Stubborn

12. Rival sin oportunidad

Me tomo un descanso durante el entrenamiento, miro a la sirenita seguir con las brazadas sin ánimos de parar, el tiempo para ir a París cada vez era más reducido y ella cada vez pensaba que estaba menos lista, aunque a mí me parecía todo lo contrario.

No le había hablado en todo el día, cuando ella lo hacía solo le asentía con la cabeza o mandaba a alguien para que le contestará por mi. Sería honesto y diría que estaba molesto, pero talvez esa molestia solo era contra mí, contra ese estúpido chico, pero menos contra ella.

Me abruma el hecho de que pase lo que pase no puedo enojarme con ella, puedo preocuparme, entristecerme o hasta ponerme feliz, pero nunca tendría ese sentimiento para con ella.

—En serio estás descansando, si quieres ser el mejor no debes parar.

La escucho decir por detrás, pero de nuevo esa sensación inunda mi cuerpo, ni siquiera la volteo a ver y solo salgo de la piscina. Aún no era mi tiempo, el tiempo de preguntarle sobre lo que vi y así obtener la respuesta que ya me formé en la cabeza, cuando obtenga una podré volver a dormir bien.

Pero Valesca es todo menos dejada, así que se le escucha salir de la piscina y en menos de lo que puedo reaccionar toma mi brazo y me voltea quedando cara a cara.

—¿Qué demonios te pasa?

—Nada.

—Eres un mentiroso.

—Ahora me insultas, ¡genial!

—Por esto digo que eres un mentiroso, eres demasiado volátil ante mis ojos, pero hasta yo sé cuándo tu humor cambia y desde ayer estás así. ¿Te dejo tu novia o algo así?

Se que es una simple broma, pero me hace estallar la paciencia.

—Aún peor, creo que me ha engañado. Apuesto a que sabes sobre ese tema ¿Eh?

—¿Que?

—Olvídalo no importa —me suelto de su mano y camino a las gradas, pero parece que esto no queda ahí porque la escucho caminar por detrás.

—Puedes actuar como el maldito adulto que eres y decirme porque estas enojado. Oh al menos porque pareces estarlo conmigo.

—No quiero decírtelo.

—Está bien, si no quieres hablarlo entonces no me hables nunca más.

Y aquí sí que lo deja por la paz, se vuelve a la piscina y el que queda descontento con la respuesta soy yo. ¡Pero qué más da! frente a ella ya me he humillado lo suficiente como para que una vez más me afecte demasiado.

—¿Quién era él? Ese chico. —se voltea tan rápido como termino de hablar.

—De que hablas.

—Hace dos días te vi con un chico —siento ganas de vomitar por el simple hecho de decirlo en voz alta— ustedes dos estaban haciendo cosas de novios.

—No te entendí, explícate.

—Pues has el intento de entenderlo, porque esas palabras no saldrán de mi boca; de solo intentar decir esa mierda probablemente vomité hasta mi alma.

—¿Besarse? A eso te refieres con cosas de novios.

—Vaya, yo sabía que eras inteligente tanto como Einstein.

—Puedes hablar claro y preguntar directamente. ¿Qué tanto deseas saber?

Eso no me lo esperaba, estaba resignado a tener un desvío de tema o una respuesta mucho peor que mi pregunta, pero parecía que hoy la sirenita era un libro abierto y claro que aprovecharía esa oportunidad.

—Noemi me dijo que se llama Coled del equipo de relevos. Pero quiero saber quién es el en tu entorno, en tu vida.

—¿Verdaderamente es importante para ti saberlo? Puede que la respuesta no te guste.

—Si quiero saberlo.

—Hace dos años fui novia de el. Nada importante ahora que tengo más uso de razón. Si te soy sincera fue la primera persona que yo pensé amar tan profundamente. Era el primer chico con el que salía, mi primer amor.

—¿Lo quieres aún?

—No.

—Ahora la mentirosa eres tú.

—Si lo dices por ese beso, el me lo dio por sorpresa. Supongo que no te quedaste hasta el final.

—¿Que sucedió en el final?

—Le di una bofetada, el ya no me gusta, ya no me agrada y menos siento amor u otro sentimiento por él.

—Si lo amaste tanto como dices, dudo que no sientas nada.

—Lo ame, pero también lo odie con todas mis fuerzas y eso elimino todo sentimiento, bueno o malo se fue todo.

—¿Por qué terminaron?

—Todo lo bueno también se convierte en malo Alec.

2 años atrás

Lo miro encorvado frente a la mesa, escucho claramente como inhala por la nariz con tanta desesperación como si el polvo que tiene enfrente fuera a desaparecer o a salir volando.

—Prometiste que ya no lo harías

—Lo siento amor, pero lo necesito para vivir.

—Si los de la federación lo descubren vas hacer eliminado del torneo, peor aún. Puedes ser vetado.

—Ellos no tienen por qué enterarse, solo tú y yo lo sabemos.




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