Su cazadora

Capítulo 14

Era lunes, y debía volver al trabajo.

Mi jefe no había hecho comentario alguno respecto a la elección del vestido, y lo único fuera de lo normal era que se había vuelto más estricto de lo que ya era. Yo me esforzaba lo máximo posible para evitar que me sucediese lo mismo que a Ariadna y echar a perder por completo la misión, y me quedaba poco tiempo para fijarme en mi jefe y su entorno. No había podido conseguir más pruebas, y sentía que estaba perdiendo el tiempo.

Antes del descanso de la comida comencé a oír gritos procedentes del ascensor, y levanté la vista para ver qué era lo que sucedía.

Lo primero que pensé fue que mi mente me estaba jugando una mala pasada y que aquello no podía ser real. No era posible. ¿Qué estaba haciendo él allí?

—¡Que me dejéis! —gritaba con fuerza, liberándose del agarre del vigilante de seguridad que trataba de sacarlo de allí—. ¡Solo quiero verla!

Me levanté de la silla y corrí hacia él para detener aquel espectáculo que solamente me perjudicaría aún más.

—¡Adrián! —grité.

Cuando me acerqué a él, me abrazó durante un par de segundos, y después me miró angustiado. No sabía qué era lo que le habían contado, pero era evidente que había estado preocupado por mí.

—Debe marcharse de inmediato —advirtió el vigilante de seguridad—. No tiene autorización para estar aquí y ha entrado a la fuerza.

—Ahora mismo se marchará —aseguré.

Para no hacer el escándalo aún mayor, me dirigí junto a Adrián hacia el ascensor. Hablaría con él, pero sería fuera de la empresa. Después me preocuparía por si mi jefe se había enfadado por desatender mi trabajo. En aquel momento, mi amigo era lo único en lo que podía pensar. Había ido hasta allí totalmente preocupado, y no lo dejaría irse con la misma preocupación con la que había llegado.

—¿Te encuentras bien? —me preguntó cuando ambos estuvimos en el exterior.

—Sí, todo va bien. Ariadna ha sido despedida, pero yo aún conservo el empleo.

—Ya, lo sé —admitió—. Tuve que insistir mucho para que Luken me lo dijese. Supe que, por la desaparición de aquel niño, tuvisteis que acelerar la misión, y que Ari fue descubierta robando en el despacho de ese hombre, tu jefe. También supe que tanto él como su ayudante son vampiros.

Estaba al tanto de todo. Lo único que acerté a hacer fue asentir, corroborando así la veracidad de la información que Luken le había dado. No sabía hasta qué punto le había contado o si había algo que le hubiese ocultado.

—Gracias a Ariadna, pudimos obtener información que puede resultar útil. Si se logra descifrar el documento que enviamos, que hace referencia a las desapariciones…

—No se logrará descifrar —me interrumpió—. No saben a qué corresponden las malditas letras griegas, y no hay medios para descubrirlo. Los esfuerzos se están concentrando en la defensa de la academia, en previsión de más ataques.

Aquello fue como un jarro de agua fría. Si no lograban descifrar aquel documento, el esfuerzo de Ariadna había sido en vano. Solamente sabíamos que mi jefe era realmente un vampiro, y dudaba de que fuesen a enviar a alguien para hacerse cargo de él si no había medios. Estábamos solas en aquello.

—Pero es importante —acerté a decir, confusa.

—La situación está realmente mal, Liher. Hace varios días que no sabemos nada del presidente ni de su familia, las academias se están blindando, han dejado de enviarse cazadores a misiones…

La situación estaba mucho peor de lo que imaginaba, y había empeorado demasiado en muy poco tiempo. Si no se sabía nada del presidente ni de su familia, pronto comenzaría a cundir el pánico. Imaginé todo lo que podía suceder, y yo misma me asusté. Nunca nos habíamos encontrado en una situación similar.

—No lo sabía —murmuré.

—Vas a salir de aquí, Liher —soltó, mirándome con el terror reflejado en la mirada—. Vas a dejar ahora mismo esta misión que no llevará a ninguna parte y vais a regresar, tanto Ariadna como tú.

Nunca lo había visto de aquella manera. Me habría gustado poder hacer lo que decía, ir a buscar a mi amiga y marcharme de vuelta a la academia, dejando de poner en peligro mi vida a cada paso que daba.

—No puedo hacerlo —traté de hacerle entender—. Si hay alguna posibilidad de saber qué es lo que hacen con los desaparecidos, no puedo marcharme. En la academia no sería tan útil.

—No me importa lo útil que estés siendo, Liher. No hay manera de que la academia pueda protegeros, ¿no lo entiendes? Estás enfrentándote sola a un vampiro poderoso, y no hay forma de que salgas bien parada de todo esto.

Su tono de voz denotaba lo desesperado que estaba en aquellos momentos, intentando hacerme entrar en razón para abandonar todo y marcharme. No tendría que volver a enfrentarme a mi jefe, y podría volver a ver a los niños y a Adrián. Pero perderíamos la oportunidad de saber qué era lo que hacían con los cazadores desaparecidos, y era algo que nunca podría perdonarme. Porque tal vez no volviésemos a tener una oportunidad igual.

—Lo intentaré hasta el final —declaré, segura de mis palabras—. Puedes preguntarle a Ariadna si quiere marcharse… entenderé que quiera abandonar y regresar. Sus padres la necesitan.



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En el texto hay: vampiros, amor, millonario

Editado: 03.11.2022

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