Stranger Things: Noche Estrellada

Capítulo 17: Stairway to heaven

"Por fin", pensó Jane, y agradeció la luz del día. Hasta que oyó un disparo. - ¡Aquí hay otro! – La voz del hombre de negro la hizo sobresaltarse. – Muy bien. – Junto al coche, el que parecía ser el jefe estaba fumándose un cigarrillo. – Hacedlo en la calle. Luego será más fácil de limpiar.
¿Qué? ¿Qué estaba pasando allí? Los agentes iban y venían, como si no las vieran. Como si no les importasen. No les importaban, pensó Jane. De una de las casas, salió un agente, pistola en mano, con Joyce Byers, la verdadera Joyce Byers, aullando y pataleando tratando de liberarse. - ¡Suéltame! – Gritaba, golpeando el brazo que le agarraba el pelo. - ¡Mi Will! ¡Mi Will!
- ¡Cierra el pico! – Gritó el hombre, echándola al suelo, entre los escombros. Ella se fue a levantar, pero el agente le descerrajó dos tiros en la cabeza, y la madre de Will no volvió a moverse.

Entonces fue cuando Jane pudo ver que no eran escombros. Eran cuerpos. - ¡No! – Gritó, corriendo hacia ellos. Corriendo hacia sus amigos. Max… El largo cabello de Max, la envidia de Jane, no era más que una pasta pegajosa manchada con el rojo de la sangre. El cabello de Will era más corto, pero aún así también se había manchado con la sangre, con la que emanaba de aquel agujero horrible en su cabeza. Y luego estaba Steve, al lado de Joyce. Steve, que aún trataba de suplicarle a aquel agente. Pero no había ninguna esperanza. No había nada que suplicarle al cañón de la pistola.
- Daos prisa. – Dijo el agente en cabeza. – Quiero todos los testigos muertos antes del mediodía.
Jane aulló, furiosa. Triste. Desesperada, pero sus poderes fueron incapaces de salir. Sus amigos… ¡Sus amigos! ¡Los habían matado a todos! ¿Qué diablos estaba ocurriendo allí? Ella había matado a los hombres de negro antes de luchar con Daniel, pero… En una corazonada, volvió la cabeza al centro de la calle. Daniel estaba allí, tirado, pacíficamente en comparación con los cadáveres de su camino. Sin tocar. Casi parecía dormido. Y, a su lado, María tenía la mirada puesta en ella. Una mirada oscura, fija, y adornada con una sonrisa malévola.
- ¡Tú! – Gritó, furiosa, avanzando hacia ella a grandes zancadas. - ¡Tú!
- ¿Cómo se siente? – Replicó la pequeña, mientras Jane la agarraba. - ¿Cómo se siente?
- ¡Devuélvemelos‼ - Gritó Jane, antes de dejar que las lágrimas asomaran por sus ojos. Era un sueño. Aquello era un sueño, y esa… Ese monstruo se estaba riendo de ella. La agarró con fuerza, y le atestó otro cabezazo.

