara. Quería voltear a verle tanto como quería una explicación, sin embargo, a Hache le encanta cambiar de tema cada vez que no quiere hablar sobre algo.

—Date la vuelta.

—¿Para qué?

—Quiero verte.

—Todos está oscuro, Hache, no se ve nada —susurro irónicamente.

—Hazlo, ¿sí? —su voz se oía tan tranquila.

Me doy la vuelta hacia donde esta Hache, veo su silueta delgada iluminada un poco por la Luna, que entraba escasa entre las cortinas. Sus ojos azules como el fuego, brillaron como las mismas estrellas.

—Hache, tus... ojos —digo impresionada. El azul que prendía en él creí haberlo visto antes. Y lo extraño, es que lo encontré familiar.

Su rostro no mostraba expresión alguna, por esa razón, me quedé callada y me dediqué solo a mirarle aquellas pupilas dilatadas. La mano confortable de Hache subió a mi cara, su dedo pulgar acariciaba mi mejilla. Mi corazón ya no sabía si latir o detenerse.

—Macky, tengo miedo... —suspira; si mis mejillas también brillaran, él se habría dado cuenta de que están ruborizadas—. Prométeme que el tiempo... no va a interponerse entre nosotros —habló con su voz casi ida.

Mi mano se elevó hacia la cabeza de ese chico, lo llevé hacia mí y acaricié su suave cabellera. Sonreí. —Tú y yo, estuvimos perdidos desde un principio, no te pediré que confíes en mí. Porque el tiempo nos dará la respuesta —noté un nudo en mi garganta—. Sólo te pido mucha paciencia.

Sus manos rodearon mi cintura, su cabeza se sumergió en mis brazos, y lo escuché llorar. Ese sentimiento de tristeza llegó a mí. —Yo también tengo miedo —le dije con voz entrecortada—. Miedo de que te vayas de mi lado.



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En el texto hay: celos, amor y amistad, amigo imaginario

Editado: 13.07.2018

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