Su nombre es Lisa West

Capítulo 43

Jason y yo nos quedamos hablando, él me hizo compañía por el resto de la noche. No sé qué sería de mí sin ese tonto, todo el tiempo estaba ahí, principalmente cuando estaba mal, él siempre hacia una tontería y me hacía reír por más triste que estuviera él siempre sabía cómo sacarme una sonrisa. Siempre estaré agradecido por tenerlo como amigo, amistades así no las encuentras en todas partes ni en cada comento. Esos amigos que están contigo en las buenas y no se alejan en las malas. Esos que siempre te dirán las cosas como son y no como tú quieres escucharla. Esos que te hacen ser mejores, que te hacen ser grande y ni siquiera te das cuenta de lo mucho que has cambiado, porque lentamente ellos te ayudan a que mejores esas cosas que te hacían sentir imperfecto. Ellos que nunca te dieron la espalda ni te cambiaron por nada. 

Jason y yo éramos amigos desde la infancia, él siempre me ayudó con las clases y todo lo que necesitara. Cuando tenía diez u ocho años mis padres tuvieron una fuerte discusión sobre el nuevo auto que mi padre se había comprado. Yo no aguanté más la situación y lo llamé para contarle lo que había pasado. Estaba agotado de escuchar las mismas peleas, por motivos tan tontos para mí.

Le conté lo quien sucedió y él me dijo que me fuera a su casa, que allí podía quedarme el tiempo que deseara. Él vivía solo con su madre, él nunca tenía problemas con que durmiera allá. Nos conocíamos desde que inicié la escuela, lo conocía como la palma de mi mano.

Él es el mejor amigo del mundo y aunque a veces diga muchas tonterías es muy listo, me aconseja para que no sea como él es, ya que nuestra historia es diferente, por lo cual yo no tengo que ser igual a él. Siempre me dijo que tenía que ser como yo era; no como mi padre, mi madre. No como él, sino como yo era. Y ser su amigo era lo mejor del mundo. Cuando se fue a realizar su viaje de negocios realmente me sentía incómodo los primeros días, no encontraba que hacer porque siempre había estado con él.

Mi padre murió cuando cumplí mis veinticinco años, le dio un paro cardiaco y murió sin que nadie se lo esperara. Tenía dinero, mi madre se quedó con una parte de este y a mí me tocó lo mío. No creí que necesitara trabajar, pues mi padre trabajaba para una empresa automotriz, él era proveedor de autopartes y tenía más de tres siglos trabajando allí. Esta empresa trabaja a nivel internacional y él tenía un sueldo fantástico. ´

Él ahorró dinero para mis estudios y lo depositó en un banco, cuando investigué cuánto dinero había en esta cuenta casi me da un paro cordiaco a mí también. Él murió a la edad de setenta y tres años de edad. Finalmente, a mí se me entregó el dinero, salí de casa cuando me compré un auto y mi propia vivienda.

Jason siempre me visita desde entonces, a mi madre tengo mucho tiempo que no la veo, ella vive en Georgia y pues a veces la extraño mucho. Sé que tengo que sacar tiempo para ella pues ya tiene sesenta y seis años, el tiempo no perdona y no sé cuándo ella dejará de estar.

Me voy a la cama pensando en mi madre y lo malo que he sido con ella, después de todo lo que hizo por mí ni siquiera me he dignado en llamarla.

Miro el reloj, 9:38 Pm, sin pensarlo dos veces me pongo de pie y tomo el teléfono. Marco su número y espero a que lo tome mientras este timbra.

—Hola mamá, que bueno que aún no te has ido a la cama.

—Hola cariño, me espata poniendo el pijama. Qué extraño que llamaras.

—Sí, sé que no lo he hecho durante mucho tiempo —agacha la cabeza.

—Bueno, técnicamente te has olvidado de tu vieja, pero ya está bien —dice sonriendo.

—Ríe a la vez—. Mamá, ¿Cómo estás?

—Yo estoy muy bien cariño, hoy me la pasé trabajando y llegué hace unas horas…

—No sé para que trabajas sino lo necesitas —dice él.

—´Hijo, quiero hacer mi propio dinero, entiende que he dejado guardado el de tu padre.

—Está bien, no discutiré lo mismo otra vez. Mamá, ¿Cuándo vienes?

— ¿Qué ocurre, Anderson? —Pregunta preocupada.

—Mamá tengo algo que contarte —derramo un par de lágrimas.

—Hijo, ¿Qué está pasando? No puedo ir hasta el fin de semana, pero puedes contarme.

—No, no esperaré a que vengas, ven a casa, pide vacaciones en el trabajo, renuncia, hazlo como quieras, pero ahora mismo te necesito aquí conmigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.