Streaming de corazones

Capítulo 25: Convocatoria.

Camila

Llegué a mi departamento esperando paz, silencio… y quizá un vaso de agua para recuperar mi dignidad perdida.

Pero apenas abro la puerta, me encuentro con la señora Maricela, osea mi mamá, parada en medio de la sala como si fuera la directora de un colegio a punto de expulsarme.

—Camila. —Ni un “hola”. Ni un “¿cómo te fue?”. Nada.

Mal asunto.

Mi papá está sentado en el sofá, con los brazos cruzados, como un juez al que ya le contaron todo y está listo para dictar sentencia.

Ay no.

Esto no pinta bien.

—Siéntate —dice mi mamá, señalando la mesa como si fuera un interrogatorio policial.

Obedezco. Más que nada porque no quiero agregar “desheredada” a mi lista de problemas.

Mi mamá respira hondo, indignada en todos los idiomas.

—No puedo creerlo, Camila. ¡No puedo creer que te hayas besado con un joven comprometido!

—Mamá, yo no sabía que estaba comprometido —respondo, tratando de no entrar en pánico—. ¡Él tampoco sabía!

—¡Eso es peor! —exclama—. O está mintiendo o está perdido. ¿Y por qué no me dijiste que estabas viviendo con ese joven? ¡Por mucho tiempo!

Me quedo muda porque no tengo razones para justificarme. Como diría mi mamá: La verdad tiene patas cortas.

Mi papá interviene:

—Tu mamá tiene razón, hija. Ese muchacho no se ve muy estable… además, no me gusta la idea que hayas convivido con ese joven en secreto. Debiste decirnos para ayudarte a buscar una solucion. Y esta comprometido.

—¿EN SERIO? —me indigno— ¡Si sus papás aparecieron de la nada! ¡NI ÉL SABÍA DEL COMPROMISO!

Mi mamá me mira con el clásico "no me importa qué digas, igual tengo razón".

—Camila, te lo digo desde ya —advierte—: no quiero que te juntes con ese chico.

—¡Pero trabajo con él! —respondo—. ¿Qué hago? ¿Renuncio? ¿Finjo amnesia?

—Puedes pedir un cambio de área —dice mi papá, como si fuera tan fácil cambiar de planeta.

—Papá, soy su asistente. ¡Del evento entero! No puedo dejar de verlo.

Mi mamá se cruza de brazos, frustrada.

—Pues más te vale mantener distancia. Aunque trabajen juntos.

Ah sí, claro.

Distancia.

Después de todos los besos que nos dimos...

Fácilísimo.

Ellos se van del departamento y me quedo sola, tratando de calmarme. Busco en mi mochila mi cuaderno para avanzar otro proyecto que me dejó mi profesor, espero que esto me ayude a despejar mi mente.

***

Al día siguiente, llego a la universidad con la mente hecha un lío.

Quiero pensar en trabajo, en el evento, en cualquier cosa que no sea Noah, su casi compromiso o su mamá con mirada de dictadora elegante.

—¡Camiii! —me grita Silvana desde la entrada.

Corre hacia mí casi saltando. ¿Saltando?

—¿Qué pasó? —pregunto.

Ella toma aire, se muerde los labios, y me suelta:

—Estoy de novia con Carter.

Abro los ojos.

—¿¡Qué!? ¡Silvana, por fin! —la abrazo tan fuerte que casi la dejo sin aire— ¡Estoy tan feliz por ti! ¡Por mis paralelas!

—Lo sé, lo sé, lo sé —ríe—. Es que… no sé, todo se dio bonito... ¿Dijiste paralelas?

Y ahí, por primera vez en todo el día, sonrío de verdad.

—En serio, me alegro mucho —le digo—. Te lo mereces. De hecho, ya era hora que ambos hayan admitido sus sentimientos.

Silvana se sonroja un poquito antes de cambiar de tema:

—¿Y tú? ¿Qué pasó ayer? Escuche muchos rumores sobre unas mamás discutiendo.

Me quedo mirando al frente, traumada.

—Silvana… su mamá de Noah… mi mamá… casi pelean en plena sala de reuniones.

—¿Qué?

—Pero eso no es lo peor.

—¿Qué es lo peor?

—Al parecer… está comprometido.

Silvana se queda en shock.

—Ay, amiga…

—No, tranquila —respondo rápido—. Él tampoco sabía. O sea… su mamá lo comprometió sin avisar.

—Ya. Sí. Eso explica mucho. —Suspira— ¿Y ustedes…? ¿Después de eso…?

Yo carraspeo.

—Nada. Solo hablamos.

No pienso hablar que despúes de ese beso hubo más.

Todavía no.

Entramos a la facultad y lo primero que vemos es un anuncio gigante pegado en el panel principal:

CONVOCATORIA ABIERTA
PROGRAMA DE INTERCAMBIO INTERNACIONAL
ESTUDIA UN SEMESTRE EN EL EXTRANJERO

Silvana abre la boca.

—Camila… ¿Vas a postular?

Me congelo frente al cartel.

Intercambio.

Otro país.

Una nueva vida.

Una oportunidad que nunca pensé tener.

—No sé… —respondo bajito.

Silvana me mira con ese gesto que siempre usa cuando sabe que estoy evitando mis propios sentimientos.

—Camila, esto podría cambiarte la vida.

Sí.

Podría.

Pero si tomo esa oportunidad…

¿Eso significa dejarlo todo aquí?

¿Significa dejar… a Noah?

Respiro hondo, sin saber qué decidir.

Y mientras sigo mirando el cartel, una parte de mí lo sabe:

Este intercambio podría ser la salida…o podría ser otra complicación gigante.

No estoy lista para elegir.

—¿Qué hay de ti, Silvana? —pregunto mientras seguimos caminando.

—Quiero ir, pero primero le comentaré a Carter si también quiere ir.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.