Stranger Things: Noche Estrellada

Capítulo 15: Raining Men

Una inspiración. Repentinamente, el aire de verano parecía haberse quedado tremendamente estancado a su alrededor. El ambiente en penumbra, la noche en pleno día, todo ello aportaba un aire sobrenatural a todo aquello. O quizás el aire sobrenatural ya estaba allí. Entre la joven telépata que Jim tenía entre sus brazos y la muchacha latina de la silla de ruedas que los atravesaba con su mirada. Esa mirada, sí. De ahí provenía aquel aire, aquellas emanaciones que Jim no habría considerado sanas en mil años. Los ojos dulces e inocentes de la pequeña María García se habían visto reemplazados por agujeros negros, pozos de negrura que parecían buscar su alma con el único objetivo de apoderarse de ella.
Jim no sabía si creía en el alma. Pero lo que sí sabía era que, a su alrededor la totalidad de la población de Hawkins, Indiana, yacía inerte en el suelo, atrapada en un sueño eterno, en un coma del que jamás despertarían. Así que, sin pensárselo dos veces, Jim se pasó el brazo de Jane por los hombros, y, cogiéndola y ayudándola a caminar, salió corriendo. No importaba que su hija adoptiva fuera capaz de presentar batalla. No importaba que a pesar de sus poderes, la otra muchacha sólo fuera una niña paralítica. Lo que sabía es que, si se quedaban allí, si miraba atrás, estaría perdido.
Llevada por la adrenalina, Jane no tardó en verse contagiada por los nervios de Jim, soltándose de su padre adoptivo para correr, Y fue una suerte, ya que no habían recorrido veinte metros cuando el jefe de policía de Hawkins salió volando lateralmente, estrellándose en una tienda y haciendo añicos el escaparate.

- ¡No! – Jane se volvió, y sus peores temores se vieron confirmados. Allí, junto a la silla de ruedas y a la pequeña, estaba Daniel. Los golpes de su cara seguían allí, pero su mirada estaba ahora inyectada en sangre, y sus puños cerrados.
- Te lo dije, María. – Saludó. – Eres muy blanda con ellos.
Su hermana lo miró, sin saber bien qué decir. Estaba allí, era él. Daniel la miró, con el rostro aún deformado por los golpes, los hilos de sangre seca bajo la nariz, pero con aquella mirada que atraía toda la atención. Él se volvió hacia Jane, y ambos se prepararon para terminar lo que habían empezado en el bosque… Sólo para ser detenidos un instante después.
El chasqueo de un arma, el chasqueo de muchas armas. Hombres de negro asomaron por todas partes, rodeándolos y apuntándolos. - ¡Quietos!
Tomada por sorpresa, Jane se miró a su alrededor, comprobando la situación, tratando de mantener la calma. – Hombres malos. – Murmuró, tragando saliva. La apuntaban a ella y apuntaban a Daniel. Los tenían a su merced.
- ¿Lo veis? – Por alguna razón, Daniel permanecía tranquilo. – Abrid los ojos. No somos iguales que ellos, y lo saben. Mirad los hombres malos que han llamado para protegeros. Mira los hombres malos que ha traído tu padre.
No. Jane no quería aceptarlo. Sabía que Jim no habría hecho algo así, no habría atraído aquellos matones hasta Hawkins… ¿Verdad? Miró a su alrededor, todos aquellos hombres, todas aquellas armas… No era la primera vez que la apuntaban. No era la primera vez que lo intentaban. - ¡No os mováis! – Gritó uno. - ¡Si lo hacéis, dispararemos! – Jane se volvió e intercambió una mirada con Daniel. Ambos sabían lo que ocurriría a continuación.