Su cabeza cayó. Todo cayó. Jane cayó al suelo, notando un dolor agudo en la cabeza. Estaba sola, sobre el asfalto, y lo único que podía ver era la mancha de sangre de la herida de la cabeza. – Once… - "Will", pensó Jane. Tratando de levantarse, miró hacia su amigo, que alargaba una mano hacia ella. – Once… Escucha, creo que ha… Creo que me ha agarrado la pierna.
Algo en aquella frase hizo que Jane se despertase del todo. Algo en lo que vio, hizo que le diesen nauseas. Porque el demodog no sólo había atrapado la pierna de Will… La había arrancado de cuajo de su cuerpo, y ahora lo único que unía el miembro ensangrentado al amasijo de músculo y sangre que era la cadera del pequeño era un fino nervio, mientras la blanca criatura mascaba tranquilamente. – No… ¡Will! – Gritó Jane. La mano de su amigo cayó, demasiado débil para moverse. – ¡Will! ¡Fuera! ¡Fuera, fuera! – Le gritó a la criatura, que le respondió con un gruñido, y con un zarpazo la echó atrás. Jane cayó, golpeando una roca y dando una vuelta sobre el suelo, y entonces las vio. Entonces vio el estado en el que estaban todos sus amigos. Mechones de cabello de Max colgaban de la boca de uno de los monstruos, mientras éste trataba de mascar un pedazo grande de cráneo ensangrentado, mientras que otro de sus compañeros intentaba sacar el cuerpo de Steve del hierro en el que había sido ensartado. Más allá, las ropas que llevaba aquel cadáver carbonizado no dejaban ninguna duda del horrible destino que había podido correr Joyce.
- Ayúdame, Once… - La mirada de Will ya no tenía luz, y su mano ya no tenía fuerza. Horrorizada, Jane se apartó más aún, agarrándose la cabeza.
No, no podía ser. No quería creerlo, no podía creerlo. "Es un sueño, es un sueño", se repetía a sí misma. Pero las heridas eran reales. La sangre era real. Los gemidos agónicos de sus amigos eran reales. La sonrisa suave de María… También era real.

- ¿Qué se siente? ¿Qué se siente? – Repitió, sentada sobre un montón de escombros. Jane se levantó y se lanzó hacia la muchacha latina. Pero ésta hizo un movimiento y Jane cayó al suelo de nuevo. - ¿Qué se siente sabiendo que sufren por tu culpa?
- No es real… - Repitió Jane, tanto para sí misma como para María. - ¡No es real! - En respuesta, ésta sólo giró la cabeza. Los gritos de dolor de Will llenaron el aire. - ¡No es real! ¡No es real! – Los aullidos de su amigo perforaban sus oídos, la cercanía del cuerpo ensangrentado de Steve, el mechón pelirrojo de Max, el coche destrozado de Jim. - ¡Basta‼
- ¿Qué se siente sabiendo que sufren por tu culpa?
- Es un sueño. – Se levantó Jane. – No es real.
- El sufrimiento es real. – María la miró. Sus ojos negros, sin iris, parecían pozos oscuros en los que brillaban las llamas con las que habían creído ganar a los monstruos. – El infierno existe. – Concluyó, en español.
- No… - Jane negó. No sabía cómo la había entendido… Pero no le importaba. – Es un sueño. No es real.
- ¿Quieres ir al mundo real? – María se levantó, y se acercó a ella. Jane habría querido enfrentarse a ella, pero María le había robado sus poderes. – Vamos. – Le puso una mano en el hombro. – Mira. Mira, Jane. El mundo real.

Iban en un coche. Un coche por un paseo con muchos baches pensó. Un coche militar, con un soldado al lado de María. Un soldado conduciendo, y un soldado en el asiento delantero. Un olor extraño impregnaba el aire. Un olor acre. Olor a quemado.
- Aquí está bien. – Dijo uno de los soldados. Era de noche cuando salieron, pero el cielo no estaba negro. El sol ya no estaba, pero el horizonte aún estaba dorado. Dorado por las llamas de la ciudad que había colina abajo. Cubierto por las columnas de humo que se alzaban por toda la ciudad.
- El mundo real. – Le dijo María, entre el olor a carne quemada que emanaba la ciudad de abajo. - ¿Sabes lo que es el medio oriente? – Jane asintió, sintiendo un escalofrío. – No, no lo sabes. – Replicó María, tomándola de la muñeca. Ven.
Y fue. Fue colina abajo. Caminaron por la ciudad, por sus calles desiertas. Por las ruinas, por los edificios derruidos, Por las pilas de escombros humeantes. Caminaron por los grupos de gente intentando hacer hogueras para poder calentarse un poco en el frío del invierno. – Es dolor. Es dinero. Es petróleo. – Decía María. – Es buenos. Es malos. Es América.



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En el texto hay: misterio, suspense, stranger things

Editado: 21.05.2020

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