Su dulce debilidad

Capítulo 11: En acción

Quería estar tan sola, lejos de cualquier persona que pudiera molestarla, que rogó en su interior que volvieran a ignorarla como siempre lo hacían. Estaba completamente desanimada, sin fuerzas necesarias como para lograr mantener una conversación sin derrumbarse una vez más. Estaba tan cansada de todo que lo único que deseo en aquel momento fue saber qué había hecho mal para que todos la menospreciaran de aquella manera.

―¿Qué sucedió aquí? ―murmuró Peyton a su lado con diversión cuando ingresó a su habitación―. ¿No saludarás a tu hermana preferida?

―Déjame en paz, Peyton, estoy cansada.

Y eso fue lo único que necesitó decir para que su rubia hermana se alterara y la sacudiera bruscamente de la cama. La zarandeó ofendida, obligándola a salir de su cómodo colchón para abrazarla con tanta fuerza que su adolorido cuerpo reaccionó al instante. Peyton estaba solo emocionada por verla de nuevo, pero Amy apenas podía pensar en lo mucho que le dolían los brazos y piernas por la fuerza que la otra ejerció. Fue cuando se alejó de la rubia como si el contacto le repeliera cuando toda su ficticia tranquilidad, que apenas había durado un par de horas, desapareció en una exhalación.

―¿Es que no estás feliz de volver a verme? Has estado ignorándome todos estos días desde que llegué y ni siquiera has querido hablarme ―murmuró su hermana con marcada tristeza en la voz ―No nos hemos visto en casi año y medio, ¿No me abrazarás?

Amy observó reacia a la muchacha que, a metros de distancia de ella, extendía los brazos a la espera de un abrazo que tardaría en llegar. Y es que le pareció tan extraño por su parte que al menos se hubiese acordado de ella que no pudo evitar sentirse extraña cuando Payton volvió a lanzarse en sus brazos como si su vida dependiera de ello. La abrazó y la estrujo con cariño desmedido que le hizo doler hasta en lo más profundo de su cuerpo. Fue entonces, al sentir sus recientes heridas dolerle ante la presión, cuando soltó un alarido que brotó desde lo más hondo de su garganta. Los músculos de su cuerpo le dolieron tanto que se desesperó por largos segundos en alejar a la rubia lo más que pudo.

Y fue también en ese momento cuando Peyton Donovan reparó en ella y en su penoso aspecto tras haberse pasado soltando lágrimas hasta quedar dormida.

―Amy, ¿estás bien? ―cuestionó con cautela, acercándosele nuevamente en pasos suaves y cuidadosos―. ¿Qué sucedió?

¿Qué le importaba a ella, de todos modos? Si Drake, que vivía con ella desde siempre, nunca había tenido interés en saberlo, Peyton jamás se enteraría de los problemas que Amy tenía con un grupo de muchachas altaneras y ridículas.

―Jamie Amelle Donovan... ―siguió diciendo la rubia con mayor dureza con cada palabra que decía después de estudiarla por largos segundos, su aspecto, su rostro, sus ojos vidriosos e incluso lo sensible que lucía―. No me digas que esas estúpidas siguen golpeándote.

Así que oírla soltar aquello le sentó a Amy como un balde de agua fría. Sus ojos incluso se abrieron de par en par y la observó sorprendida, con tantas interrogantes en la cabeza que ninguna palabra salió de ella hasta minutos después. Ni siquiera intentó negarlo, ni mucho menos se avergonzó tanto a causa de la dureza y frialdad que las palabras de su rubia hermana destilaron con cada palabra.

―¿Cómo sabes que...? ―soltó en un hilo de voz―. Yo...

Peyton, con los brazos cruzados y la barbilla en alto, se regodeó paseándose en toda su habitación con toda la elegancia que solo ella podía dar. Sacudió el cabello apenas un par de veces, pensativa y callada como si incluso oír a Amy decir ello la ofendiera.

―Amy, sé que no he sido la hermana más cariñosa contigo y que mamá suele ser muy dura contigo pero eso no significa que no te queremos. No te preocupes, no se lo diré o a la pobre podría darle un ataque ―dijo esta vez con una sonrisa conciliadora―. Y Drake me dijo también que esa niña malcriada te molesta por el inútil que tienes por novio.

―¡Jackson Ross no es mi novio! ―soltó con furia―. ¡Es solo un idiota y lo odio!

Se tumbó en la cama y mantuvo los ojos abiertos hacia las ventanas, viendo cómo todo se ponía cada vez más oscuro. Si pudiera tan solo solucionar cualquier conflicto tendría una vida más tranquila y carente de dramas tontos. Ella ni siquiera buscaba o hablaba con Jackson, era él quien siempre estaba acorralándola en algún pasillo solitario o buscándola.

―¡No lo puedo creer! ¡¿Te metiste en la relación de Jake?! ―exclamó entre sorprendida y emocionada―. ¡Eres toda una chica mala!

Bufó por lo bajo y rodó los ojos sin poderlo evitar. Por un momento había olvidado cómo era Payton.

―Claro que no. Ella solo piensa tonterías.

Un largo silencio sepulcral invadió el momento que de pronto se tornó incómodo. Pero por mucho que no creyera que estuviese contándole todo aquello a su hermana mayor, se sentía como si le hubiesen quitado un peso de encima.

―Entonces, ¿por qué no le dices a él lo que sucede? Jake siempre intentaba protegerte y no creo que dejaría que...

―Nunca me creería. Todos creen que Ariel es incapaz de hacerle daño a nadie.

Sintió el colchón hundirse suavemente a su lado y una mano deslizarse por su cabello desparramado en las sábanas. Fue cuando empezaba a cerrar los ojos por el cansancio cuando oyó la estruendosa risa de su hermana golpear a su lado.

―Conozco tan bien a Jackson que seguro no deja de seguirte en todos lados ―Se burló―. Era tu mejor amigo, Amy, no sé en qué momento sucedió todo esto. Pero, ¿sabes? Lo único que tienes que hacer es ignorarlo. Pasa de él y finge que no existe, no es tan difícil.

|...|

Removió su comida lentamente con el tenedor, viendo desganada su puré de alverjas que se mantenía intacto. Quizá haberse mantenido en su hogar por más tiempo, pero faltar a clases otra semana más no resolvía nada. Huir de sus problemas, como le dijo su madre la tarde anterior, no era la solución a nada. Sí, era quizá una cobarde pero allí estaba ella, pensando que no dejaría que una tonta pelirroja con problemas de celos ganara sobre ella nuevamente. Ariel no quería verla ni en pintura, bien, pues Amy no le daría la satisfacción de ello. Sería una estudiante y no perdería más clases porque ya se había atrasado demasiado e incluso tenía trabajos importantes acumulados.



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En el texto hay: celos, amor, triangulo amoroso

Editado: 29.10.2020

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