El despertador suena por todo lo alto en mi habitación, me había olvidado de quitar mi alarma para este fin de semana, era domingo la competencia fue hace dos días y ahora sí que les haría caso a las chicas y me daría un descanso.
Cuando logro encontrar el botoncito para callarlo vuelvo a enfocar mi sueño, me tapo hasta por encima de la cabeza con la manta para que la luz del sol no me moleste. Me relajo y rápidamente vuelvo a entrar en la primera fase del sueño.
En mi sueño siento que me caigo por un agujero negro y salto en la cama cuando recobro la conciencia, odiaba cuando me daba ese mini paro. La puerta de mi habitación se abre y es mamá que me mira con mala cara cuando me ve aún acostada.
—¿Qué haces aún ahí? Tienes entrenamiento y sigues durmiendo Valesca.
Se acerca hasta la ventana y termina por abrir las cortinas y siento que soy un dementor de Harry Potter cuando la luz casi me extingue.
—De que hablas, hoy no tengo entrenamiento. Creí habértelo dicho.
—Pensé que bromeabas, tú nunca descansas.
—Pues hoy decidí hacerlo.
—¿Entonces porque ese chico guapo viene por ti para entrenar? —repaso en mi cabeza si invite a un chico guapo a mi casa y que puede que se me haya olvidado, pero no hay nada de eso en mis recuerdos.
—¿Que chico?
—¿Alec? Creo que dijo que así se llamaba. Lo deje pasar a la sala, se miraba muy bueno como para dejarlo afuera.
Mamá se entretiene buscando mi ropa de entrenamiento y yo salgo casi como Flash al pie de las escaleras donde miro a un crío demasiado alto para mí techo, con sus narices metidas en fotos familiares que adornaban la pared central.
—¿Qué haces aquí?
—Linda foto. —me acercó a él y cubro sus ojos y lo alejó de ese lugar.
El solo ríe como imbécil. Cuando ya está junto al sillón le destapó los ojos y lo encaró.
—Vuelvo a repetir ¿Qué haces aquí?
—Tenemos entrenamiento ¿No te lo dijo Noemí?
—Me miras con cara de que me lo haya dicho.
—Oh talvez fui yo quien no se lo dijo —se hace el pensativo el muy gracioso— Bueno lo importante es que tenemos entrenamiento ¿Iras así?
Pone una sonrisa socarrona y me examina con la mirada más que todo a mi pijama: una camisa de tirantes y una un pantalón holgado. Vuelvo a ponerle la mano en los ojos.
—Quédate aquí, bajaré en seguida. Y no toques nada y mucho menos rompas nada.
Empujó su cabeza hacia atrás cuando destapó sus ojos y subo a mi habitación donde mamá está saliendo de ella.
—Deje tu ropa en la cama, dúchate y cámbiate, yo atenderé al muchacho.
La miro como si tuviera tres cabezas, si yo fuera ella lo hubiera dejado en la puerta sentado en el pavimento. Hasta era más viable dejar entrar un perro callejero que a Alec. Por la maldita culpa de ese idiota no me da tiempo de cantar a todo pulmón en mi ducha, así que corro para estar lista en tiempo récord.
Después de quince minutos ya estoy bajando las escaleras en busca del intruso.
Escucho risas en el comedor y voy a ver qué pasa, la sorpresa es grande cuando miro a mamá riendo con Alec y los dos con un vaso de jugo y galletas.
—Hasta que terminas Valesca —dice mamá— me preocupaba que Alec se aburriera así que le ofrecí algo de comer.
—No se preocupe señora, con su agradable presencia nadie se aburriría, me hizo muy amena la espera y sus galletas son un deleite ¿Puedo llevar algunas?
—Claro que si cariño. —Alec mete algunas galletas en el bolsillo de su chaqueta y se despide de mi mamá antes de salir.
—Te espero afuera.
—Ese chico es encantador. —sisea mamá y solo la ignoro por el bien de mi enojo.
—Te veré después mamá, te amo.
Le doy un beso en la mejilla y salgo de casa, miro su auto estacionado enfrente y el ya está dentro. Me obligó a entrar en el auto.
—¿A dónde vamos? —lo volteo a ver mientras el pone una de las galletitas entre sus labios mientras prende el auto.
—Ya lo verás, por ahora sorpresa.
Nos ponemos en marcha y el prende el radio; es Quien soy, de Alice wonder. Llegamos a nuestro ansiado destino, me sorprendí cuando era un mísero lago en el medio de la nada con algunos botes y remos en la orilla para uso turístico ¿De dónde se sacó este lugar?
—Okey sirenita, talvez no volvamos de este entrenamiento, pero sin duda seremos más fuerte que los dioses al terminarlo.
—No estoy entendiendo nada ¿Nadaremos aquí?
—Si y no.
Me quedo a un lado cuando Alec empieza montar un bote sobre el agua, toma dos remos y los pone dentro parece satisfecho con su finalidad. Aplaude y se frota las manos entre sí antes de quitarse la chaqueta dejando su camisa color oliva a la vista.
—Las damas primero sirenita.
Ruedo los ojos y acepto su mano cuando me la ofrece para subir al bote que parecía algo viejo a mi parecer, seguro muchos turistas lo usaban. Me siento de espaldas al horizonte.