Su prometida por accidente

Orgullo, Hambre y Secretos Descubiertos

POV Valentina – Nueva York

El viento helado de noviembre azotaba mis mejillas cuando el taxi se detuvo frente al edificio de Sebastián. No había puesto un pie en esta ciudad desde que todo se derrumbó, y cada esquina me parecía extraña y familiar al mismo tiempo.

Respiré hondo y me dije a mí misma que debía ser fuerte.
Papá estaba estable, mis hermanos podían manejar las cosas por un tiempo, y yo… necesitaba cerrar un ciclo. O al menos, decirle la verdad a Sebastián antes de que las decisiones que tomara fueran definitivas.

Subí en silencio, con el corazón latiendo a toda velocidad.
El ascensor parecía avanzar demasiado lento. Cada segundo, las dudas crecían: ¿Me creerá? ¿Querrá siquiera escucharme? ¿Y si ya no hay lugar para mí en su vida?

Cuando la puerta del penthouse se abrió, el olor a café recién hecho me recibió. Y junto a ese aroma, una voz femenina.

—Sebastián, cariño, ¿quieres que te prepare algo más para desayunar?

Mi cuerpo se tensó. Avancé unos pasos y, desde el marco del salón, la vi.
Clara Duval. Con el cabello rubio suelto, impecable como siempre, usando una de las camisas de Sebastián como si fuera un vestido.

Clara giró la cabeza, y cuando me vio, sus labios se curvaron en una sonrisa que no tenía nada de inocente.
—Vaya… pero si es Valentina Hayes. Qué sorpresa.

Mi estómago se retorció, no por celos, sino por la punzada de realidad.
Podía imaginarme la versión que Clara contaría si Sebastián no estaba en casa para aclarar nada. Podía ver los titulares: “La ex que no supera su pasado.”

Apreté la mandíbula, enderecé los hombros y forcé una sonrisa tranquila.
—Disculpa. Pensé que él estaba aquí solo. No quise interrumpir.

Me di la vuelta antes de que pudiera notar cómo mi pecho dolía con cada palabra. No le daría el gusto de verme derrumbarme.

POV Valentina – Cafetería cercana

El sonido de las tazas chocando y el aroma a pan recién horneado me devolvieron un poco de calma. Me senté en una mesa junto a la ventana, intentando que mis manos dejaran de temblar.

No era solo por lo que había visto.
Mi cuerpo estaba reclamando lo que había descuidado desde la mañana: alimentos. El estrés del vuelo, de enfrentarme a este regreso, había hecho que apenas probara un sorbo de agua antes de salir del hotel.

Mi mano se posó de manera automática sobre mi vientre aún discreto.
—Tranquilo, bebé… ya sé que necesitas más que promesas.

Cuando la mesera llegó, pedí un jugo de naranja, una ensalada y pan tostado. Todo lo que el médico había dicho que debía priorizar.
Mientras esperaba, miré mi reflejo en la ventana.

No podía dejar que Clara o nadie más me hiciera perder el control.
Había venido a hablar con Sebastián. No para mendigar un lugar en su vida… sino para darle la verdad. Lo que hiciera con esa verdad sería decisión suya.

Tomé aire profundamente y susurré para mí misma:
—Una cosa a la vez. Primero, comer. Luego… Sebastián.

POV Doña Carmen – Misma cafetería

No esperaba encontrarla aquí, pero la reconocí de inmediato, sentada sola junto a la ventana. Valentina Hayes. La mujer que, pese a todo, había logrado despertar algo en Sebastián que ninguna otra había conseguido.

Me acerqué despacio, con mi bastón golpeando suavemente el suelo de madera.
—¿Puedo sentarme? —pregunté con una sonrisa suave.

Valentina levantó la vista, sorprendida, y asintió.
—Por supuesto, señora Carmen.

Nos sentamos y pedimos café para acompañar su desayuno. Conversamos de cosas triviales al principio.
Pero mis ojos, curtidos por décadas, notaron un cambio en ella. A pesar del evidente cansancio, había una luz diferente, una forma en que su mano se apoyaba instintivamente sobre su abdomen.

No dije nada al principio. Solo escuché. Hasta que, le hice la pregunta certera

—De cuánto tiempo estas…

Sin darse cuenta, soltó la respuesta que yo ya esperaba
—Casi cuatro meses…

Valentina abrió los ojos no pudiendo creer lo que me acababa de responder.
Mi ceja se arqueó apenas.
Cuatro meses desde que se fue. Cuatro meses desde que Sebastián se sumió en esa oscuridad que intentó ocultar. Cuatro meses desde que desapareció del mapa… y ahora.

—Cómo lo supo…me preguntó una vez salió de su sorpresa inicial

Sonreí con ternura. — Tu cuerpo ha cambiado además tienes esa luz que sólo tenemos las madres cuando estamos esperando y ese gesto protector sobre tu vientre termina de darle todo el sentido.

—Valentina, querida… —dije suavemente, tomando su mano—. No necesitas decírmelo, ese bebe que esperas… será mi primer bisnieto.

Valentina tragó saliva, incapaz de responder. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero las contuvo.
Yo apreté su mano.
—Sebastián tiene derecho a saber, cariño. Y tú… derecho a no cargar con esto sola.

POV Valentina

Las palabras de Doña Carmen, las de mis propios hermanos me animaron a volver al apartamento de Sebastián para contarle de mi embarazo cómo había sido mi plan original.

Toque la puerta rogando que Clara no estuviera esta vez, su presencia era la confirmación de que Sebastián ya había pasado la página y yo no era nada en su vida.

Entonces su aroma llego a mí ese aroma que me volvía loca. Abrió la puerta, primero su cara fue de asombro y luego la ira fue dominando sus facciones. Y cómo era de esperarse mi valor se esfumaba.

—¿A que viniste? — me pregunto, con un tono de voz que le había escuchado antes pero que nunca había usado conmigo.

—Necesitamos hablar — mi voz me traiciono demostrando cuan nervioso estaba.

—Creo que es un poco tarde para eso, no lo cree Señorita Haye —

No Val, no Cariño, no Preciosa…solo señorita Haye, con un tono frio y distante cómo si estuviera hablando con sus competidores en una junta.



#3407 en Novela romántica
#1092 en Chick lit
#1175 en Otros
#193 en Relatos cortos

En el texto hay: amor, relaciones fingidas

Editado: 06.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.