Stubborn

1. El nuevo entrenador

1. "El nuevo entrenador"

Septiembre 9, 2014
Estados Unidos, Washington DC

Algo me tiene inquieta, o molesta, no lo sé con claridad solo sé que tiene que ver con ese par de hermanos "gemelos" que a mi parecer ni siquiera los ojos tienen iguales. Recién empiezan hoy el año de bachillerato.

Y la verdad es que no me caen del todo. Y para mi mala suerte tocan en nuestro salón, agradezco no compartir mesa con ninguno, aunque siempre tengo la ventana al lado y puedo tirarme o tirarlo.

Mejor la segunda. Así se le borra esa sonrisa de suficiencia que muestra a todo el estúpido alumnado que los rodean por ser los nuevos.

—Vaya, y pensé que yo era la acosadora de chicos —se burla Andra cuando se sienta en nuestra mesa— Vamos Vale, no lo mires como si fueras un lobo acechando.

Emily retiene una risa que de igual manera se le escapa con lentitud y Andra manosea su comida con una sonrisa retorcida, como todo su ser.

—No lo estoy acechando —ruedo los ojos.

Solo imaginando como puedo asesinarlo. ¡Si, exacto! Eso haces.

—Claro solo comiéndolos con la mirada —replica Emi— si es así pido al de cabello alborotado, se mira más agradable que el otro.

La miro con asco, y descolocada. Trato de calmarme normalmente no me enfado. Pero hoy se me ha pegado el odio hacia el mundo, de Andra.

—Es una lástima que solo sean dos —sisea Andra. Y levanta un milímetro su mirada a mí.

Me lanza una mirada significativa. Y allí está la Andra que conozco una fanática en todo su esplendor de la belleza masculina.

Ella es cero compromisos, nada de cadenas. Y amante de los polvos. Le gusta ser libre, oh al menos eso dice.

Por ahora no ha tenido nada serio, solo muchos ligues. Se aburre fácilmente, nadie llena sus expectativas. Me centro en terminar la comida antes de que toquen el timbre, nos ponemos a conversar sobre la escuela.

Ellas son dos de mis mejores amigas, Emily es la bromista y que siempre tiene energía, tanta que a veces Andra quiere mandarla de una patada a la luna. Nunca para de hablar, es buena subiendo el ánimo a las personas.

Es una mini bomba de sorpresas. Emocionalmente es fácil de seguir, sabes cuando está triste y cuando está feliz o enojada. Es un poco llevadera, debes tener tacto para no herir sus sentimientos.

Andra, es todo un caso, es alguien llevadera, siempre tiene energía al igual que Emi, Pero es más reservada cuando quiere, pero piensa las cosas "a veces" si no es que sus impulsos la dominan. Es una mezcla de alegre, rompe reglas y corazones. Es la rebelde del grupo. Una sádica en su esplendor, todo lo resuelve con matar a la gente -no literal- aunque siempre a fantaseado con matar a alguien.

Y yo, en pocas palabras o como todos dicen soy la mamá del grupo. La que se desvive porque Emily y Andra no se maten a diario, más Andra, tiene una obsesión con que la atropellen.

Me centro en mis estudios, chicos cero. Nadie me atrae o me llama la atención como para entablar algo. A la vista de los demás puedo ser un rollo bastante grande. Una enfurruñada con mala leche.

Vamos de regreso al salón, toca matemáticas que aburrido. Si bien no soy mala en ello no es como que me emocioné o me gusté demasiado.

Cuando la última clase termina todos salen como manada de animales hacia la puerta, como si tuvieran algo bueno que hacer.

Guardo mis cosas con total tranquilidad, en el salón solo quedamos Emily, Andra y yo. Hasta el profesor tenía urgencia por irse. Ellas dos miran por las ventanas hacia el patio de la escuela. Cabe recalcar que, aunque las dos sean buenas para hacer amigos, no los quieren tener.

—Vamos ya. —me acercó a ambas y asienten.

Caminamos por los pasillos hacia la salida, hablando de algunos temas de estudio y futuros parciales que tenemos que presentar. Emily es la primera en quedarse en el camino y como no, si su casa queda como a dos calles de la escuela y aun así llega tarde.

—Nos vemos después y has las tareas Emily —le advierto retomando el camino.

—Si mamá —me río al ver que parecemos una familia disfuncional.

—¡Adiós Hobbi! —se despide Andra con ese apodo que le ha puesto hace poco.

Ella es la de los apodos, siempre que conoce a alguien le pone uno y debes sentirse valorado y suficiente cuando ella te da uno porque no lo hace con todos. Yo tengo como cuatro si no que más.

—Esos dos chicos nuevos son muy lindos ¿No lo crees?

—No es para tanto, son lindos, pero no la mejor cosa del mundo.

—Aguafiestas, pero tienes razón. La verdad no es de mi entero gusto.

—Vaya que sorpresa a Andra no le gusta un chico ¿Que paso con el de la semana pasada?

—Hoy es lunes. Eso significa nueva semana, nuevo juguete.

—Tu no valoras a nadie. Eso un día te jodera.

—Puede ser, pero mientras sea yo quien los joda hay que aprovechar. Pero ya tendremos esa conversación otro día. Suerte en tu entrenamiento de hoy.

—Nos vemos luego —me despido de Andra, normalmente siempre compartimos el camino. Aunque solemos llegar primero a mi casa que a la de ella, así que el resto le va sola.

—Adiós Vale. —se despide con una sonrisa y camina hacia el otro lado de la calle.

Camino hasta mi casa, y saludo a mi mamá al entrar, mi hermana mayor ya va de salida como siempre llega tarde al trabajo. Solo se despide con un ademán.

—Hola mamá. —me acercó para darle un beso en la mejilla.

—Hola ¿Como estuvo tu día? —me pregunta animadamente.

—Bien, todo normal.

—Me alegra, ¿Te quedas a Almorzar? He preparado pasta.

—Quisiera decir que sí, pero debo de ir a entrenar.

Y como siempre, no me pude salvar de comer, a mamá no le gusta que me salte las comidas y no es que su comida sea fea como para ser un castigo. Pero no me gusta ir llena cuando voy a entrenar. Eso me vuelve más lenta en el agua.

—Dios, ya voy tarde. ¡Mamá llevaré tu auto!.




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