Y lo que ocurriría sería lo mismo que ocurre siempre que un grupo de gente con ventaja se enfrenta a un grupo de gente sin ella. La diferencia era que, esta vez, los hombres armados eran los segundos. Jane ya estaba preparada, mentalmente, cuando María gritó, aturdiendo a los hombres malos, y tanto Jane como Daniel aprovecharon la ocasión para convertir aquella situación en un caos.
Cuerpos que volaban por doquier, agentes inconscientes que se estrellaban contra las paredes o los coches, rompiendo las ventanillas y los escaparates… Jane se volvió, intentando ganar ventaja también sobre Daniel y arrojándole un cuerpo con fuerza (él lo detuvo) sólo para darse la vuelta de nuevo y encontrar con uno de los agentes que trataba de apuntarla. Sin detenerse ni un minuto, la joven le arrebató el arma con un gesto de la mano, y lo convirtió en un muñeco con otro. Oyó un disparo tras ella y se volvió lanzando otro ataque telequinético, sólo para arrebatarle el fusil de las manos a un sorprendido Daniel, que se lo había quitado a su vez a uno de los soldados y que ahora la miraba indignado.
Uno de los Jeep lleno de enemigos se detuvo a varios metros, cruzándose en la carretera para servir de barrera, y las puertas se abrieron, saliendo de él montones más hombres armados, que vieron indefensos cómo el vehículo con el que habían querido protegerse les era arrebatado por Jane, que lo atrajo hacia sí antes de darle impulso y hacerlo arrollarlos.

Los hombres de negro eran fuertes y estaban entrenados, pero sólo eran hombres, y no hay manera de que meros hombres puedan contra seres como Jane Hopper o Daniel García. María se puso a salvo, junto a ellos, entre dos coches, y desde el momento en el que Jane y Daniel se colocaron espalda contra espalda, fue evidente que no podían detenerlos. Jane incluso comenzó a oír en su mente el ritmo de una canción que le había mostrado Will:

 

We come from the land of the ice and snow
From the midnight sun, where the hot springs flow
The hammer of the gods
We'll drive our ships to new lands
To fight the horde, and sing and cry
Valhalla, I am coming!

On we sweep with threshing oar
Our only goal will be the western shore

 

Era obvio que un ataque frontal no iba a detenerlos, y Giovanni lo sabía. Por eso no estaba allí, tratando de acertar con una bala que muy probablemente ni llegaría a salir de su arma. Los auriculares en su oreja los mantenían despiertos, pero no había manera de detener los ataques de los otros dos. Oía los coches moverse, los asombrosos poderes de aquellos jóvenes sujetos de experimentación. Sí, eran poderosos… Pero él era más mayor. Y era más listo. Sabía que la mejor forma de vencer a alguien es analizarlo, y buscar sus debilidades. Por eso sonrió cuando cerró tras de sí la puerta de la cafetería. El escaparate había sido echo añicos cuando el cuerpo había volado a través de éste, pero no le importaba oír los crujidos del cristal bajo sus zapatos. Los sonidos de sus hombres siendo aplastados uno tras otro. Sirviendo de distracción. "Yo quiero ir por el grande", había dicho. "Por el premio gordo". Y para el premio gordo, sabía que necesitaba un pase especial.
- Jefe de policía Jim Hopper. – Sonrió, apuntando con su pistola al jefe Hopper, que gruñó en respuesta, mientras intentaba ponerse en pie. - Es un verdadero placer conocerle. He oído hablar mucho de usted, créame. La forma en la que controló la situación aquí durante estos últimos años, y cómo se apoderó del activo cuando tuvo oportunidad…
Después de todo, ella, la sujeto 011, era uno de sus objetivos prioritarios. Habilidades de espionaje, de combate… El Dr. Brenner había hecho un gran trabajo. Sólo había un punto en el que había mantenido vulnerable a 011: En sus sentimientos. El punto perfecto para controlarla. Lo único que tenía que hacer, era aprovecharlo. Y Jim Hopper, su padre adoptivo y protector, era la vía perfecta.
Cuando el jefe de policía de Hawkins trató de echar mano de su rifle, Giovanni detuvo su mano con la bota. – No hagas tonterías. – Dijo, tranquilo. – Mírate. – Tirado, sangrante, lleno de cristales a su alrededor… Era evidente que todos los que intentaban confraternizar con los sujetos de experimentación acababan mal. No les tenía ninguna envidia. - ¿De verdad crees que puedes vencerme así?
Pero Jim lo miró, y entre la suciedad y la sangre seca de la cara, Giovanni pudo verlo sonreír triunfante. – No, yo no…



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En el texto hay: misterio, suspense, stranger things

Editado: 21.05.2020

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