James Barret es el mejor alumno de la universidad más prestigiosa de Londres.
Los profesores decían que era una gran promesa para el mundo científico y no se equivocaban.
James era el tipo de chico que actuaba con inteligencia ante cualquier curiosidad que tenía delante de él. Sin embargo, él aun no sabía si era algo bueno o malo. Ser el más inteligente de una universidad llena de otros cerebritos como él, le traía muchas miradas de envidia aunque por lo general eran por parte de los hombres ya que las mujeres decían que sus ojos azules eran tan hermosos como él y aunque ellas también competían por ser las mejores no podían negar el hecho que era alguien hermoso.
La amistad no era un concepto que desconocía gracias a Michael, su gran amigo incondicional. Él no estaba celoso por el grandioso cerebro de James porque sabía los sacrificios que habían detrás de ello. Michael era lo contrario a James, en todos los sentidos. Lo llamaban la alegría de la Universidad, era de esos chicos que sacaban sonrisas a todo el mundo mientras que James podría estar con una persona por horas y no hablar nada. Pero así eran y se complementaban tan bien que hasta el mismo James se sorprendía.
Ese día no era una excepción, era viernes y los exámenes finales habían terminado hace una semana. Eso significaba fiesta en toda la universidad. Y claro, Michael no se perdería una fiesta y obligaría a James a ir con él. Quizá James no iría por sí mismo ya que prefería estar leyendo algo sobre física y las líneas ley. Pero Michael había llegado sonriendo y hablando sobre una chica que le gustaría a James.
—Te encantará es tu tipo.—dijo Michael mientras bebía de una botella de energizante.
—¿Acaso tengo un tipo y yo no sabía?—respondió James sarcástico.
—Es una chica y usa lentes así que sí amigo, ese es tu tipo. Ahora por favor ve a ducharte que hueles a libros antiguos.— Michael agarró el libro pesado que James estaba leyendo y lo cerró de golpe. James volteo los ojos resignado.
Mientras que James se bañaba Michael vio en su laptop que su amigo había recibido un correo del antiguo profesor de la universidad, uno de los mejores pero también uno de los más aterradores. No se sorprendió que siguiera hablando con él, ambos amaban con locura la física.
La curiosidad le ganó y leyó el correo que pensaba que sería sobre cosas aburridas.
Estimado James:
Quería felicitarlo por sus grandes logros que tiene hasta ahora. Estaba en lo cierto con usted. Como ya le había comentado en mi anterior correo, seré breve. Ya habrá leído los avances que mi equipo ha estado haciendo en la zonas bajas del pueblo Silberville donde se ha descubierto un descampado muy interesante, al aparecer podría ser la línea ley con más energía en el mundo ya que logramos captar un atisbo de la energía que emanaba. Espero que reconsidere su respuesta ya que este podría ser el gran empuje que su carrera necesita.
Profesor Baltimore.
Se quedó mirando la pantalla segundos, en específico el nombre del pueblo hasta que finalmente dijo:
—Mierda.
(...)
Mientras que James se bañaba sentía ese dolor en el pecho, otra vez. Se tocó en el punto exacto donde la presión era incontrolable. Al principio solo quiso creer que eran ataques de pánico por el estrés acumulado de los estudios pero ya habían pasado los exámenes finales y aun persistía ese dolor. Era como un estirón, como si su corazón quisiera salirse de su cuerpo. Veía su mano y ésta se empezó a ver borrosa. Cálmate, se dijo a si mismo, se apoyo en la pared de al lado e intento sentir las gotas de agua que resbalaban por su cuerpo. Concentrarse en su alrededor era su método para controlarse. Solo duraba unos cuantos segundos pero la sensación era desgarradora. Agradeció que Michael no lo haya visto sino estaría arrastrando a James por todo el campus hacia la enfermería.
Pero James no tenía tiempo para que le dijeran que era por el estrés. Tenía muchas cosas que hacer como por ejemplo, el trabajo que le había ofrecido el profesor Baltimore. Cuando lo leyó sintió que había ganado la lotería. Era un trabajo sobre algo que le fascinaba pero lo había rechazado tajantemente. Tenía que volver a casa esas vacaciones, se lo había prometido a su hermana, Molly. Los padres de James murieron hace años y su hermana era todo lo que le quedaba. Pero cuando por error le comento sobre la investigación ella le apremió a que lo tomará.
A James nunca le gustó estar en una residencia. Si bien venía de una familia adinerada en donde sus abuelos por ambas partes y tenía una empresa que muy pronto sería suya no quería valerse de un dinero que no era suyo sino de sus padres que ni siquiera lo pudieron disfrutar.
Cuando la presión en el pecho pasó se puso una toalla alrededor de sus caderas y salió lo más rápido posible pero para su mala suerte eso no sería pronto.
—Miren quien salió de su madriguera. — se burló Charlie su compañero de residencia. No se caían bien, se podría decir que era sólo por parte de Charlie porque a James le daba igual todo lo que decía. Intento ignorarlo y pasarse de largo pero su risa lo detuvo.— ¿James quieres que te cuente las buenas noticias?
James se lo quedó mirando inexpresivo, con el tiempo se dio cuenta que eso irritaba más a Charlie pero esta vez su sonrisa no se desvanecía y no se ponía rojo como el color de su cabello.
—Adivina quién ha conseguido un puesto para una investigación prestigiosa con el profesor Stone.
— No tú, no conozco a un profesor a quien le caigas en gracia. — lo molestó, vio su sonrisa flanquear pero se recompuso. James pasó de largo pero antes de que llegué a su habitación oyó a Charlie decir.
—Te tragarás tus palabras Barret...
(...)
La habitación del compañero de Michael estaba al otro lado del campus. Veía a varias personas de su clase pero James bebiendo y drogándose. James ya había pasado esa época de querer experimentar.