Su alumna favorita

57. Tragedia tras bambalinas

Me pone de los pelos confesar que a la vuelta de casa me fui mirando hacia atrás a cada rato, que tal si Carter salís de uno de los callejones o venía siguiéndome los pasos sigilosamente, peor que eso que tal si se había adelantado y ya estaba esperándome en casa? 

Todo podía ser y afortunadamente nada había sido , habia vuelto al pasillo sana y salva aunque eso tampoco era completamente cierto teniendo en cuenta que tenía al enemigo viviendo conmigo. 

Uno que ganaría la guerra lamentablemente, es que no había caso de que fuese de otra manera, era eso o él lo perdería todo y sería por mí culpa.

No había tenido el valor aún de renunciar a mí puesto y es por eso que había estado fingiendo demencia los últimos días que había asistido al ensayo.Quien diría que despedirse de algo que queríamos podía doler tanto, quiero decir es obvio que lo haría pero desconocía que esté dolor pudiera ser tan profundo, sin embargo al que más me aterraba era al de perder a Princkett a mí profesor al hombre que me había robado mí corazón  y sería terrible para mí que me odiase. 

Eso no lo toleraría así que si hoy sería el último día en el que me pondría este precioso traje y se lo pondría alguien que no lo merecía en mí lugar

Mientras durase lo disfrutaría a tope de eso estaba segura.

 

- Sí, por cierto, lo haré. -Contemplemos su faz. -¡El pariente de Mercucio, el noble conde Paris! Tú, lo mismo que yo, inscrito en el riguroso libro de la adversidad. Voy a sepultarte en una tumba esplendente. ¿Una tumba? ¡Oh! No, una gloria, asesinado joven; pues en ella reposa Julieta. ¡Oh amor mío, esposa mía! La muerte, que ha extraído la miel de tu aliento, no ha tenido poder aún sobre tu hermosura; no has sido vencida; el carmín, distintivo de la belleza, luce en tus labios y mejillas, do aún no ondea la pálida enseña de la muerte. -¡Oh, Julieta!, ¿por qué luces tan encantadora todavía? -Aquí, aquí voy a establecer mi eternal permanencia, a sacudir del yugo de las estrellas enemigas este cuerpo cansado de vivir-Romeo toma su pomo y lo acerca a él - ¡Ven, amargo conductor, ven, repugnante guía! ¡Piloto desesperado, lanza ahora de un golpe, contra las pedregosas rompientes, tu averiado, rendido bajel! ¡Basta! -¡Por mi amor!- y con un suspiro bebe el brebaje que simula ser veneno pero el cual no es más que jugo de arándanos -¡Una postrera mirada, ojos míos! ¡Brazos, estrechad la vez última! Y vosotros, ¡oh labios!, sellad las puertas de este aliento con un ósculo legítimo-se inclina hacia mí al ser testigo de movimiento-¡Poco a poco! ¡Respira y se mueve!

Y esa es mí señal para salir de mí letargo.

-  ¿Dónde estoy? ¡Amparádme, espíritus celestes!- murmuró, incorporándome lentamente, apoyándome en mis codos.

- ¡Habla, vive! Sí, ¡aún podemos ser felices! - por algún motivo su repentina alegría rompió en mil pedazos mí ya maltrecho corazón -Mi buena, propicia estrella, me indemniza al presente de todos los pasados sufrimientos.Levántate, levántate, Julieta mía, deja que de este antro de muerte, de esta mansión de horror, te trasporte sin demora a los brazos de tu Romeo, que en ellos infunda en tus labios vital aliento y te vuelva mi alma a la vida y al amor.

- ¡Dios mío! ¡Qué frío hace! -¿Quién está ahí?

-  Tu esposo, tu Romeo, Julieta; vuelto de la desesperación a una inefable alegría. Deja, deja este lugar y huyamos juntos-sus brazos se cuelan bajo mis piernas y me levanta en el aire como si fuese una condenada pluma.

Ya comprendía porque muchas chicas morían aquí por él… Y quien no lo haría? Al fin y al cabo cada una de nosotras buscamos eso, un sujeto que sea capaz de protegernos y luchar por nosotras sin importar las consecuencias.

.-  ¿Por qué así me violentáis? Jamás consentiré, pueden faltarme las fuerzas, pero es invariable mi voluntad. -No quiero casarme con Paris. ¡Romeo es mi consorte!- lucho con él hasta que me deja en el piso y marco una distancia entre ambos.

-  Romeo es tu consorte; ese Romeo soy yo. Ni todo el contrario poder de la tierra o de los hombres romperá nuestro vínculo, ni te arrancará de mi corazón.

-  Yo conozco esa voz; su mágica dulzura despierta mi suspenso espíritu- lo miro con el ceño fruncido- -Ahora recuerdo bien todos los pormenores. ¡Oh! ¡Mi dueño, mi esposo! - mí vestido vuela y la tela se eleva al emprender mí camino hacia él -¿Huyes de mí, Romeo? Deja que toque tu mano y que guste el cordial de tus labios. ¡Me asustas! Habla. -¡Oh! Que oiga yo otra distinta voz que la mía en este lúgubre antro de muerte, o perderé el sentido.Sostenme.

- ¡Oh! No puedo; estoy sin fuerzas; por el contrario, necesito tu débil apoyo. ¡Cruel veneno!

-  ¡Veneno! - me pongo de rodillas a su lado-¿Qué dices, dueño mío? Tu balbuciente voz, tus labios descoloridos, tu errante mirada... -¡En tu faz está la muerte!

La sala se llenó de aplausos y quienes estaban en el público se pusieron de pie para aplaudirnos, sus sonrisas brillantes las cuales ocupaban sus rostros por completo eran la confirmacion que necesitaba para saber que me retiraba en la cumbre de mí carrera, la que estaba a punto de desplomarse en nombre del amor.

La directora se acercó a nosotros con lágrimas en los ojos, su pecho subiendo rápidamente. 

-Eso fue maravilloso- comento a la vez que sacaba un pañuelo del bolsillo de su camisa -Realmente maravilloso me han dejado sin palabras-repitio  con un hilo de voz. -Se que muchos de los que en el día del estreno se encuentren aquí se irán con un nudo en la garganta cuando el telón se cierre y tendremos que comprar jarrones más grandes para sus camerinos porque las flores les caerán del cielo -bromeo.

Y quienes la rodeaban se pusieron a reír junto con ella , quizás porque realmente les parecía gracioso o tal vez porque no querían herir sus sentimientos. También cabía la posibilidad de que temieran ser despedidos porque como buen se sabe la gente del teatro tiene la mala fama de ser temperamentales y no medir sus acciones como tampoco pensaban en sus consecuencias, ya entendía porque me sentía a gusto aquí.




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