Strassenlicht

Capítulo 1

La alarma sonó, ya eran las siete, tenía que despertarme para ir a clase, pero estaba demasiado cansada, no he dormido más de tres horas por culpa del insomnio que llevo teniendo desde hace tiempo, así que decido posponer la alarma hasta las siete y media, sé que solo sería media hora más, pero cuando no duermes apenas y encima lo poco que has dormido no has dormido bien, se nota la media hora de diferencia. La alarma volvió a sonar marcando las siete y media, ya no podía posponerla más, si lo hacía llegaría tarde y no quiero llegar la última y que todos se fijen en mí porque he interrumpido la clase por llegar tarde.

Una vez entro a clase, me siento en mi sitio, saco mis cosas y decido un punto fijo al que miraré durante la hora que dura la clase. Al final me decidí por mirar el borde de la pizarra, sé que debería prestar atención a la clase, pero estaba demasiado cansada como para tener que concentrarme en lo que dice alguien que no me interesa en absoluto.

Por fin termina la primera clase, la siguiente que me tocaba es historia. Siempre se me ha dado muy bien historia, no porque esté todos los días estudiando, simplemente me gusta, me parece bastante interesante. La historia me empezó a interesar mucho cuando estaba pasando una de mis muchas malas etapas malas de mi vida, me refugié en ella y poco a poco he ido adquiriendo muchos conocimientos. Por eso siempre que damos un tema yo ya me lo sabía o incluso sabía más de lo que ponía en el libro, así que por eso mismo suelo saltarme las horas de historia, salvo los días de examen o los días que teníamos que exponer algún trabajo.

Mi instituto tiene una unas escaleras que dan para el techo, aunque los alumnos tengamos prohibido subir y solo pueda el personal que esté autorizado yo subo igualmente. La verdad es que me encanta estar ahí, desde el techo se ve toda la ciudad, y el amanecer y atardecer se ve precioso, lo que más me gusta de ese lugares que, como no va prácticamente nadie, siempre hay mucho silencio, lo que lo hace un lugar tranquilo. Así que siempre que voy me hecho una siesta durante la hora que dura la clase.

Me despierto con el sonido de la sirena que suena cuando acaba la clase y da lugar a la siguiente. Me da tiempo a bajar, llegar a mi clase, sentarme en mi sitio, sacar el material, y seguro que aún no ha llegado el profesor. Iba a bajar cuando recuerdo que toca lengua, ahora mismo estamos dando literatura, pero como eso es básicamente historia, también voy más adelantada, así que decido saltarme la hora de literatura durmiendo.

Suena la sirena y comienza el recreo, por un momento tengo un debate mental en si bajar y relacionarme con las personas o quedarme aquí durmiendo. Al final acabo bajando porque tengo la necesidad de beberme un café. Tengo un problema con la cafeína (y bebidas energéticas), he creado una dependencia importante, como las personas que fuman o beben alcohol, al día suelo beberme unos tres cafés, dos Coca-Colas y de una a tres bebidas energéticas, si dejo de beber cafeína durante varios días me empieza a afectar estando más decaída, me irrito con más facilidad de la queme irrito ya, me cuesta dormir más de lo que me cuesta ya, pierdo el poco apetito que suelo tener, me mareo con frecuencia o incluso me puedo llegar a desmayar, hay veces que depende del tiempo que lleve sin beber me da fiebre y enfermo. Una vez intenté acabar con la adicción pero me pasó todo lo mencionado y fue horrible, lo pasé fatal, así que desde entonces no lo he vuelto a intentar.

Una vez pido mi café en la cafetería del instituto me dirijo a la mesa donde suele sentarse mi grupo de "amigos", y digo "amigos" porque no es que los considere así, creo que la palabra amigo es demasiado grande, y mucha gente la toma a la ligera. Me acerqué a ellos porque una chica del grupo me conocía de antes y además estaba en mi clase, y cuando me mudé de nuevo a esta ciudad me integró a su grupo al verme sola, aunque eso no quiera decir que no me sienta sola por muy rodeada de gente que esté. Ellos para mí son conocidos que me agradan y les tengo un poco de cariño, no mucho, pero un poco, es más, mentiría si dijese que no me caen bien y son malas personas. Honestamente, nunca he tenido amigos, o nadie se acercaba a mí o yo no era capaz de acercarme a alguien debido a que mi fobia social no me lo permitía.

El panorama de nuestra mesa es bastante típico, en la mesa se encontraban solo Francisco Javier, que le contaba Lucas algo que le había pasado ayer mientras que él lo escuchaba atentamente, y Laia, que se dedicaba a comerse su merienda ignorando a los dos. Justo cuando me siento, Francisco Javier me mira y me sonríe.

-Hola Ast -le da un sorbo a su zumo- si preguntas por los demás, no vendrán hoy, tienen exámenes y están en la biblioteca estudiando o adelantando trabajo.

-¿Y tú, Fran? ¿No tienes exámenes?

-Sí, pero también tengo hambre, además, puedo estudiar en casa- dice, se encoge los hombros, y sigue comiendo.

Francisco Javier es uno de los que mejor me cae del grupo. Es más o menos alto, debe de medir más de uno setenta y cinco pero menos de uno ochenta, moreno, no tiene el pelo largo, pero tampoco muy corto, menos por los lados, que lo tiene bastante corto, por lo visto es una moda el llevar el pelo así, he visto a muchos chicos con el mismo corte de pelo que él. Sus ojos son color marrón avellana, nariz pequeña y una sonrisa bonita. La verdad es que no era feo, al ser atractivo, tenía sus ligues, aunque él dice que por el momento no quería nada serio, dice que no se ve aún con una persona en una relación, sobre todo porque aún no le ha gustado una persona lo suficiente como para querer estar ella. Y la verdad, yo tampoco lo veía, aunque tenga dieciséis años, a veces es como uno de seis. Siempre está sonriendo y haciendo bromas, pero cuando la situación lo necesita, se pone serio y se toma en serio la situación, es muy leal, todos sabemos que haría lo que sea por cualquiera de nosotros.




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