Streaming de corazones

Capítulo 23: Interrogatorio parental

Camila

Regla número uno del universo:

Si vas a besar a alguien, asegurate de todas posiblidades sobre cómo tus padres pueden conseguir las llaves de tu apartamento y no te atrapaen besandote con tu vecino.

Porque sí, justo cuando el momento empezaba a parecer sacado de una película romántica de bajo presupuesto… pum.

Ahí estaban: mi mamá con su sonrisa congelada y mi papá con esa mirada que podría fundir acero.

Noah se puso más tieso que un satélite sin señal y soltó:

—Eh… técnico de mantenimiento. Vine a… revisar el freno electromagnético del ascensor.

Yo. Quería. Morir.

Literalmente no, pero emocionalmente sí. En mi funeral seguro pondrían:

“Aquí yace Camila: víctima de un beso y de una excusa estúpida.”

Antes de que dijera algo peor —porque ese hombre tiene un talento natural para hundirse— lo empujé hacia la puerta y la cerré de un portazo.

Y entonces empezó la segunda parte del desastre: interrogatorio parental nivel FBI.

—Camila, ¿quieres explicarnos qué hacía ese chico aquí a esta hora? —preguntó mamá, dejando las bolsas en el sofá.

—Es… un amigo del trabajo.

—¿Y por qué está el administrador aquí? —intenté cambiar el tema.

—¿Trabajo? ¿A las nueve y media de la noche? —intervino papá.

Buen intento, Camila. Mala ejecución de intentar cambiar el tema.

—Sí, el evento de astronomía del que les hablé.

—Ah, claro —respondió papá—, el evento de astronomía que se celebra en tu departamento, ¿no?

Silencio.

Era un excelente momento para evaporarme con efectos especiales.

El administrador tosió incómodo.

—Señores, aquí les dejo las llaves —dijo, me lanzó una mirada de “lo siento, hija” y huyó.

—Además —continuó mamá fingiendo que no existía nadie más—, tu “amigo”—hizo comillas con los dedo — se veía… ¿nervioso?

—Porque es tímido —mentí.

¿Noah tímido? Sí, claro. Y yo soy astronauta de la NASA.

—Y tú estabas muy cerca de él —agregó mamá.

—Porque… eh… le estaba mostrando la gravedad… emocional.

¡¿Qué acabo de decir?!

Mi papá suspiró tan fuerte que pensé que iba a llamar directamente a un convento para que me recogieran.

—Camila, confiamos en ti, pero no queremos que pierdas el enfoque.

—No lo pierdo, papá. Solo fue una coincidencia.

—Una coincidencia con labios —murmuró mamá.

Interesante forma de quererme destruir emocionalmente.

—Bueno —cambié el tema, de nuevo— ¿qué hacen aquí?

Mamá alzó una ceja.

—Te dije que íbamos a comprarte muebles y electrodomésticos. Como pensé que tardarías, pedí las llaves al administrador.

—¿Tan tarde?

—Íbamos a llegar temprano pero tu mamá se peleó con una señora por un florero —respondió papá.

Mamá llevó una mano a su frente.

—No quiero volver a encontrarme con esa mujer. Al final el florero se lo llevó una chica de tu edad.

>>Camila —continuó mamá— baja y dile a los chicos de carga dónde colocar los muebles. Yo iré a la habitación de invitados. Estoy agotada.

Obedecí.

Les indiqué a los trabajadores dónde poner cada cosa, agradecí y cerré la puerta. Cuando todo quedó en silencio, me desplomé en la cama y me enterré en la almohada.

Quería desaparecer, pero la tierra no me colaboraba.

***

Noah

Técnico de mantenimiento.

A las nueve de la noche.

JA.

Primero me reí bajito.

Luego más fuerte.

Terminé doblado de la risa.

Y entonces, decido mandarle un mensaje:

"¿Sigues viva o debo mandar flores?
PD: Los frenos del ascensor están en excelente estado."

Sonreí.

A los segundo llegó el mensaje de Camila:

"Jajaja Eres malo para las excusas"

Respondí sin pensar:

“Pero bueno en otras cosas”

Y ahí, entre la risa, la vergüenza y el desastre monumental que habíamos creado… No fue un mal día. Hace tiempo mi vida esta verdaderamente llena de felicidad. Y también, que este beso no fue para nada un error.




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