La Sangre Que No Importa

POV Valentina – Cuatro meses después

El olor a desinfectante y medicamentos se había vuelto parte de mi rutina. Cuatro meses entre hospitales y clínicas privadas, en ciudades que ni siquiera recordaba, persiguiendo cualquier tratamiento experimental que pudiera darle una oportunidad más a mi padre… aunque él no compartiera mi sangre.

Papá.
No, no el hombre que me dio la vida y desapareció cuando yo tenía cinco años, dejándonos a mamá y a mí a nuestra suerte. Ese hombre jamás mereció el título.
Mi verdadero padre fue el que apareció después: Thomas Blake.

Él se casó con mi madre cuando yo tenía seis, trajo conmigo a un hogar lleno de risas y caos, con tres hijos varones que pronto se convirtieron en mis hermanos de verdad. Nunca me hizo sentir menos por no llevar su apellido. Nunca me trató diferente. Para él, yo era su hija, punto.

Y ahora, verlo en una cama, conectado a máquinas, con la vida escapándosele gota a gota, me estaba destrozando.

Fue por eso que, aquella mañana en Nueva Orleans, cuando recibí el mensaje de mi hermano mayor, Lucas, no dudé. Usé el dinero que Sebastián me había dado y me fui sin mirar atrás.
Sin tiempo para explicaciones, sin una despedida, sin darle la oportunidad de ofrecer ayuda o, peor aún, de intentar detenerme.

Lucas me esperó en la camioneta. Era alto, con el mismo cabello oscuro y expresión grave que recordaba de nuestra infancia. Apenas subí, me abrazó.
—Papá necesita a todos. El tratamiento empieza hoy. No hay tiempo, Val.

Asentí, mordiéndome el labio para no romperme.
—Vamos.

POV Sebastián – Dos meses después

Dos meses. Y aún no he dejado de buscarla.

Primero fueron llamadas, mensajes, correos. Después, contraté investigadores privados. Nada. Era como si ella hubiera desaparecido del mapa.
Ni registros, ni rastros de viajes, ni movimientos de cuentas.

Doña Carmen sospecha que Mariana está detrás, pero ni siquiera Mariana ha podido rastrearla.
Es como si se hubiera esfumado… o como si nunca hubiera existido.

Las fotos con aquel hombre —Lucas, según descubrimos— siguen siendo un puñal en mi costado. La imagen de ella subiendo a esa camioneta, de madrugada, con él tomándola de la mano, es la última vez que la vi.

Y el dinero.
La transferencia que hizo esa misma noche. Todo lo que quedaba de la inversión inicial que le di para su taller.
¿Fue todo un engaño? ¿Realmente usó lo nuestro como excusa para escapar con otro hombre?

Por primera vez en años, me siento derrotado. No por negocios, no por mi familia… sino por alguien que juré no dejar entrar demasiado y que, aun así, se llevó todo.

Cada noche, el whisky me acompaña más que el sueño. Y, aunque intento convencerme de que debo olvidarla, una parte de mí sigue sabiendo que hay algo más. Algo que no cuadra.

POV Valentina – Recuerdos y promesas

El hospital en Alemania es silencioso de noche, solo interrumpido por el pitido de las máquinas. Estoy sentada junto a la cama de Thomas, sosteniendo su mano áspera, marcada por años de trabajo en talleres y carreteras.

Mis hermanos duermen en las sillas del pasillo, agotados. Ellos han cargado tanto como yo, vendiendo lo que podían, trabajando turnos dobles, buscando cualquier recurso para mantener a nuestro padre vivo un día más.

Mientras lo observo, recuerdo mi niñez:
La noche en que mi padre biológico nos abandonó, dejando a mamá llorando en una cocina vacía.
El día en que Thomas llegó, con una sonrisa amable y un ramo de flores, prometiendo que nunca nos faltaría nada mientras él respirara.
Las tardes de carreras improvisadas con mis hermanos, donde aprendí a manejar coches antes de aprender a montar bicicleta.

Él fue quien me enseñó que la familia no siempre viene de la sangre… pero que vale la pena luchar por ella como si lo fuera.
Por eso estoy aquí. Aunque me duela cada segundo de distancia con Sebastián. Aunque él crea que lo engañé.

No puedo dejar que mi vida con él interfiera con la de mi padre.
Primero debo salvar a quien me dio un hogar… y después, si queda algo de mí, enfrentar todo lo demás.