La Escuela Secundaria de Hawkins. No hay muchas cosas agradables que se puedan decir del lugar, que es poco más que lo que sugiere su nombre. Mr. Clarke, el profesor de ciencias, era todo un apasionado de la ciencia ficción y se rumoreaba que había escrito algún que otro artículo en revistas locales, pero eso no tenía nada que ver con la razón por la que la joven ansiaba con tantas ganas el momento de llegar allí.
- ¡Ce! – La voz de Mike resonó en el ruido de cada mañana, y cuando Jane se volvió, lo vio allí, con su propia bicicleta, sonriente y con los otros. Se acercó a dejar la bicicleta junto a las de Dustin, Lucas y Max, y se quitó el casco. - ¿Acabaste ya con el X-men #101? ¿A que es emocionante?
- ¡Sí! – Asintió ella, divertida, recordando las viñetas. - ¡No puedo creer que hicieran eso! ¿Tienes el siguiente?
- Venga, Mike, ¿Por qué no le dejas el resto de una sola vez? – Intervino Dustin. – Así podrá leerlos tranquila el fin de semana y para el lunes ya estará casi al día.
- Sí, ¿O acaso quieres una excusa para invitarla a ir a casa? – Canturreó Lucas, divertido, ganándose una colleja de Mike y que Jane mirase a otro lado sin saber qué responder, notando la sangre en sus mejillas.
- ¡Hey, mirad, ahí viene! – Max se separó un poco del grupo y atravesó por el camino de entrada al instituto, en dirección al aparcamiento. Un viejo coche de color beige se detuvo junto a ellos, y de él salió el último de la pandilla: Con la gran sonrisa de siempre, "Will the Wise" como le gustaba llamarlo a Jane para sus adentros, se bajó y cogió su mochila, volviendo para repetirle a su madre que sí, que tendría cuidado, y que sí, que recordaba que irían a cenar a casa de los Hopper.
Es decir, iban cada dos por tres… Además, no era extraño: Con la cercanía del fin de semana, se acercaba también la partida de rol, y si querían hacerlo bien debían preparar el terreno.
A pesar de que el frío de noviembre comenzaba a colarse ya entre los resquicios de la vieja escuela, los chicos estaban tan animados como siempre. La temida fecha de Halloween, aniversario de malos recuerdos, no era más que eso, un aniversario para recordar a los que ya no están con nosotros, y todos ellos se sentían más llenos de energía que nunca. Además, ya eran mayores, y tenían a Jane con ellos. No es como si un simple monstruito de película de terror fuera a aguarles la fiesta: Ahora tenían experiencia.
- No, yo creo que un Xenomorph no aguantaría un buen lanzallamas. – Argumentaba Mike, antes de clase, en la mesa de al lado de la de Jane. – Acordaos de esa escena en la que están en los conductos.
- ¡Pero eso sólo fue porque no tuvo oportunidad de darle bien! – Lucas, efusivo como siempre, golpeó en la mesa. - ¡Díselo, Ce, a que tengo razón! ¡Esos monstruos le tienen todos mido al fuego!
- Yo creo que enviarlo al espacio era lo mejor. – Sonrió Jane, divertida ante las tontas discusiones que organizaban los tres alrededor de detalles tan tontos de películas.
Lucas se volvió, con un "Bah, chicas" despectivo y una colleja por parte de Max, y el señor Clarke entró en clase, con su habitual jersey de rombos y su sonrisa debajo del bigote. Era una persona simpática, y aunque Jane estaba segura de que la reconocía de la primera vez por su mirada, nunca había dado muestras de ello públicamente.
- Buenos días, clase. – Dijo, alegremente. – Bien, chicos… Lo primero de todo… ¿Recordáis los trabajos de ciencias del mes pasado? – Sacó un taco de hojas de su maletín y lo puso en la mesa de golpe. – Pues ya tengo el ganador. O podría decir mejor ganadora. Dustin, si haces los honores… - No tuvo que decirlo: Su mejor alumno, Dustin, dio un redoble con los dedos en el pupitre. – Y el mejor trabajo de ciencias del curso de este año es… ¡Para la señorita Hopper! – Dijo, señalando a Jane mientras todos aplaudían. Ésta se levantó, notando cómo la sangre se le subía a la cara. Todos aplaudían, Mike el que más. – Jovencita, es el mejor trabajo sobre astronomía que he leído nunca. ¿Tienes algún amigo en la NASA? – Ella sonrió, dando una respuesta un poco vaga: Si le hablase sobre su capacidad sobrenatural de escuchar y leer a millas y millas de distancia probablemente no la creería. – Muy bien, sea como sea, felicidades. Y, como prometí, aquí están los dos pases de invitado para el Congreso Anual de Ciencia Ficción que se celebra este año en Pittsburg, Pennsylvania. Nunca tuve a tu padre por hombre de ciencias como para meterse en esas cosas… ¿Sabes ya con quién vas a ir?
Jane asintió, sonriente, y sin poder disimularlo miró a Mike, que también estaba pletórico y recibía las felicitaciones de sus amigos entre los murmullos de toda la clase. Sí, era una oportunidad única de ver cosas increíbles sobre la ciencia ficción y asistir a una convención impresionante… Y, además, Jane podría volver a ver a Kali, su hermana. Sabía cómo encontrarla, y sabía que Kal también querría verla a ella. Desde la última vez, tenían que ponerse al día.
Se sentó, entre los murmullos del resto de la clase y mientras sus amigos les daban palmadas de aceptación en la espalda. Como Mike miraba a Jane con ojos de adoración, ésta se sonrojó aún más y se puso a mirar al frente tragando saliva.
- Vale, vale… - Alguien había tocado la puerta. Con un movimiento de manos, Mr. Clarke acalló poco a poco el murmullo. – Bien, ahora que tenemos eso resuelto… - Dijo, por encima de los murmullos, e hizo un gesto hacia la puerta. – Creo que ya está aquí. En el momento perfecto. – Se acercó a la puerta y la abrió. – Muy bien, damas y caballeros… Desde la lejana Nevada, la última en unirse a nosotros en este viaje hacia lo desconocido…
- ¿Siempre usa las mismas palabras? – Preguntó Max, la anterior "última en unirse" el curso pasado.
- … ¡Dadle la bienvenida, a María!
La joven que había junto a él, saludándolos desde el frente de la clase mientras todos murmuraban, era bajita y con rasgos evidentemente latinos, pero eso no impedía que fuera mona, una sensación que el gesto y el saludo que hizo a la clase acrecentó. - ¡Es ella! – Susurró Will. - ¡Es la chica que conocí en verano! ¡Aquí hay un sitio libre! – Le dijo, con una sonrisa de oreja a oreja. Sonriendo, la chica nueva caminó hasta el pupitre que había justo al lado de Will. Por alguna razón, algo a Jane le daba mala espina.