Capitulo 2: Escondrijo

El coche se detuvo, a pocos centímetros de Jane, y ésta contuvo el aliento. La habían visto. Las habían visto. Y estaban en problemas. Vio a Max ir corriendo desde el camino que iba a la cabaña, y oyó la puerta del vehículo abrirse, con el sol a su espalda. – Tú… - Jane se echó atrás, irguiéndose y preparándose para lo peor, cuando se dio cuenta de que aquella voz era conocida. - ¿Tú no deberías estar en casa?
Max llegó hasta ellos, y fue ella la que saludó al extraño. - ¡Steve! – El muchacho cerró la puerta, y Jane casi podía verlo como lo recordaba: Quedándose atrás, con los chicos, empuñando un bate claveteado y preparado para enfrentarse a una invasión de monstruos. Mike y los otros le habían hablado de cómo le había plantado cara a todos los monstruos que habían salido del Otro Lado. Jane recordaba al Demogorgon, recordaba el simple horror que había sentido al verlo por primera vez, y el pensar que la reacción de Steve había sido aporrearle en la cara con un bate le hacía tener cierto respeto por el chico. Llegando junto a ella, Max se apartó la melena pelirroja de la cara. - ¿Pero tú no estabas en la universidad?

No obstante, la atención de Jane por Steve se redujo en gran medida cuando la puerta trasera del vehículo se abrió, y de ella salió un chiquillo. Muy delgado para tener catorce años, tenía un corte de pelo de tazón, y un gran rostro de preocupación. - ¡El! – Salió corriendo hacia ella, y sólo al verla ilesa y terminando de levantarse se detuvo, respirando agitado. - ¿Estás bien?
Steve le revolvió el cabello. – Tranquilo, mocoso. – Dijo divertido. – Ya te lo he dicho, soy el mejor conductor de todo Hawkins.
- El "segundo" mejor conductor. – Se sonrió Max.
- Sí, lo que sea, mocosa. – Replicó él, con aquella actitud de chico malo que por lo que Jane sabía ya nadie se tragaba. – La cosa es que la señora Byers tiene cosas que hacer, Jonathan tiene cosas que hacer, así que, ¿A quién creéis que le ha tocado ocuparse de que no os desmadréis? – Puso los brazos en jarra. – Escuchadme bien: Éste septiembre tengo los exámenes de acceso a la universidad, y tengo intención de tenerlos preparados. Y como sé que vosotros tenéis trabajo de verano que hacer, más os vale comportaros, ¿De acuerdo?
Los tres chicos se miraron, y sonrieron. Steve, en cambio, suspiró. No iba a ser fácil.

Por suerte, se equivocaba: Como su madre y su hermano trabajaban, Will no se había ido de vacaciones como sus amigos, y en un movimiento que se adivinada a medias de Will y a medias de Joyce, había acabado yendo a casa de Hopper al mediodía para ayudar a Jane a ponerse al día. Y puede que Will no tuviera la labia de Dustin para explicarle las clases de ciencias, pero aquella ilusión cándida que había logrado mantener después de dos monstruos interdimensionales lograba hacer que Jane le prestara atención a los problemas, y su madre siempre le dejaba llevar algo para divertirse una vez habían acabado.
- Pero antes de sacar la Atari… - Levantó un dedo, según entraban en casa. - ¿Has logrado hacer ya el de los trenes?
Jane recordó el cuaderno, olvidado en su escritorio. Olvidado deliberadamente. Lo había intentado el día anterior, de veras, antes de dormir. Pero no había logrado más que planteárselo, y según los ojos se le cerraban, sabía que aquella escena playera de la película que había visto sería lo único con lo que soñaría.
- Muy bien. – Por suerte, Will siempre parecía tener paciencia para ayudarla en todo. Cuando ella se lo agradecía, tanto él como Joyce decían que lo que había hecho no era nada, y que era casi de la familia, pero, para ella, hacía mucho que habían saldado cuentas. Y aun así, Will seguía yendo a su casa, compartiendo sus juegos, dibujos, y canciones como la que habían escuchado aquella misma mañana Jane y Max. – A ver, un tren sale de Nueva York destino San Francisco a las 8:00 de la mañana. A la vez, un tren sale de San Francisco en dirección opuesta, con una velocidad de…

Y aquella serpiente de verano fue retomada una vez más. Deberes y estudio. Problemas y más problemas, concretamente de matemáticas. No era sencillo cubrir catorce años de escuela en diez meses, pero los chicos tenían ganas de enseñarle, y Jane, ganas de aprender. Septiembre, se decía. Aquel mes circulado en rojo en su calendario – su propio calendario, para ella – en el que por fin comenzaría a tener una vida con Mike y los demás. Podría ir con ellos al cine, al Arcade, o incluso al instituto. Y si eso implicaba que tuviera que pasar el verano haciendo "Matemáticas", pues así sea.
Además, los chicos habían adelantado mucho trabajo con ella en el curso, usándolo como excusa para juntarse día tras día: La casa de los Hopper nunca había tenido tanto movimiento. Y ahora sólo quedaba el resto, la práctica, los deberes que habían mandado del instituto para asegurarse de que no tuviera problemas al entrar con los demás chicos. El profesor Clark les había dicho que sería como una especie de misión tutorial, y luego les había guiñado un ojo. Era el profesor favorito de los chicos, y por el momento, también de Jane.

La música no tardó en elevarse desde el equipo de música, con la última canción que había traído Will para mostrarles – "Mi hermano es el mejor escogiendo", decía siempre – y pronto aquellas lecciones sobre trenes y velocidades fueron un poco más coloridas con los temas de actualidad… Al menos, hasta que una cabeza de cabello engominado asomó por la puerta.
- ¡Hey! – Les reclamó Steve, que iba arremangado y se había ido a otra habitación tras asegurarse de que estaban a sus anchas. - ¡Esa música!
- Perdón. – Dijo Will, mientras Max, Jane y él se sonreían.
- Escuchad, mocosos. – Continuó, levantando el dedo índice. – He venido sólo porque el jefe Hopper me aseguró que sería un curro tranquilo. Tengo unos exámenes que estudiar, así que como tengáis el volumen así de alto, vais a tener que haceros vosotros solos la comida. ¿De acuerdo?