Su alumna favorita

23. Alumna y profesor con beneficios.

La vista era magnífica al nivel de poder competir con un apartamento o mismo una habitación en un hotel de París con vistas a la torre Eiffel. 

Este hombre sin dudas tenía buen gusto y eso no podía discutirlo. Mí intuición me lo había dicho la misma noche en la que nos habíamos conocido lo cierto es que alguien que lucia en la manera en la que él lo hacía, su dentadura, su cabello,  sus atuendos me daban la impresión de que el mal gusto, las elecciones cutres y la ropa no combinada no eran parte de su estilo de vida.

Cualquiera podía ver qué cuidaba demasiado bien  de si mismo y eso tiraba un poco abajo su imagen de “chico perfecto” porque si invirtiera la misma cantidad que pasaba velando por su propio bienestar en cuidar a las mujeres que decía amar o adorar habría cumplido con su palabra o mínimamente habría escogido a una de las dos.

Por lo pronto la situación permanecían igual y el seguía jugando a dos puntas paseándose de Hanna a mí y viceversa. 

-Ven aqui- solicito estirando uno de sus brazos en mí dirección, invitándome a que lo acompañara, señalando posteriormente la mesa que estaba  pegada al gran ventanal junto al balcón.

Tenía otra opción? Múltiples. Y a continuacion las expondre:

A.Hacerle caso y acatar su orden. Cumpliendo su deseo. Lo que traía connotaciones negativas a futuro y en el presente también si quería demostrarle que yo era dueña de mí destino y nadie me decía que hacer. También podría indicarle que yo estaba dispuesto a hacer lo que él quisiera siempre, sin titubear.

B. Expresarle que hasta que él no le pusiera fin a su relación yo no me movería ahí. Así él se daría cuenta de que yo no estaba jugando y que no era una nenita manipulable que con palabras bonitas baja la guardia y se conforma con ser la “segunda opción”.

C. Preguntarle que obtendría a cambio. Lo cual no era óptimo porque él se pondría a divagar y mal gastaríamos el tiempo en lugar de hacer algo más interesante.

D. Una mezcla de la A y la B.

Acabe volcandome por esta última.

-No sabia que ordenar - comento en cuanto ocupe la silla vacía frente a él

. La sonrisa de victoria me generó sentimientos encontrados. Por un lado quería borrarla de una bofetada mientras que por el otro quería fotografiarla y guardarla en mí cartera para poder verla cuando yo quiera. O en un relicario, al mejor estilo Helga de “Hey, Arnold”.

-Por lo que fui a lo clásico,  croissants, cafe mermelada y frutas- informó - Como lo hacían en las películas.

Y aquello bastó para que me perdiera unos instantes en mis pensamientos fantaseando con un gran gesto romántico como los que hacían los héroes que en ellas aparecían.

Me avergüenza admitirlo pero en más de una ocasión había imaginado  él aparecía a casa y de rodillas, en el umbral, me pedía que fuese suya, a la vez que me contaba que había dejado a su futura esposa.

Oohh, si. Una chica puede soñar.

Y mí ensoñacion cayó en picada en cuanto sus chasquidos me trajeron de vuelta a la realidad.

-En que estás pensando?- consultó , la curiosidad impregnada en una frase tan corta como mí voluntad de mantenerme alejada de él.

Obviamente no quería quedar como una desesperada o una boba enamorada.

-Si puedo darte mí humilde opinión lo cierto es que si te pareces a uno de los galanes de televisión.

-Ooooh, eso es muy tierno de tu parte y viniendo de ti, tiene un significado aún más especial - hizo una pausa- Mí abuela solia decirle eso a la vez que agarraba mis mejillas. Desde que era pequeño ella me vaticinaba  un futuro prometedor con las chicas.

Me fue imposible no pensar en que es lo que diría ella si viera que era incapaz de escoger a una y que Juana con el corazón de dos a la vez. 

-Me hubiese encantado conocerte en esa etapa de tu vida- confesé y no se si fue la luz del sol o que mis dichos si tenían un impacto sobre él pero le pareció ver un leve rubor en ellas. 

Me acerque a él y ni lento ni perezoso aprovecho esa oportunidad para tirar de mí y conseguir que yo aterrizara en su falda.

-Mmmm no se si te hubiese fijado en mi- respondió, fingiendo humildad y metiendo un mechón de cabello detrás de mí oreja- Era un niño regordete, con un corte de tazon y gafas con un marco horribles.

-No des por sentado eso. A mí me gustaba en esa etapa un pequeñejo al que le faltaban dientes el tabique de su nariz estaba desviado, y no sé cómo pero se las arreglaba para siempre oler a cebollas. No era muy exigente. Quizás hubiésemos tenido suerte. No habría sido maravilloso conocernos desde esa edad y seguir juntos en el presente?- agregué, dejando que mis emociones ganarán el terreno, probablemente compartiendo de más con él.

-Tal vez….Yo tengo la sospecha de que nos hemos conocido en el momento adecuado.

Me mordí la lengua para no rebatir eso y decirle que el momento correcto habría sido uno donde no estuviese comprometido con otra persona.

-Tienes una admiradora, sabias eso?- informe cambiando rotundamente de tema.

Le costó unos segundos recomponerse de eso, era evidente que no se lo esperaba.

-Ah si?

-Si, una chica de la fraternidad de la que estoy por formar parte- le conté - Según ella eres un elixir para la vista y no tendría problema en clavarte los dientes.

-Como se llama?- consultó, y su curiosidad fue como un puñetazo directo en el estómago.

Los celos haciendo estragos en mí.

 -Ni loca- exclamé separándome unos centímetros de su lado-Mira si lo hago y sales corriendo a ella. No, no ni lo sueñes. 

La  carcajada que salió del fondo de su garganta, ronca y fuerte, hizo que su pecho se sacurdiera. Aparentemente mí inseguridad era muy graciosa.

-No jodas- sentenció poniendo su palma detrás de mí espalda para acercarme nuevamente a él - Jamás te cambiaria- afirmó tocando mí nariz con la suya, dándome un beso esquimal - Tampoco es un disparate.

Claro que no me cambiaría por nadie. Ni siquiera por Hanna…Esperen que fue eso último?




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