Su nombre es Lisa West

Capítulo 14

Agacho la mirada, trato de buscar un motivo por el cual estar feliz, estaba alcanzando mis sueños, pero, a veces lo sentía tan lejos de mí, que no importaba que tan cerca estuviera, empezaba a sentir que se alejaban de repente. Quizás esta no era la vida que yo quería para vivir. Echo mis manos hacia atrás y las apoyo del mostrador mientras continúo pensando. Miro al suelo, no puedo parar de sentir que algo aun no cae: ya tengo mi trabajo, mi casa, se suponía que era eso lo que yo quería para mí. Ahora ni sé que debo de hacer. Mi amor por Lucas es una pérdida de tiempo, aunque dije que se lamentaría de haberme rechazado yo no podría hacerle nada malo, él es mi mejor amigo y la persona a la que más he querido en toda mi vida, Cómo podría lastimarlo. Es mejor que me olvide de este sentimiento que me envenena el alma y no me deja en paz. Quiero salir, salir de aquí, Lucas quedó con que saldríamos, ojalá y sí lo hagamos porque necesito salir de casa, estar encerrada entre cuatro paredes a la larga me va a cansar. Necesito salir, despejar la mente, hacer algo más y buscar la manera de olvidar mi amor por él. Olvidarme de este amor que lo único que hace es lastimarme. Escucho que alguien me llama:

—Señorita, señorita…

Alzo la mirada y puedo ver que es un hombre de edad muy avanzada.

—Agito la cabeza—. Buenas tardes a KFC, ¿Qué desea ordenar? —Pongo mi mejor cara.

 

Voy corriendo por las calles de la ciudad, recuerdo haber visto a Lisa parada frente al mostrador mirándome fijamente, con esa carita que pone al rogar: sonrió. Recuerdo todas las tonterías que hacíamos cuando éramos solo un par de adolescentes y no puedo evitar reírme mientras miro el auto que está frente a mí. Dios, como me encantaba esa chica y como sigo sintiendo algo por ella: suspiro—. Ahh… —Nuestros caminos se están separando. Freno porque la luz se puso en rojo. Con mis manos en el volante agacho la cabeza y solo pienso en que mi tiempo con ella se agota, aunque parece que fue ayer que nos mudamos ya llevamos casi un mes viviendo juntos, necesito ponerme en contacto con Hanna, quiero pasar tiempo con ella y poder ver como mi bebe va creciendo día a día. Está noticia me ha llenado de ilusión, de expectativas y la verdad es que esto es lo que elegí, puedo quedarme aquí con Lisa o irme y pasar tiempo con mi hermosa hija o mi hermoso hijo.

Me espanto al escuchar el claxon del conductor de atrás, miro hacia arriba y veo que la luz había cambiado a verde. Arranco y continúo mi recorrido por la ciudad.

Me pasé toda la tarde andando por la ciudad buscando lugares para llevar a Lisa, encontré partes de la ciudad que son increíbles, realmente fantásticos que sé que les van a encantar.

Voy entrando la camioneta cuando veo a Lisa frente al local hablando con alguien desde afuera de la ventanilla. Acelero la camioneta y me detengo junto al auto, Lisa levanta la cabeza y me ve.

—Perdón, pero llegó —se excusa ella.

Ella rodea el auto por detrás. Cuando ella se sube, el conductor baja su ventanilla y pude notar de quien se trataba. Ella se pone el cinturón y yo arranco de un solo acelerón haciendo que él se coma todo el polvo que lancé.

—Como me enoja ese tipo —digo rojo del ira.

—Solo quería llevarme a casa —lo defiende ella.

—Eso me toca a mí, eso acordamos.

—Lo sé, lo sé. No te enojes conmigo, yo no lo llamé, además no tienes ninguna razón lo suficientemente buena por la cual ponerte así.

Lucas no responde nada y decide que no hablará más del tema.

Al llegar a casa y pasarse la mitad del camino discutiendo con Lisa decide que es el momento exacto para invitarla a ir a comer algo.

Me desmonto de la camioneta, tomo mis cosas y cierro la puerta. Lucas me pasa las llaves para que abra la puerta, yo las tomo y la abro. Al entrar la pongo en el gancho que quedaba en la pared junto a la puerta. Pongo mi bolsa sobre el sillón y me saco la gomita que sujetaba mi cabello dejando que este callera en mi espalda. Me dirijo a la cocina y tomo un vaso de agua. Escucho que cierran la puerta, Lucas se acerca a mí mientras lavo el vaso.

—Lisa —dice él con carita de cachorro mojado.

—Sí —lo miro.

—Perdona por lo que te dije, sé que no debí de gritarte y menos por algo así, es solo él, hay algo en él que no me gusta y no quiero que te vaya hacer daño. Pero si un día quieres irte con alguien más solo llámame y te esperaré aquí en casa.

Yo solo sonrió, eso era lo más bonito de él, que cuando se equivocaba o sentía que había hecho algo mal, siempre se disculpaba.




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