Streaming de corazones

Capítulo 8: Fingir como si nada cambió.

El sol entraba por las ventanas como si el apagón nunca hubiera existido.

El departamento volvía a la normalidad: el zumbido del refrigerador, el router parpadeando y el sonido familiar del teclado de Noah.

Yo, en cambio, intentaba fingir que dormir recostada en su hombro no había pasado.

Salí de mi habitación rumbo a la cocina con mis apuntes.

Noah estaba preparando café, despeinado y con la misma sudadera de anoche.

—Buenos días, princesa de las estrellas —saludó sin mirarme, con voz somnolienta.

—No me llames así —respondí automáticamente.

—¿Por qué no? Lo digo con cariño.

Tomé un vaso de agua, evitando cruzar miradas.

—Dormiste bien, ¿no? —preguntó con tono casual.

—Perfecto. En mi habitación, como siempre.

—Ajá. —Alzó una ceja, divertido—. Curioso, juraría que escuché ronquidos cerca del sofá.

—No ronco —dije, un poco más alto de lo que quería.

Él soltó una risa bajita.

—Tranquila, tu secreto está a salvo conmigo.

Me crucé de brazos.

—¿Y tú? ¿No tienes cosas más productivas que hacer?

—Sí, editar el video del apagón. Fue oro puro, aunque no se vea nada.

—¿Transmitiste mientras no había luz?

—Obvio que no. Pero voy a contarlo como si fuera una aventura épica.

Rodé los ojos, pero no pude evitar reírme.

Había algo distinto en su manera de hablarme: más relajada, menos provocadora.

Mientras servía el café, nuestras manos se rozaron por accidente, solo un segundo, pero fue suficiente para que ambos nos quedáramos quietos.

—¿Quieres azúcar? —preguntó él, rompiendo el silencio.

—Sí… dos cucharadas —contesté rápido, mirando a cualquier parte.

Nos sentamos frente a frente, como si fuera cualquier otro día, sin embargo, el aire se sentía distinto, cargado de algo invisible que ninguno de los dos quería nombrar.

Noah dio un sorbo a su café y me miró con esa sonrisa que ya empezaba a conocer. Entrecerré los ojos. ¿Qué cosa estará pasando por su cabeza?

—Por cierto, ¿quién es Carter?

—¿Qué? —pregunté, arqueando una ceja.

—Mencionaste su nombre cuando te pregunté dónde te habías quedado a dormir—continuó con voz despreocupada, aunque sus dedos jugaban con la taza—. Dijiste que dormiste en su cama.

—Ah, Carter… —respondí, intentando sonar natural—. Es un compañero de clase.

—¿Solo eso? —preguntó, y aunque sonaba casual, había algo en su tono… algo entre curioso y molesto.

—Sí, solo eso. —Le di un sorbo a mi café, esquivando su mirada—. Estábamos haciendo un trabajo juntos, nada más.

—Mmm. —Noah asintió, fingiendo desinterés—. Tiene nombre de tipo que toca guitarra y escribe poesía.

—Pues no, estudia astronomía —repliqué, riendo un poco.

—Lo sé —dijo con una sonrisa torcida.

—¿Celoso? —pregunté, medio en broma, medio esperando algo.

Él levantó la vista, directo a mí.

—¿Yo? —sonrió—. No, solo investigo a la competencia.

Por alguna razón, mi corazón se aceleró.

Noah volvió a concentrarse en su taza, pero sus mejillas tenían un leve tono rosado.

—No tienes por qué investigar nada —dije, bajando la voz—. Carter es solo un amigo.

—Ya… —murmuró, como si no terminara de creerlo.

El silencio que siguió fue incómodo y dulce al mismo tiempo. Intenté concentrarme en mi desayuno, pero mi mente seguía dándole vueltas a esa conversación.

¿Por qué le afectó tanto?

Noah se levantó primero, llevándose su taza al lavadero.

—Tengo que editar unas cosas del streaming —dijo, sin mirarme mucho.

Su voz sonaba tranquila, pero la manera en que se frotaba la nuca lo traicionaba.

—Claro —murmuré, fingiendo revisar mis apuntes.

Cuando se encerró en su habitación, dejé escapar un suspiro. Llevé mi mano a un mechón de mi cabello; lo hago cuando estoy nerviosa.

Espera… ¿por qué estoy nerviosa?

De hecho, no debería importarme. No debería sentirme así solo porque preguntó por Carter.

Y, sin embargo, sí me importaba.

Volví a mi habitación y abrí mi laptop, intentando concentrarme en mis tareas de astronomía, pero la pantalla se volvió un borrón de letras y números.

Mi mente regresaba una y otra vez a su mirada, a lo que hablamos ayer, a cuando tocó la guitarra...

Un mensaje en mi celular rompió mi distracción. Era Carter:

"Oye, ¿podemos revisar juntos los cálculos del proyecto?”

Dudé unos segundos antes de responder.

“Claro. Nos vemos en la biblioteca.”

Debo dejar de pensar en él y concentrarme en mis estudios. Mis padres están gastando mucho dinero para pagarme la universidad; también me depositan para la comida y el alquiler, y no quiero decepcionarlos.

No de nuevo.

No por un chico.

En mi lista de prioridades están mis estudios y no hay espacio para para distraciones como las relaciones. En la noche debería llamar al administrador, ya pasaron varias semanas y no se apareció para decirme si arreglo mi asunto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.