Su nombre es Lisa West

Capítulo 55

El detective permanece sentado del otro lado de su escritorio, no se ha movido desde que los padres de Lisa se fueron. Él piensa en cómo puede hacer que el caso avance. Esto le estaba comiendo las neuronas, algo no están haciendo bien, algo tenía que haber, era imposible de que alguien fuera tan astuto y cuidadoso que no dejara rastro, ni una pequeña marca lo sufrientemente grande como para atraparlo, pero no había ¨nada¨ era necesario revisar nuevamente las evidencias, quizás pasaron algo por alto. Él quería creer que era así.

Él se pone de pie y camina hacia las afueras de la oficina, él mira a Diana.

—Diana, si alguien vine y pregunta por mi diles que estaré ocupado, al menos que sea un caso de emergencia —se acerca al escritorio de ella.

—Está bien señor —contesta ella abriendo la agenda —ya revisaré los pendientes cualquier cosa que esté programado para estas horas las cambiaré.

—Perfecto. Ahí nos vemos —se dirige al elevador.

Él se sube a este y aprieta el botón número dos. Las puertas se cierran mientras él se apoya de la pared de la gran caja de metal en la que se encontraba en ese momento, cruzando sus manos y los pies. Lentamente él va bajando hasta detenerse en el piso indicado. Miller sale de allí, camina hasta el depósito de evidencias. Todo estaba perfectamente ordenado por tramos. Estos estaban clasificados por: casos sin resolver, casos pendientes y casos recientes. Allí se encontraban todas las evidencias que se habían recolectado de los diversos asuntos.

Él camina hasta donde se encontraba la caja de evidencia del caso de Lisa. El detective se sube en un banco y alcanza la caja. Con cuidado la baja del estante, él se baja del banco y empieza a revisar todas y cada una de las evidencias que se habían recolectado en la casa de la víctima. Él se coloca unos guantes, pues no quería arruinar cualquier evidencia que no se haya encontrado antes.

Empieza a sacar uno por uno los papeles encontrados y sustancias recolectadas. Entre ellos encuentra un papel arrugado. Extrañado porque no se acordaba de haber revisado aquel papel. Él lo plancha lo más que puede y cuando empieza a leer se da cuenta de que era una factura, la factura de la compra de un arma de fuego, pero, ¿Cuándo pasó esto? continúa leyendo y se da cuenta de que la factura fue realizada días antes de la desaparición de Lisa y de Lucas. Lentamente va deslizando la vista por las letras del papel y lo que encuentra es realmente sorprendente. Nunca lo había imaginado ¿Cómo era posible que algo así estuviera pasando? —N-no tiene sentido— dice él en un susurro.

Se pone de pie con el papel aun en sus manos, un sudor frio empieza a mojar su frente. Anonadado se lleva la mano hasta sus labios, donde le guante desprende un sabor a goma que lo hace rehusar retirando su mano de allí. —Dios, creo que acabo de encontrar la pieza que necesitaba, ya no necesito a un compañero.

—Necesito ir a este lugar, necesito dirigirme allá —dice poniendo la caja en su lugar.

Miller sale de allí apresurado, se sube al elevador y presiona el botón que lo llevará hasta el primer piso, él revisa los bolsillos de su saco para asegurarse de que allí estaba la imagen de Lisa. Él camina hasta su auto donde prosigue a abordarlo. Él enciende el auto y el escandaloso motor ruje como fiera. Acelera a toda velocidad, dejando marcas del neumático que desprendieron humo mientras se gastaban en el pavimento.

Él conduce apresurado hasta el lugar donde se había realizado la compra del arma. Llega hasta Shooters of Jacksonville. Él se baja del auto y camino con estilo hasta la entrada, luciendo sus gafas para sol.

La cajera de tez blanca y ojos color miel que a la vez era quien atendía la tienda lo mira extrañado.

—Disculpe, buenos días señorita. Yo soy el detective Miller —dice mientras muestra su placa—. Estoy realizando una investigación, ¿Usted ha visto a esta joven por aquí? —Saca la imagen de Lisa de sus bolsillos.

—Mmmm… —Observa la imagen —me resulta conocida.

—Ella compró un arma de fuego en este lugar. Necesito hablar con tus jefes.

Ella se pone nerviosa. Con su voz quebradiza accede a buscar a su jefe para que pueda hablar con él.

—Señor, tenemos a un detective en le entrada, quiere hablar con usted —dice ella.

—Ya voy para allá —contesta él mientras ponía unos papeles sobre el escritorio.

El detective aguardó por unos minutos hasta que él salió.

—Buenos días, detective Miller —saluda él estrechando su mano.

—Buenos días. Necesito saber si usted reconoce a esta chica —eleva la imagen a nivel de su pecho.




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