Lisa despierta con el sonar de su alarma, aun agotada porque no había dormido lo suficiente decide tirarse de la cama mientras aún se tambaleaba del sueño que la arropaba.
Con un ojo abierto y el otro entrecerrado camina hasta el baño donde prosigue a lavarse los dientes y luego a darse una ducha. Saliendo del baño se encuentra con Lucas, quien salía en ese momento de la habitación.
—Buen día —saluda ella.
—Buenos días, Lisa —contesta mientras suelta un largo y ruidoso bostezo.
Ella continúa su camino y entra a su habitación. Lucas toma una ducha y para cuando él termina Lisa ya estaba lista. Ella va preparando el desayuno mientras él se cambia.
Ella coloca un planto con huevos y unas cuantas tiras de tocino y en otro, pues, pone las tostadas. Lucas se apresura en tomar una silla: moría de hambre. Ella le sirve una taza de café mientras él no puede contener sus ganas de devorarlo todo.
—Tienes hambre hoy —dice ella con una sonrisa en los labios.
—Ay, no digas nada —pide él con una tira de tocino colgándole de la boca.
—Come despacio, te vas a atragantar —suelta una carcajada mientras acomoda la silla para ella sentarse.
El aroma del pan tostado era delicioso, cuando Lisa le dio la primera mordida Lucas pudo escucharlo crujir desde el otro lado de la mesa. El tocino estaba fantástico y el café con leche cerró el delicioso manjar con broche de oro.
— ¿Estás lista? —Pregunta él tomando una servilleta para limpiar los residuos de pan en sus labios.
—Sí, solo déjame buscar mi bolso—. Se dirige hacia su habitación.
Ella toma su bolso que estaba sobre su cama donde lo había dejado antes de ir a preparar el desayuno.
—Estoy lista —dice ella caminando hasta le puerta de salida.
—Ya voy —se pone de pie y toma las llaves del gancho.
Lucas enciende la camioneta, la acelera como hace todos los días.
—Amo el sonido de su motor —añade él con una sonrisa en sus labios.
—Sí, sí, apreciador de motores, vámonos o se me hará tarde —sugiere ella mientras se coloca el cinturón de seguridad.
—Ahh… Eres una aguafiestas—. Arranca.
Lucas conduce hasta el trabajo de Lisa, el transito estaba súper pesado por los empleados que se dirigían a hacer sus labores cotidianas. Lo que tenía sentido de que estuviera tan apretado el flujo de autos en las calles.
Lisa llega a tiempo, se despide de Lucas con un abrazo y un beso en las mejillas. Él arranca en la camioneta pintada de un rojo encendido.
Ella ve como él arranca mientras estaba parada frente al local. Mientras está allí ve que un auto marca Chevrolet impala del año 2009 que se parquea en el estacionamiento. Lisa aguarda a ver quién era que andaba en el auto.
—Hola, Lisa —saluda la chica muy simpática.
—Hola Maddie, no te reconocí en ese coche, ¿Es tuyo? —Pregunta mientras la abraza.
—Sí, era de mis padres y pues, tenía un tiempo ahorrando y se lo compré a papá y él se comprará otro con unos ahorros que tenía.
—Está fantástico, me encantó el color —dice mientras no despega los ojos del auto.
—Si quieres cuando salgamos del trabajo podemos dar una vuelta —dice Maddie entusiasmada.
—Por supuesto que sí, me acuerdas llamar a Lucas para avisarle —sonríe.
—Está bien. ¿Entramos? —Pregunta.
—Sí, vamos.
Las chicas entran al lugar y se reportan para luego iniciar sus labores.
Todo fluye con normalidad en el lugar, los clientes llegan, hacen sus pedidos, hay horas muertas, otras más calientes y así. Típico del lugar.
Lisa está para en el mostrador esperando a su próximo cliente cuando ve entrar a ese moreno atractivo que conocía. Ella no puede evitar sonreír al verlo.
—Buenas tardes, bienvenido a KFC, ¿Puedo tomar su orden?
—Sí claro —dice él con una sonrisa de lado—. Estas muy guapa hoy.
—Ella baja la cabeza y sonríe—. Gracias. Dígame que desea comer hoy.
Ella toma su orden y él muy complacido la espera en el mostrador.
—Si quiere puede esperar en la mesa.
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en el texto hay romance, en el texto hay crimenes, en el texto hay corazones rotos
Editado: 25.07.2018