Su dulce debilidad

Capítulo 30: Discusiones

Discusiones

Las cosas no podían salirle mejor a Reece Wood. Había solucionado, parcialmente, las cosas con Amy y ahora era su perfecta oportunidad para recuperarla. Haría las cosas bien y ella, en tan sólo unas semanas, volvería a confiar en él como alguna vez lo hizo. Reece tenía los pensamientos en ella, siempre sonriente y dejando que suaves suspiros contenidos lo abandonaran mientras, por el contrario, sus amigos discutían a metros de distancia de él.

—Oh, vamos, Tay, a él no puede importarle menos —oyó la voz de Hunter gritar exasperado en la otra habitación.

Iba a invitarla a salir, aunque no exactamente de esa manera ya que, sabía bien, ella se negaría. Iba a pedirle alguna ayuda como excusa solo para pasar tiempo con Amy durante horas. De sólo pensarlo aparecía en él una enorme sonrisa en sus labios. Él realmente quería volver a sentirla, a ver aquella preciosa sonrisa y abrazarla hasta quedar dormido. Quería recuperar el tiempo perdido y así lo haría.

—¡¿Entonces cuál es el problema, Taylor?! ¡Tú lo has dicho, a él no le importa en lo absoluto!

Y sólo cuando oyó el barullo y gritos que parecían no querer callar, se puso de pie con la intención de calmar la tormentosa discusión que sus amigos estaban teniendo en ese preciso instante. Con pereza y pensando que Bradford era capaz de controlar al adorable Hunter, se tomó su tiempo en abrir la puerta y entrar.

—¡Que te calles! —Lo calló Taylor como un padre a su hijo, apuntándole con el dedo índice en una mirada severa—. ¡A mí no me gritas, niño malcriado!

Rodó los ojos al oír aquel apelativo que no haría más que enfurecer a Hunter. Sí, Nowell era el menor de todos ellos y siempre lo habían visto como a un hermano menor por lo pequeño que solía ser, al menos, hasta que la adolescencia lo golpeó. Ahora Hunter Nowell estaba muy lejos de ser un inofensivo niño enclenque.

—¡Demonios, que no soy un niño! —gritó Hunter con frustración, dejándose caer sobre el colchón rendido, sujetándose la cabeza entre frustrado y abatido, sin tener el control de la situación como pocas veces sucedía—. Me dejas sin paciencia... Oh, vaya, Reece, qué oportuno.

—¿Problemas en el paraíso?

—Sólo conversábamos un poco —soltó Taylor a bocajarro después de largos y tediosos minutos en los que todos pudieron tranquilizarse—. Hey, pequeño, dile las nuevas —codeó a Hunter con una inmensa sonrisa en los labios.

—Te jodes, Bradford.

El susodicho tan solo suspiró y soltó un jadeo impaciente a cada palabra que Bradford decía. Levantó una ceja hacia ellos y se miró los nudillos con aburrimiento al notar que entre ambos renacería una discusión nuevamente.

—¿Cuál es el problema? Para mí siempre serás el pequeño Hunter —Se burló Taylor mientras se abalanzaba hacia él y le sacudía el cabello.

—¿Qué jodidos tiene este de pequeño? Muy romántico, Tay.

En lugar de estar oyéndolos gritarse podría estar aprovechando el tiempo en buscar a Amy. Es más, lo haría ahora mismo. Sacó su teléfono celular y le marcó rápidamente un mensaje de texto. "¿Estás ocupada? Hay algo que espero puedas ayudarme, es urgente"

Claro que lo era.

—Oh, diablos, olvídalo.

Todos callaron y tres pares de miradas se dirigieron a la puerta que se abrió con fuerza.

—El niño malo está saliendo con alguien y fui el último en enterarme, eso no es justo, exijo una explicación —fue lo primero que dijo Jackson al entrar antes de cerrar de un portazo—. Suéltalo, ¿cómo lo hiciste?

—Estupendo, me perdí, ¿qué demonios sucedió? —balbuceó extrañado, analizando a Hunter con la mirada como si se tratara de una broma. Entonces, sonrió y soltó una risa burlona—. Sabía que tarde o temprano sucedería, enhorabuena supongo.

Fue Taylor quién lo miró extrañado, el entrecejo fruncido y totalmente confundido.

—Oh, ¿en serio?

—¿No era muy obvio?

RPT"Puedo verte en el centro pero sólo un rato, tengo planes luego. Espero poder ayudar, ¿está todo bien?"

Sabía que Hunter terminaría cayendo por Anne. Era muy guapa y demasiado caliente para poder ignorar algo así. Ahora mejor que nunca estaba convencido que aquel enamoramiento que Nowell tuvo por Amy fue un capricho pasajero. La carne era débil algunas veces. "Allí estaré, te veo en media hora"

—Basta, deberías estar en el campo entrenando y alistándote antes del partido, Hunter —bramó Taylor—. Ve ahora mismo o el entrenador se pondrá furioso. Tienes menos de una hora.

—Yo también debo irme ahora mismo, cosas importantes que hacer —remarcó mientras sonreía a más no poder—. Deséenme suerte.

Un coro de risas fue lo que oyó antes de salir de la habitación de Taylor.

—Reece Wood no necesita suerte, campeón —bufó Jackson.

Y así se sentía. Con una inmensa sonrisa en los labios después de media hora la encontró tranquilamente sentada en uno de los alejados bancos de madera del parque. Sola, revisando algo en su teléfono móvil, sonreía sonrojada a algo que leía encantada. Estaba tan distraída que no notó cuando Reece se sentó a su lado hasta que la abrazó de la cintura con firmeza, la estrechó contra su cuerpo y depositó un fugaz beso en la mejilla cálida de ella.

—Hey, Amy.

—¡Reece! No vuelvas a hacer eso, me asustaste —suspiró profundo, meneando la cabeza antes de ponerse frente a él y mirarlo muy preocupada—. ¿Qué sucede? —Levantó el brazo y palmeó su rostro en busca de algún malestar—. ¿Estás enfermo?

—¿Qué? No, sólo...

Demonios, ¿qué decía ahora?

—¿Qué sucedió? Dijiste que era urgente.

Carraspeó y sonrió inmutable.

—Bueno, es que no nos hemos visto en mucho tiempo y tampoco tuvimos oportunidad para conversar —Se encogió de hombros, mirándose los nudillos para quitarle importancia—. No estás apresurada, ¿o sí?, pensaba invitarte algo mientras tanto.



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En el texto hay: celos, amor, triangulo amoroso

Editado: 29.10.2020

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