La llevo tomada de los hombros, guiando cada paso que da por los pasillos en dirección a la piscina. Lleva puesto su traje de baño violeta, uno de los primeros que le vi puesto y que hace mucho no lo traía consigo. Giro sus hombros cuando damos vuelta a la derecha. Por los ventanales se percibía la noche entrando.
—Alec no te he visto en todo el día, es de noche y parece que quieres nadar. Ojalá que esto sea bueno o voy a darte un golpe.
—Tranquila Val, te aseguro que lo vale. Y si lo vale tendrás que darme un beso ¿Trato?
—Eres tramposo, pero trato.
Sigo guiándola hasta donde quería llegar, abro la puerta para ella.
—¿Llegamos?
—Si, espera un segundo.
Acomodo un par de cosas antes de llegar a donde está parada, me pongo detrás de ella tomando cada lado de la venda que le cubre los ojos.
—Alec…
—Hice algo malo sirenita, y solo tú puedes ayudarme a repararlo.
—¿Qué hiciste?
—Mentí. Creo que todo esté tiempo le dije a todos que eras mi novia cuando en verdad no es así. Quiero remediar todas mis mentiras.
—¿Y cómo lo harás?
—Así.
Le quito la venda de los ojos y todas las velas alrededor de la piscina se miran como cientos de estrellas reflejadas en sus ojos. Da un paso hacia adelante y después vuelve a darlo hacia atrás, me mira. Sonrió quitándome una lágrima que se me salió por su hermosa reacción. La piscina estaba llena de pétalos rojos flotando por encima del agua.
—Cada pétalo significa una razón por la que quiero que estés a mi lado.
La tomo de la mano y la llevo conmigo a la orilla, sumerjo la mano en el agua y atrapo un pétalo, lo pongo frente a ella.
—Razón uno; porque me enamoré de ti.
Sonríe y mete la mano atrapando otros en conjunto. Me lo pone enfrente.
—Porque no concibo una vida sin ti a mi lado.
Saca otro, para este punto ambos estamos al borde de las lágrimas.
—Porque me haces ser una mejor persona.
—Un último pétalo. —susurra.
Lo tomo de su mano y vuelvo a ponerlo frente a ella, la tomo con delicadeza del mentón y me acerco a sus labios.
—Porque quiero que seas mi novia y en un futuro más que eso. Si dices que si, está historia apenas habrá empezado. No habrá ningún capitulo aburrido, ni relleno. Solo sentimientos y personajes auténticos. Maldición nena, me tienes en tus manos.
El silencio que le sigue me deja dudando, aunque en el fondo estaba seguro. Ella se acerca lo que queda de espacio entre nuestros labios.
—Alec si quiero ser tu novia.
Me besa, con tanta delicadeza, amor y pasión. Todo a partes iguales. Con ella a mi lado ya no le temo a la oscuridad, todo lo demás podía joderse.
VALESCA
Vamos a la habitación de Alec, los pasillos a esta hora ya estaban desérticos. Así que nos escabullimos porque no se permitía que hombre y mujeres estuvieran en una habitación por mucho tiempo, si lo descubrían podrían sancionarnos. Podemos respirar mejor cuando llegamos y cerramos la puerta detrás.
—¿Dónde está Archie? —es lo primero que noto al entrar.
—Salió con Antonella, iban por no sé qué cosa. Me lo dijeron, pero lo olvidé.
—No es muy tarde para que estén afuera… podría pasarles algo.
—Ellos viven en Francia, seguro conocen este sitio mejor que nosotros, si salieron a esta hora es porque han de estar confiados en que pueden con el peligro. Además… cuando Archie se enoja es mejor alejarse, bien dicen que los felices son los peores.
—Vaya, que gran lógica. ¿Y qué hacemos aquí?
—Hablar con un par de amigos. Seguro no los has visto en mucho.
Lo miro sin entender, camina a su escritorio y abre su laptop. Empieza una video llamada que contestan de inmediato, me acerco cuando los rostros del otro lado los reconozco… Andra y Aron.
—La sirenita me dijo que ambos estaban “juntos” pero no pensé que fuera enserio.
—No estamos “juntos” —dice Andra, todos sentimos un poco del pesar de Aron.
—No por ahora… —la voltea a ver el— por el momento ser “amigos” es más interesante.
Solo ellos dos entenderían a lo que estaban jugando, porque Alec y yo no. Solo esperábamos que ninguno saliera lastimado en eso, no podíamos sentir lástima por ninguno de los dos… ambos eran tan letales y dañinos cuando lo deseaban, pero talvez necesitaban quemarse para aprender la lección del fuego. Una probadita del dolor que ellos causaban.
Eran astros apunto de colisionar y contra ellos nadie. Solo ellos mismos. Todos solo debíamos alejarnos y esperar que al finalizar esto, todos sus pedazos quedarán completos.
—Pero dejando eso… si nos llamaron es por algo ¿No? —dice Andra y me acerco a Alec.
—Así es, oficialmente les presento a la mejor pareja de nadadores del mundo, la sirenita y el tiburoncin.