Su Hijo [serie Arévalo #1]

Capítulo 29

Pasaron los días de la semana después de regresar de acampar, días tristes pero al término de la semana vimos la luz.

Antonio estaba más animado y ya se empezaba a levantar de la cama para sentarse cerca de la ventana de su cuarto.

Todos estábamos con los nervios a flor de piel pero empezábamos a relajarnos.

Bruno en esta semana no pegó ojo, pasaba pendiente a cualquier movimiento en la habitación de enfrente, se veía cansado y con profundas ojeras.

Julieta estaba volviendo a ser la misma antipática eso me hacía sentir mejor porque era indicio que Antonio estaba mejor y por eso ella se estaba relajando y volvía a ser la misma.

Aunque sabíamos que era por corto tiempo pero si la vida nos estaba dando minutos extras con nuestro querido Antonio, lo disfrutaríamos.

Caminé hacia el cuarto de Antonio había decidido que no me alejaría nuevamente de él por culpa de Julieta.

Entré sin tocar no quería darle la oportunidad que me diera con la puerta en la nariz.

El cuarto estaba vacío pero me fije que las puertas de su balcón estaban entreabiertas, caminé despacio porque mi enorme panza ya me pasaba factura, me dolía la espalda, me sentía pesada.

Los dos estaban de espaldas admirando el atardecer.

Me acerqué y me senté a la par de Antonio.

- dulce Greta - Antonio me sonrió.

Julieta me miraba molesta.

- ella se aparece y dejó de existir para ti - se cruzó de brazos molesta.

Antonio soltó una carcajada.

- mi Julieta, pensé habías superado los celos de Greta, te he dicho que ella y yo solo somos amigos y es la esposa de mi hermano, mi cuñada.

Ella hizo un puchero.

- tú cuñada pero embarazada de ti - sus ojos eran como 2 cuchillos filosos.

Puse los ojos en blanco, Julieta jamás superaría que el único hijo que tendría Antonio sería mi hija.

Esperaba que al conocer a Alejandra cambiará de opinión porque ¿Quién podía resistirse a un bebé?

Deje a Antonio para que descansará, baje para buscar un buen libro en la biblioteca pero me desvié al escuchar el timbre de la puerta.

Abrí y mi sorpresa fue grande al encontrarme con Renato.

- Renato - él estaba recostado en el marco de la puerta.

- ¿no me invitas a pasar? -recorrió con sus ojos mi cuerpo y hizo una mueca de desdén.

- no lo sé, creo que a mi esposo no le agradará saber que estuviste en su casa.

El se encogió de hombros y sin ser invitado pasó a la sala.

- ponte cómodo - le dije con sarcasmo.

Renato examinó toda la sala y se metió las manos en los bolsillos.

- Vaya estas gordísima- enarque la ceja me daba cuenta que había llegado con la idea de molestarme.

- Gracias Renato, mi hija está creciendo bien, por eso me ves gorda según tú.

Se sentó y cruzó una pierna.

- no lo tomes a mal, tal vez no me exprese bien, estés como estés para mi serás siempre la mujer más preciosa.

Me senté y lo mire atentamente, no quería problemas con Bruno, estábamos bien y ya me estaba acostumbrado a dormir en sus brazos y sabía que la presencia de Renato en la casa me traería problemas.

- ¿falta poco?- señaló mi vientre.

Asentí.

- cerca de un mes - él asintió.

- ¿y nosotros?- fruncí el ceño.

- no hay nosotros Renato, he formado una familia - él endureció la mirada.

- se que cambiarás de opinión, estas bajo sus engaños, esta familia se aprovechó de ti, algo me dice que te obligaron a embarazarte.

- no puedes seguir con lo mismo Renato, han pasado meses y pensé que ya te habías convencido que nadie está obligando a nadie.

El se pasó la mano por el cabello.

- tú eres mía Greta, hasta las mismas estrellas lo saben; por eso la adivina supo que eras tú.

- no insistas con lo mismo por favor - me levanté - vete por favor.

El permaneció sentado observándome.

- lo nuestro no ha terminado y aún no puedo creer que tan fácilmente me hallas desechado de tu vida, lleves el hijo de otro y no hallas pensado ni un minuto en mi dolor.

Pase mi mano por mi cabello.

- lo siento - caminé por la sala- lo nuestro había terminado y no pensé que sufrirías, éramos amigos.

El se levantó y camino hacia mí.

- me voy pero esto no ha terminado - paso a la par mía y solo suspire.

Caminé hacia las escaleras, Julieta venía bajando la mueca que hizo me dio a entender que escuchó todo.

Cuando iba a la mitad de las escaleras nos quedamos mirando, me giré porque escuché pasos apresurados y me sorprendí al ver a Renato que no se había marchado, subió las escaleras y se puso a mi altura.

Julieta se cruzó de brazos mirándonos, en el fondo le agradecía que no me dejara sola con Renato.

- olvidé decirte que te amo y estaré esperándote.

- vete por favor Renato, entiende que ya forme una familia y soy feliz, te acompañó a la puerta - descendí un escalón y pasó tan rápido que hasta que quedé tendida en el último me di cuenta que había rodado por las escaleras, abrí los ojos para ver a Julieta que se agachaba a la par mía antes de sumergirme en la oscuridad.

 

 

 




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