Su prometida por accidente

Huellas y Sombras

POV Valentina

El taxi me dejó en una calle secundaria, lejos del hotel. Apenas pagué, salí corriendo, sintiendo el frío de la madrugada morderme la piel. No tenía tiempo de pensar, de escribirle a Sebastián, de dar explicaciones. Cada minuto contaba.

Mientras caminaba rápido hacia el punto de encuentro, mi teléfono vibró otra vez. "Apúrate. Él no tiene mucho tiempo."

Sentí un nudo en la garganta, pero seguí avanzando. Al girar la esquina, vi una camioneta negra esperándome. La puerta se abrió y bajó un hombre de complexión robusta y cabello oscuro. Su mirada seria se suavizó al verme.

—Val —dijo, su voz ronca pero cálida—. Vamos, no hay tiempo.

Asentí sin decir nada. Él tomó mi bolso y me ayudó a subir.

Tenía un nudo en la garganta por la forma en la que deje esa nota en el cuarto, por no despedirme de él. Pero no podía darme el lujo de preocuparme por eso ahora. Solo había una prioridad.

POV Sebastián

Cuando regresé al hotel, el sol apenas despuntaba. Esperaba encontrarla aún dormida, con esa serenidad que solo había visto cuando se relajaba, lejos de toda máscara.

Pero la cama estaba vacía. Las sábanas frías. Y sobre la mesa, solo una nota corta, escrita con prisa:

"Lo siento. Debo irme."

La leí una, dos, tres veces. Nada más. Ni un número, ni un destino, ni una explicación.
Sentí un golpe en el pecho, seco y helado.

Llamé a su teléfono. Una vez, diez veces. Siempre directo al buzón.
Contacté a mi chofer, a mis contactos. Nadie sabía nada.

Fue entonces cuando mi asistente me llamó.
—Sebastián… hay algo más. La cuenta donde depositaste la inversión para Valentina… casi la mitad del dinero fue transferido esta madrugada. No sabemos a dónde.

El aire pareció volverse más pesado.
¿Me había engañado desde el principio?
Sacudí la cabeza, negándome a creerlo… pero las dudas se instalaron como veneno.

POV Sebastián – Horas después

El whisky sabía a nada, pero seguí bebiendo. La habitación del hotel era un desastre: las cortinas cerradas, botellas vacías sobre la mesa, mi teléfono vibrando sin parar mientras ignoraba llamadas de mi abuela y de mis socios.

Solo podía pensar en Valentina. En cómo me había besado como si el mundo se acabara… solo para desaparecer al amanecer, llevándose no solo mi paz, sino también mi confianza.

Golpeé la mesa con el puño, dejando escapar una maldición.
¿Era todo un juego? ¿Una trampa?

Fue entonces cuando llegó el mensaje que terminó de romperme.

Una notificación. Fotos.
Valentina, subiendo a una camioneta negra con un hombre desconocido, en plena madrugada. Tomados de la mano mientras entraban a un centro privado.

El texto adjunto, enviado desde un número anónimo, decía:
"Tal vez ahora entiendas quién es realmente."

La botella cayó de mi mano y se estrelló contra el piso. Por primera vez en años, no supe qué hacer.



#6703 en Novela romántica
#1689 en Chick lit
#2953 en Otros
#718 en Relatos cortos

En el texto hay: amor, relaciones fingidas

Editado: 12.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.