«... Ellos desaparecerán para renacer en el mundo vivo, con las características con las que han sido creados, y serán por fin libres. Pero, ¿qué pasa si el amigo imaginario no quiere desprenderse de aquél que es su creador? ¿Y si el creador olvida a su amigo sin querer hacerlo? El mundo imaginario ha optado por dar 30 días de plazo; si en ese lapso, el niño o la niña no recuerda el nombre original que le dio a aquella alma, ésta será enviada al mundo de los vivos en contra de su voluntad. Y nadie sabe, si en este caso especial, el amigo imaginario conservará sus recuerdos... cuando se vuelvan a ver.»