Su nombre es Lisa West

Capítulo 45

 

Los padres de Lisa llegan a la ciudad. Ellos se hospedan en un hotel cercano. La noticia les ha caído como piedra al estómago, están devastados por la pérdida de su hija. Aquella muerte sorpresiva e inesperada que hace que el dolor le estruje el corazón y los haga llorar cada vez que la recuerdan.

Ellos no entendían al igual que el resto que pasaba, ellos habían estado unos meses atrás con ella, ¿Cómo es que ahora ya no va estar más? No se imaginaron que aquel adiós de ese día iba a ser lo último que le escucharan decir. Parecía una farsa, ellos deseaban que solo fuera una broma de mal gusto que ella les estaba haciendo.

Su madre (Ana) se paseaba por la habitación de un lado a otro mientras su esposo (Steven) la miraba con los ojos hinchados y la punta de la nariz roja.

— ¿Ahora qué hacemos? Dime Steven, ¿Qué hago? —Sus ojos se llenan de lágrimas.

Él la mira y no puede evitar derramar unas cuantas lágrimas. Ella camina hacia a él, lo aprieta fuerte en un cálido abrazo, donde sus manos se deslizan por su espalda. Ella llora en sus hombros y él en silencio continúa llorando.

— ¿Qué pasó, Ana? ¿Fue un error nuestro? —Le pregunta él mientras se aparta.

—No, esto no fue nuestra culpa —ella se seca las lágrimas—. Ella fue quien quiso esto para ella, tener su casa, su auto. Todo, ¿Qué clase de padres seriamos sino la hubiéramos dejado ser libre?

—Él la mira—. Ven, vamos a ver un poco de televisión, solo vamos a descansar que hemos tenido un largo viaje y de seguro estas muy cansada, tanto como yo lo estoy. Mañana veremos cómo pasamos el día, pero yo estoy contigo y tú estás conmigo, ¿Sí?

Él se acuesta en la cama mientras ella se va a dar una ducha para luego ir a la cama. Ella deja que el agua se deslice por su cuerpo mientras desliza la pasta de jabón por su cuerpo.

Ella sale de la ducha, lava sus dientes, se pone su pijama de dormir y se va a la cama donde Steven la esperaba mientras miraba una película en le televisión.

—Amor, has terminado rápido —añade él mientras ella se sube a la cama.

—Sí, el agua estaba helada y pues me había duchado antes, así que solo me duché ahora para dormir y ya —Contesta ella mientras se cubre con la cobija.

—Está bien, que descanses —le desea él.

Steven se queda hasta tarde, ellos habían tenido el largo camino hasta Jacksonville, y habían llegado agotados. Nunca se le olvidarán las palabras del detective aquel día. —Hemos encontrado a su hija Lisa. Toda la noche la frase le retumbo en los oídos una y otra vez hasta que en la batalla que llevaba contra el sueño resultó perdedor.




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