Su prometida por accidente

La Represa Se Rompe

POV Valentina – Tiempo después

Han pasado unas semanas desde que crucé los portones de la mansión Anderson por última vez.
Ocho para ser exactos, ocho semanas desde que, con una sonrisa falsa y el corazón hecho pedazos, decidí dejarlo todo para no arrastrar a Sebastián al escándalo que Mariana había desatado.

Me mude a las afueras de Nueva Orleans, alquile un pequeño taller. Me he dedicado a reparar motores y pagar cuentas. Cada día me levanto a las cinco, abro las puertas, enciendo las luces y me sumerjo en el ruido de las herramientas para no pensar.

Pero por más que lo intente, no puedo evitarlo.
Lo extraño.

Extraño su voz baja cuando se me acercaba para susurrarme al oído. Extraño cómo podía leerme solo con una mirada, como si yo fuera un libro abierto para él.
Y lo que más me duele… extraño lo que nunca tuvimos. Ese beso que nunca ocurrió, ese toque que nunca llegó a ser más porque yo decidí poner fin antes de que se complicara.

Me repito cada noche que hice lo correcto. Que Sebastián está mejor sin mí.
Pero las noches siguen siendo largas, y su recuerdo sigue persiguiéndome.

POV Valentina – Tiempo después

Han pasado unas semanas desde que crucé los portones de la mansión Anderson por última vez.
Ocho para ser exactos, ocho semanas desde que, con una sonrisa falsa y el corazón hecho pedazos, decidí dejarlo todo para no arrastrar a Sebastián al escándalo que Mariana había desatado.

Me mude a las afueras de Nueva Orleans, alquile un pequeño taller. Me he dedicado a reparar motores y pagar cuentas. Cada día me levanto a las cinco, abro las puertas, enciendo las luces y me sumerjo en el ruido de las herramientas para no pensar.

Pero por más que lo intente, no puedo evitarlo.
Lo extraño.

Extraño su voz baja cuando se me acercaba para susurrarme al oído. Extraño cómo podía leerme solo con una mirada, como si yo fuera un libro abierto para él.
Y lo que más me duele… extraño lo que nunca tuvimos. Ese beso que nunca ocurrió, ese toque que nunca llegó a ser más porque yo decidí poner fin antes de que se complicara.

Me repito cada noche que hice lo correcto. Que Sebastián está mejor sin mí.
Pero las noches siguen siendo largas, y su recuerdo sigue persiguiéndome.

POV Sebastián – Dos meses después

Dos meses. Sesenta días en los que he repasado cada palabra, cada gesto de aquella noche.
Valentina Hayes desapareció como si nunca hubiera existido. Ni una llamada, ni un mensaje, ni una oportunidad para explicarle que para mí esto dejo de ser un tarto, casi el mismo día que inicio.

Encontré pruebas de cómo Mariana había manipulado todo: las fotos, los rumores, incluso las deudas que exageró para hacerla parecer una cazafortunas. Limpié el nombre de Valentina, borré cualquier rastro de ese escándalo de los medios… pero ella sigue ignorando cada intento de contacto.

Se dónde está escondiéndose de mí. Hace rato que la estoy siguiendo en las sombras, la veo en fotos de eventos menores, presentando diseños de autos y talleres para marcas locales. Siempre sonríe para la cámara. Pero conozco la conozco mejor de lo que ella cree y ella está sopesando las consecuencias de la decisión de aquella noche, no la de sacrificarse por mí, si no la que tomo horas más tare cuando trato de salir de mi vida sin dejar rastro.
Y cada vez que veo esas imágenes, más claro tengo que necesito verla. No para exigirle nada. Solo para… saber si aún siente lo mismo que yo.

El reencuentro

POV Valentina

La cena benéfica en Nueva Orleans debía ser un trabajo más. Mi cliente, una marca de autos deportivos local, había pedido que yo estuviera para presentar un prototipo que ayudé a modificar. Llevaba un vestido negro sencillo, nada que llamara la atención, y me mantenía cerca del coche exhibido para evitar la charla social.

Hasta que lo escuché.
Esa voz grave, calmada, que podía detenerme en seco incluso entre una multitud.

Estas preciosas… cómo siempre.

Me giré lentamente y lo vi. Sebastián Anderson. De pie en el umbral, impecable en un traje oscuro que parecía hecho a medida para él —seguro lo era—, con esa mirada gris que, incluso a distancia, parecía atraparme.

El aire se volvió denso. Todo el ruido del salón se volvió un zumbido lejano. Por un segundo, no existieron los meses separados, ni Mariana, ni mi taller, ni la mansión. Solo él.

—Sebastián… —mi voz apenas salió, temblorosa.

Avanzó un paso. Yo, sin pensarlo, otro.
No hubo palabras. No hacían falta.
Cuando la distancia desapareció, sus manos rodearon mi rostro, y sus labios encontraron los míos con una urgencia que me robó el aliento.

No fue un beso suave. Fue rabia, deseo contenido y todas las noches de insomnio estallando en un instante. Me aferré a su chaqueta mientras su mano se deslizaba por mi espalda, atrayéndome más.
Por primera vez en meses, me sentí completa.

La noche que no terminó

POV Sebastián

No recuerdo cómo llegamos al hotel. Tal vez ni siquiera hablamos en el trayecto. Todo lo que sé es que, en cuanto la puerta se cerró, no hubo vuelta atrás.

Sus labios, su risa entrecortada cuando mi chaqueta cayó al suelo, la forma en que me empujó hacia la cama sin vacilar. Era como si los dos temiéramos que el amanecer fuera a robarnos otra vez lo que habíamos encontrado.

La pasión fue cruda, sin pausas. Ni siquiera fingimos suavidad. Hubo susurros apresurados, risas ahogadas, manos desesperadas y una necesidad que parecía imposible de saciar. Cada beso era una mezcla de reencuentro y rabia por el tiempo perdido.

Cuando finalmente el silencio llenó la habitación, solo nuestros latidos y la respiración agitada quedaban entre nosotros. Ella se quedó dormida sobre mi pecho, y por primera vez en semanas, también yo descansé de verdad.



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En el texto hay: amor, relaciones fingidas

Editado: 14.08.2025

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