Capítulo 21

Lisa camina hasta su habitación con esa pregunta retumbándole en la cabeza una y otra vez. Ella se pasea de un lado a otro mientras aun permanecía con su cuerpo humedecido. Ella se sienta en su cama tratando de entender qué estaba pasando.

—Lisa, ¿Qué vas a querer de comer? —Pregunta Lucas del otro lado de la puerta.

Ella estaba sentada con su codo apoyado de su rodilla cuando escucha la pregunta que le hace él. Ella levanta la mirada hacia la puerta, su cara de tristeza y preocupación no podía ocultarla.

—Hoy no voy a cenar, comí algo cuando estaba con Maddie —contesta ella.

— ¿Está todo bien? —Pregunta pegando su oído de la puerta.

—Sí, todo perfecto. Me estoy cambiando porque acabé de darme una ducha —contesta mientras se ponía de pie.

—Bueno, está bien. Dejaré algo de lo que haga por si luego te da hambre.

—Está bien —responde dándose media vuelta mirando a la cama.

Lucas prepara su cena y se acomoda en el sofá mientras ve una película en la televisión.

Eran las 3:48 de la mañana y Lisa sale de su cuarto, camina hasta la cocina muy sigilosamente, toma un vaso de agua, un fuerte grito de espanto, haciendo que el vaso callera al suelo y se desparramara toda el agua. Con el corazón en la boca se gira y ve que el grito había provenido de la televisión. Lucas se había quedado dormido y no la había apagado.

Ella camina hacia esta, toma el control remoto y la apaga. Ve a Lucas quien estaba profundamente dormido en el sofá: se veía tan adorable que lo pensó dos veces antes de despertarlo.

—Lucas, Lucas despierta —Susurró ella mientras esta agachada frente a él.

—Se despierta—. ¿Qué? —Le pregunta entrecerrando los ojos.

—Ven, vamos a la cama —le dice ella tocando su hombro.

Lucas se pone de pie con la ayuda de Lisa. Con dificultad y Lucas tambaleándose apenas si logran llegar a la cama.

Así fueron las cosas con nosotros, yo apenas si entendía qué estaba sucediendo estos últimos días. Las cosas empezaban a ser extrañas para mí y sé que compartíamos el sentimiento, solo que uno lo sentía más que el otro. No me importaba cuanto tenía que soportar en ese momento, sabía que esto acabaría o yo me cansaría así que dejé de preocuparme por ese tipo de cosas. Trataba de que todo fuera lo mejor posible, que las cosas marcharan bien entre nosotros que era lo que me importaba.

— ¿Cuánto tiempo duró esto entre ustedes? —Pregunta ella.

—Solo un par de semanas—conteste sin dar detalles en ese momento.

—Bien, vamos a ir a un receso de treinta minutos y luego retomamos todo nuevamente, ¿Te parece bien? —Pregunta mientras se pone de pie.

—Para mí está bien —respondo en completo estado de serenidad.

Ella sale del lugar mientras atendía una llamada, yo me bajo de mi silla y veo a todos. Paseo la vista por todo el lugar mientras cada quien hacían sus respectivas tareas: los chicos de las cámaras estaban a un lado, los del micrófono lo estaban colocando en sus posiciones. Una chica se acerca a mí y me aplica un poco de maquillaje para retocar el que ya tenía. Unos hombres revisaban las luces y otros simplemente monitoreaban todo lo que sucedía.

Yo miro a la chica que me maquillaba; sus ojos marrones penetrantes y soñadores, abanicados por largas y tupidas pestañas, estaban concentrados en lo que ella hacía.

—Listo —dice ella apreciando su trabajo.

—Gracias —digo en medio de una cálida sonrisa.

Camino hasta el bufet donde estaban algunos aperitivos sobre la mesa, yo agarro unos panecillos y los coloco sobre un plato.

—Ya casi volvemos —me comunica un joven de pelo alborotado.

—Sí, solo me termino esto y voy —contesto mientras levanto mi plato.

—Perfecto—. Se aleja.

Karol (la entrevistadora) entra.

—Bien, ya estamos terminando —anuncia ella mientras se acerca a la maquillista—. Retócame un poco.

La chica pasa una y otra vez la esponja bañada de base sobre el rostro envejecido de la mujer. Pasa una vez el lápiz labial dándole un tono rojo intenso a esos labios carnosos. Define bien las mejillas y pómulos de la mujer. Un chico le aplica un poco de laca para mantener los rizos definidos.