Su Hijo [serie Arévalo #1]

Capítulo 30

Escuchaba una voz que me llamaba, quería abrir los ojos pero me pesaban, me dolía todo el cuerpo como si un camión me hubiera pasado encima.

Empecé a recordar la caída y mi hija, abrí los ojos y lo primero que vi fue los ojos de Bruno, se le notaba demacrado.

Moví mi mano pero estaba conectada a varias guías, giré el rostro y me di cuenta que estaba en un hospital, inmediatamente con mi otro brazo toqué mi vientre abultado pero ya no lo tenía abultado, el miedo me invadió y de mi garganta salió un grito desgarrador.

- ¡mi hija!- las lagrimas corrían como rio por mi rostro.

Bruno me estrechó entre sus brazos.

- cálmate mi amor, ella está en la incubadora- clave mi mirada en el, necesitaba saber que no mentía.

Su rostro era de preocupación.

- ¿está bien Alejandra?- sentía que la ansiedad me recorría todo el cuerpo.

- Greta, con la caída tuviste síntomas de abortó, te intervinieron de emergencia para salvar a la niña- Bruno se pasaba la mano por el pelo- la niña está luchando por su vida.

El llanto acudió de nuevo, ese no era el nacimiento que esperaba para mi hija, tan pequeñita y ya estaba luchando por quedarse en el mundo.

Me incorporé, Bruno se acercó rápidamente e intentó detenerme.

- estas recién operada, descansa-

-¿descansar? Mi hija está luchando por vivir y me necesita, por favor, no me pidas que descanse, no trates de detenerme, te lo pide una madre - mientras hablaba arrancaba las guías de mi brazo, era más importante mi hija que yo.

Él asintió, se me acercó y me ayudó a salir de la camilla, me apoye en él y comenzamos a caminar despacio, sentía desesperación porque la operación y las mallugaduras me impedían caminar tan rápido como deseaba.

Al fin cuando leí la señalización de neonato, solté todo el aire que había retenido.

Nos hicieron vestirnos de la cabeza a los pies con batas, mascaras pero no me importaba con tal de ver a mi hija y que ella sintiera a su madre.

Entramos a la sala y pude ver a Antonio vestido como nosotros, sosteniendo la mano diminuta de su hija entre sus dedos.

Avanzamos y fue hasta ese momento que reparé en Julieta, ella titubeó pero se acercó lentamente, la verdad no estaba de ánimos para sus malos tratos, mi sorpresa fue tan grande cuando ella me abrazó.

- perdóname porque no pude hacer nada para evitarlo.

- no te preocupes debí haber puesto mal el pie y por eso resbalé.

Ella negó con la cabeza y miró a Bruno.

- no resbalaste- fruncí el ceño.

- ¿qué quieres decir? - me aparte para avanzar hacia mi hija que se veía tan vulnerable.

Antonio se giró, lentamente soltó la manito que estaba aferrada a su dedo, se me acercó y me estrecho entre sus brazos.

- dulce Greta, has despertado - su rostro estaba más cansado que nunca.

El entendió mi anhelo de acercarme y se apartó, recorrí los pocos metros de la incubadora y me senté donde estuvo Antonio antes que llegará.

Mi pequeña Alejandra era tan hermosa, acerque mi mano y tome la manito de ella, al sentir su contacto mi corazón quedó secuestrado para toda la vida por esa personita que se había convertido en mi mundo.

- mi amor, es mamá - tantas guías conectadas a mi pequeña me partían el corazón.

Sentí una mano en mi hombro.

- es una guerrera y sobrevivirá- Levanté el rostro y asentí, Antonio no podía equivocarse.

Bruno estaba a la par mía absorto en Alejandra.

- él recibió su merecido - se frotó los nudillos y hasta ese momento reparé en que los andaba lastimados.

- ¿de qué hablas Bruno? - los mire a los tres y Julieta se acercó a mí.

- no resbalaste Greta, ese hombre está loco, cuando te giraste para acompañarlo a la puerta, él extendió su brazo y te empujó- se tapó la cara- no pude evitar tu caída, sentí tanto miedo cuando te vi tirada como una muñeca rota y tu ropa manchada de sangre por Alejandra-

No podía creer lo que estaba oyendo, Renato fue capaz de hacerme daño.

- ¿qué pasó con él? - Bruno hizo una mueca.

- huyó como el cobarde que era, Julieta llamó rápidamente a la ambulancia- se paró enfrente mío- mi madre y Julieta se encargaron de denunciarlo y lo atraparon, estaba escondido en tu casa.

Fruncí el ceño Renato no tenia llaves de la casa.

- forzó la entrada- me mordí el labio.

- cuando nos llamó la policía que lo habían capturado, le di una gran paliza, quería matarlo y está vivo porque me lo quitaron.

Asentí, no era partidaria de la violencia pero si yo hubiera podido, no dudaba que serían mis puños los que se hubieran estrellado contra su humanidad, por su culpa la llegada de mi hija al mundo lo hacía peleando por ocupar un lugar en esta vida.

Tenía la fe que mi Alejandra era una guerrera y ganaría esta batalla.

 

 




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