Primer Nota
La mañana del quinto día después de regresar a Corea me sentía horrible, aún no toleraba el cambio de horario, la cabeza no paraba de doler, tenia sueño y unas increíbles ganas de volver a la cama lamentablemente aún era semana escolar y por supuesto era imposible no asistir.
Después de la rutina diaria de aseo me dirigí a la cocina
─¿Menú del día? ¡Cereal! ¡Qué bien! –Decía con demasiado énfasis y sarcasmo en la respuesta.
Normalmente acostumbraba comer todo lo que mamá colocaba en la mesa pero ya que no se encontraba para preparar esos deliciosos platillos lo único que restaba era conformarme, aún si a medio día estaba muriendo de hambre.
Considerándome una persona nada sentimental o apegada lo aceptaba extrañaba a mi familia, la comida de mamá, las charlas con mi padre y porque no hasta las constantes preguntas de YeoHun acerca de todo.
Despertaba un poco de mi ensueño moviendo el cuerpo al realizar un par de ejercicios, acto seguido colocaba los platos dentro del lava vajillas y corría a higienizar mi boca para salir cuanto antes.
El día estaba repleto de rutina, las asignaturas en ocasiones te podrían sorprender con ciertos conocimientos desconocidos o detalles interesantes pero en su mayoría se trataba de tu propia búsqueda en distintas fuentes. Pero hoy no me desanimaría ya que contaba con planes para el fin de las lecciones, el solo recordarlo me provocaba cierta felicidad.
En la última lección impuesta por el Prof. Lee comenzaba a interesarme, habiendo sido atraída por su visible pasión al hablar y la manera tan única de explicar los términos y experiencia personales, todas las chicas parecían admirarle pero quizá no por los motivos adecuados, siendo una clase de mestizo las personas solían mirar con mayor atención, curiosidad o rechazo, no me sentía excluida pero tampoco totalmente aceptada y estaba bien con eso después de todo no recordaba las costumbres o mi pensamiento funcionaba como el de una coreana promedio en muchos ámbitos, los estereotipos de belleza en corea eran uno de los que no lograba comprender.
En cuanto el Profesor salió del aula todos se movilizaron rápidamente detrás de él, me consideraba un poco lenta por lo cual siempre resultaba ser de las ultimas en tomar sus pertenencia y abandonar el recinto.
Caminando a través de los pasillos con un par de libros en mano, sintiéndome en mi propio mundo y planeando la ruta que tomaría percibí un ligero roce con sentido a golpe en mi hombro izquierdo gire al momento pero lo único visible fue la chaqueta negra de un joven alto que continuaba su camino sin inmutarse con un par de chicas detrás siguiéndole, en cuanto nuestras miradas se encontraron pude saber el significado nada oculto en ellas ¡aléjate!
Bien, bien es su chico, no planeo acercarme, pero que pesadas, así que aquí también se toman en serio sus grupos y pensar que llegaría a un lugar diferente- reprochaba en mi pensamiento, mientras suspiraba-
Realmente no planeaba prestar atención al hecho pero al pensarlo aquel ligero aroma llego a mi mente, una combinación de alcohol, cigarrillo y una extraña esencia dulce quizá chocolate o caramelo que de aquel chico aprecié, no conseguí ver su rostro pero seguro se trataría del característico chico guapo que es cool y actúa genial frente a las chicas sinceramente nada especial, di fin a ese pensamiento al recordar mi destino.
Media hora después, un par avenidas recorridas y estaba ahí, el lugar no era muy grande o frecuentado pero desde el primer día que lo descubrí se convirtió en mi favorito, nada mas ingresar y sentías que te encontrabas en otro lugar incluso en otro época, de forma sencilla se le podría dominar como retro quizá vintage, pero eso realmente no era lo importante, la calma que sentía estado ahí jamás la experimentaría en otro lado, rodeada de vinilos, cd, audífonos, décadas de música, sin mencionar por supuesto al buen Sr. Park, adoraba a ese anciano que seguro ahora y después de tantos años podría no reconocerme.
Pasaron dos minutos desde que llame a la puerta cuando el Sr. Park apareció nada mas verme y estudiar un poco mi rostro soltó inmediatamente mi nombre
─Jovencita a pasado tanto tiempo y veo que has crecido formidablemente
─Y usted sigue igual de atractivo o incluso mas -Una pequeña sonrisa asomaba en la orilla izquierda de mi boca.
─Que va, solo me hago mas viejo, pero pasa, pasa la estantería por detrás ¿cierto?
─Usted es ¡increíble! –Le daba un pequeño beso en la mejilla y corría a través del espacio para llegar a la parte trasera del lugar.
Verdaderamente no se trataba de un sitio habitual, lo primero que asaltaba tu vista era la extraordinaria colección de vinilos y algunos artículos antiguos, una vez te adentrabas por el medio aparecía un espacio rodeado de vidrio para hacer visible el área con césped y el gran árbol rebosante de flores, el grueso tronco del cerezo impresionaba.
Una vez decidida mi selección camine hasta abrir una de las puertas, me senté a un lado con el cerezo otorgándome sombra cerraba los ojos y relajaba hasta perder ante la voz de la mujer en mis oídos.