Había dejado de intentar llegar al otro lado de la piscina de olas desde ese día que sentí olvidar como nadar, ya no tenía prisa en avanzar solo porque sí. Ahora quería hacerlo por un propósito.
Quería vencer el miedo a ahogarme en mi propia paranoia, vencer a mi mente y tener el control de nuevo. Despertar y ver el día claro. Cuando estoy a centímetros del filo de la piscina me dejo ir por la corriente y tal como el otro día termino en el fondo, viendo las luces reflejarse en el agua, desde aquí la piscina se miraba dividida, un lado iluminado y el otro siendo la sombra de lo claro.
Pongo los pies en el suelo y me impulso hacia arriba hasta llegar y respirar como si fuera la primera vez. Una punzada de dolor me llega desde el tobillo y no se detiene, puede que lo haya esforzado mucho hoy. Nado hasta la orilla y trato de salir, pero los brazos me tiemblan y mi fuerza no es suficiente. Me detengo a descansar, hoy no estaba papá o el doctor para que me sacaran de aquí, solo yo.
ALEC
Salgo de la piscina cuando el silbato del entrenador da por finalizado el entrenamiento de hoy, siento que todo mi cuerpo me pide a gritos que deje de vivir, el sí sabía cómo ponernos a trabajar duro.
—Es todo por hoy, vayan a las duchas y pueden ir a descansar.
Me despido de algunos chicos en el camino y le digo a Archie que se adelante porque me queda algo por hacer. Camino por los pasillos hacia la siguiente puerta donde está la piscina de olas, abro la puerta con cuidado y la veo descansar en el filo.
Trata de salir de la piscina, pero los brazos le tiemblan, vuelve al agua y lejos de volver a intentar solo mete una mano bajo el agua y se toma el pie, camino hasta estar frente a ella, me mira desde abajo y tuerce un poco el gesto.
Entro a la piscina donde está ella.
—¿Te duele el tobillo?
—No.
—Mentirosa.
—Solo un poco.
—Sigues mintiendo, tus ojos no me miran cuando lo haces.
—Está bien, me duele el tobillo y estoy demasiado cansada como para poder salir por mi cuenta de la estúpida piscina —se muerde la comisura del labio.
Me acerco a ella para tomarla de las manos y luego abrazarla por la cintura, antes ni siquiera podíamos estar en el mismo lugar, pero ahora necesitábamos estar juntos.
—Sabes sirenita, el estar cansado o sentir dolor está bien. Somos humanos, promete que, si sientes eso, me lo dirás sin problema. A veces es bueno parar.
—Lo prometo, pero tú también tendrás que decírmelo. —susurra cerca de mi mientras reposa su frente en la mía.
—Me parece más que justo.
Hago más fuerte el agarre en su espalda y paso el otro brazo debajo de sus rodillas para tenerla de espalda al agua. Me recordaba aquel entrenamiento de las brazadas, solo que esta vez con menos insultos y drama.
Su cabello flota por el agua mientras sus piernas están sumergidas en ella. Tiene la vista perdida en el techo que está a más de diez metros sobre nosotros ¿Cómo demonios cambiarán el foco? Suspira y cierra los ojos, la sostengo para que flote mientras doy vueltas lentas llevándola conmigo.
—Leí un reportaje que decía; que muchas personas estaban dando a luz en el agua, según eso reduce el dolor físico. También leí sobre las terapias en el agua, dicen que ayuda al cuerpo y su resistencia. —informo sobre mi investigación, ella solo sonríe- ¿Te sientes mejor?
—Mucho mejor, sigue así.
—¿Y si me canso?
—Me lo tendrás que decir.
Creo que había elegido mi lenguaje del amor; el toque físico. Si pudiera vivir en su piel, lo haría. Su calidez era mejor que cualquier otro analgésico. La apego más a mí, sintiendo nuestra piel rozarnos... mierda, mis emociones me estaban consumiendo.
—¿Sabes que te amo más que ayer, pero menos que mañana?
—Lo sospechaba. Yo te amo por completo —me sorprende obtener tanta sinceridad de su parte, no me quejo lo agradezco.
La sigo ayudando a flotar en el agua, esto era todo lo que podía hacer por ella y su dolor en el tobillo. Increíblemente algo doloroso nos unía y no solo el suceso sino una marca en nuestra piel, todo lo que ella estaba pasando yo ya lo pasé y sería su guía cuando no encontrara el camino.
VALESCA
Estaba aprovechando que mi compañera de cuarto no estaba, digamos que ella era muy despistada, me tapo la cara con la almohada mientras la música recorre los audífonos y llega a mis oídos.
Ya estaba cruzando esa línea del sueño ligero y el pesado, salto de la cama cuando alguien me toca los dedos. Me encuentro con Alec adentro de la habitación.
—¿Qué haces? —me quito los audífonos y le lanzo la almohada.
—Toqué la puerta, pero nadie respondió, así que entre y no quería despertarte, pero se dio así.
—Está bien, que necesitas. Si me despiertas por lo menos que sea para algo bueno.
—Oh vaya que lo es, los demás de la residencia planeamos hace unos días una fiesta para Halloween en la noche. O sea, hoy y quería que fueras conmigo. Es de disfraces y eso.