Su Hijo [serie Arévalo #1]

Capítulo 37

Desperté para encontrarme nuevamente sola en la gran cama.

Bruno la estaba pasando mal por la pérdida de Antonio, trataría de ser lo más comprensiva posible, darle tiempo a aceptar que él se había marchado para siempre.

Me duché y me dirigí a buscar a mi hija, no estaba en su cunita, suponía estaba con Clarissa, desde la muerte de Antonio, la habitación de Alejandra se había vuelto muy concurrida.

Bajé al comedor y mis ojos se detuvieron en la silla vacía que ocupó Antonio, llevaría tiempo adaptarnos a la vida sin él.

La muchacha del servicio me sirvió el desayuno y me dijo que Clarissa estaba con la niña en el jardín, las dejaría solas un rato, mi suegra se estaba aferrando a su nieta en medio de su dolor.

Sonó el timbre y me levanté a abrir, mi sorpresa fue grande al ver quien había llegado.

-¿Renato? - me aferré al pomo de la puerta, se suponía estaba preso -¿qué haces aquí?

El hizo el intento de entrar pero no se lo permití, me sonrió con ironía.

- Vine a verte - me recorrió con la mirada y me sentí molesta, su mirada era llena de lascivia.

- no eres bienvenido a esta casa - no podía creer la desfachatez que tenía al llegar a buscarme después de poner en peligro la vida de mi hija - no entiendo que haces aquí Renato.

- ¿creías que estaría toda la vida encerrado? No hubo ningún muerto, pagué a un buen abogado y aquí me tienes, mi primera parada saliendo de la cárcel ha sido para ti mi querida Greta - apretó los labios, sentí miedo de Renato.

- vete, saliste de la cárcel pero eso no cambia que me hiciste daño, pusiste en peligro la vida de mi hija.

El se encogió de hombros.

- no es mi hija, no sé porque te quejas ya tienes a la mocosa contigo - levanté la mano para darle una buena cachetada pero detuvo mi mano.

- suficientes golpes me dio el estúpido de tu marido - clavó su mirada dura en mis ojos - me golpeó por ti, cuando creo ni tú misma sabes de quien es hija la mocosa, descubrí que él moribundo creía que era suya y tú esposo me gritaba que era su hija, no esperé de ti Greta que fueras una pérdida y estuvieras con dos hermanos- apretó fuertemente mi brazo.

- suéltela - me sentí tranquila al escuchar a Jacinto.

El me soltó molesto y vio con furia a Jacinto, ese no era el Renato que conocí, él que fue mi novio y luego mi amigo, ya estaba dudando de su salud mental.

- no te preocupes amigo, no quiero nada con esta...- cruce su cara con una fuerte bofetada.

- me respetas y si me vuelves a buscar no dudes que esta vez seré yo quien te encierre y me ocuparé de que no salgas libre por mucho tiempo.

Nos vimos con furia, me miró de pies a cabeza y se fue.

Yo no era violenta y estaba en contra de los golpes pero Renato se lo merecía.

-¿Estás bien?- mi cuerpo temblaba.

-sí, ¿Bruno está en su trabajo?- necesitaba abrazar a mi esposo, sentir la seguridad que solo él me podía dar.

- no, le dijo a su mamá que iba al cementerio.

Asentí

- te veo alterada, si necesitas algo no dudes en pedírmelo.

Lo miré

- llévame con Bruno, por favor.

El asintió y sacó las llaves de su coche.

Todo el recorrido lo hicimos en silencio, ya estaba pensando si era correcto decirle a Bruno que Renato me había buscado, él estaba sufriendo por Antonio y le iba a añadir un problema más.

Cuando llegamos al cementerio, Jacinto me dijo que me iba a esperar en el auto, caminé buscando la tumba de Antonio.

Cuando estaba cerca, miré a mi esposo arrodillado ante la tumba de Antonio, estaba con los ojos cerrados, no se dio cuenta que yo estaba ahí.

- la culpa me atormenta, no quiero perder a mi hija- él hablaba con Antonio- tú eras tan sabio, sabias como aconsejarme, no sé cómo decirle la verdad a Greta - fruncí el ceño - Antonio, soy un cobarde, miró a Alejandra y quiero gritarle al mundo entero que yo soy su verdadero padre.

Sentí que mi cuerpo se heló

-¿de qué hablas Bruno?- él abrió los ojos y pude ver que había estado llorando, se levantó lentamente - el padre de Alejandra es Antonio.

El se quedó callado un momento, agachó la cabeza y se metió las manos en los bolsillos.

- el padre de Alejandra -suspiró - soy yo.

Negué con la cabeza, mi esposo estaba aturdido por el dolor.

- no, es Antonio, lo has olvidado, es tanto el dolor que sientes por la pérdida de Antonio que estas confundido, me embarace por medio de inseminación artificial con el esperma de Antonio - le exigiría a Bruno que descansará, su mente estaba divagando.

- no -me miró- el esperma que usaron fue el mío, no el de Antonio -abrí la boca pero no salió una sola palabra de ella.

- no te creo, me estas mintiendo - sentía furia dentro de mí, Bruno no pudo jugar con su hermano y conmigo.

Me di la vuelta, el me alcanzó y sujetó mi brazo, lo sacudí con furia hasta que me soltó.

- no vuelvas a tocarme - el palideció pero no me importó, ante mi tenía a un mentiroso.

- déjame explicarte como pasaron las cosas- sonreí con ironía.

- no quiero escucharte, me mentiste, no sólo a mi sino a tu hermano, él estaba ilusionado en ser padre y tú le arrebataste eso - él negaba con la cabeza.

- no es así, deja que te explique, por favor.

Hasta que probé el sabor de mis lágrimas me di cuenta que lloraba.

- no quiero escucharte Bruno - él agachó la cabeza.

- dejaré que te calmes para que hablemos, sólo te pido que no tomes ninguna decisión en el estado en el que estás.

No dije nada y seguí mi camino al auto de Jacinto, me subí y lloré inconsolablemente, no podía creer que Antonio y yo habíamos vivido en una mentira, él se fue creyendo que Alejandra era su hija.

Bruno no quería que tomara una mala decisión pero no quería estar bajo el mismo techo que él.

Aceptaría la invitación de Julieta, iría a su casa de la playa a pensar que haría con mi vida de ahora en adelante.

 




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