Stubborn

14. Un fin necesario

Todos tratamos de copiar las cosas tan rápido como nos las dicta el profesor, pero parece que fuera flash dictando. ¿Me está jodiendo? Dios, ni siquiera puedo respirar y eso que yo solo debo de escribir. Todos sentimos un gran alivio cuando dicta el punto final.

Yo no le entendía nada al garabato que era mi letra ahora mismo, pero la sirenita sí que logró apuntar todo con letra legible.

—Bueno chicos, esos apuntes les servirá para su próxima tarea —todos se quejaron— será hacer un ensayo de los elementos de la tabla periódica, un ensayo virtual con más de quince hojas.

—Eso es demasiado —se escuchó por detrás.

—Sera de forma virtual y eso les facilita bastante, el ensayo será para mañana —este profesor estaba jodido, era un hecho— por ese mismo motivo lo harán con el compañero que este a su lado.

Ahora sí que con gusto haría este ensayo, volteo a ver a la sirenita y ella igual.

—Eso es todo. Pueden retirarse jóvenes.

El profesor toma sus cosas y se va tan rápido como dicta, los demás se reúnen con sus compañeros para ponerse de acuerdo y yo creo que haré lo mismo.

—¿Y bien? Como lo hacemos.

—Te diría que lo hiciéramos en mi casa, pero mi papá está de turno de noche y tú eres muy ruidoso.

—Auch, pero suena real. Hagámoslo en mi casa, solo estarán mis papás y Jake tal vez vaya a otro lado con su compañero.

—Está bien, tengo cosas que hacer así que llegaré a las cinco a tu casa.

—Me parece bien.

Ella sale del salón y yo espero un poco más para después salir corriendo a mi auto, eran las tres y tenía poco tiempo para preparar mi casa.

Cuando llegó subo de inmediato a mi habitación, oculto toda la ropa que tengo esparcida y la meto en el clóset, acomodo mi casa y abro las ventanas para que el aire refresco entre al cuarto.

Cuando ya me siento seguro de que todo se mira en orden salgo de mi habitación, cierro la puerta y la vuelvo abrir para ver cómo se vería mi cuarto cuando ella entrara y vaya que se miraba bien. Bajo a la sala y me acuesto en el sillón abrazando una almohada para esperar hasta que ella llegará.

—¿Sucede algo Alec? Llegaste de prisa y se escuchó como si revolvías tu cuarto. De nuevo perdiste algo. —dice mamá desde el marco de la cocina.

—No, solo que una amiga vendrá hacer un trabajo a casa y debía ordenar mi habitación. —en cuestión de segundos mamá se acerca hasta mi.

—¿Una chica? Quién es. Dime.

—Es Valesca, la chica de la piscina.

—Oh Dios, por fin la conoceré. Hablas tanto de ella que parece genial ¿A qué hora vendrá?

—A las cinco.

—Vaya, aún tengo tiempo de hacer algunas galletas y chocolatada para recibirla, avísame cuando venga.

Mamá corre a la cocina y se escucha como saca sus cosas para cocinar, no me dio tiempo ni de protestar, pero no lo haría porque al final hará galletas y esas sí que las apreciaba.

No recuerdo en cuántas posturas diferentes me acomode en el sillón hasta que llegara la hora. Me estaba quedando dormido cuando el timbre sonó y me levanto para abrir.

—¡Llegaste!

—¿Sí? Solo olvidé mis llaves está mañana que salí. Pero te miras emocionado, acaso quieres pedirme algo.

—¡Papá! Tú no eres a quien estoy esperando. —mamá sale de la cocina para recibir a papá y vuelvo a cerrar la puerta y sentarme en el sillón.

—¿Ahora que le pasa a Alec?

—Está esperando a una chica para hacer una tarea, ya sabes cosas de jóvenes adolescentes. Se mira muy entusiasmado por ella ¿Verdad Cariño?

—Claro que sí, con esa sonrisa parecía que ese payaso de la película de miedo me estaba abriendo la puerta.

Ruedo los ojos y mamá le ofrece galletas a papá que toma sin chistar. El timbre vuelve a sonar y me levanto igual de emocionado que la primera vez, ahora sí que es ella.

—Perdona por tardar, debía llenar el tanque de gasolina antes de venir.

—No sabía que tenías auto.

—No lo tengo, aún. Pero mamá me lo presto por si volvía tarde hoy.

—Ya veo, pasa.

Me hago aún lado y ella pasa cierro la puerta y mis papás parecen atónitos, por la expresión de mamá de que quiere saltarle encima y abrazarla y papá parece tan curioso con la situación.

—Ella es Valesca, una amiga del instituto y compañera de natación. Sirenita ellos son mis padres, mi madre Margaret y mi papá Cristopher.

—Es un gusto conocerlos.

—El gusto es nuestro, eres tan linda como lo cuenta Alec —si nuestra relación no hubiera avanzado como lo había hecho seguro estaría más avergonzado que esto— ¿Puedo darte un abrazo?

—Claro.

Mamá se acerca a ella y la abraza, Valesca lo corresponde y me siento tan bien de qué dos personas especiales para mí se lleven bien, pero un sonido nos distrae a los tres y volteamos a ver papá que les acaba de tomar una foto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.