Su prometida por accidente

Cuando el Orgullo se Convierte en Miedo

POV Valentina – Hospital Mount Sinai

Desperté con el sonido de un monitor y un cansancio profundo que parecía hundirse en mis huesos. Tardé unos segundos en recordar todo: la calle, el auto que casi me atropellan, mi cuerpo colapsando después… y el bebé moviéndose débilmente en mi vientre.

Sebastián estaba sentado a mi lado, los codos sobre las rodillas, la mirada perdida. Al notar que abrí los ojos, se incorporó de inmediato.
—¿Cómo te sientes? —su voz era baja, pero cargada de tensión.

—Cansada… pero bien —respondí, aunque sentía que el peso del mundo seguía sobre mí.

Se pasó una mano por el cabello, como buscando paciencia.
—El médico dijo que estabas al borde del colapso por falta de cuidado. Que llevas semanas así. ¿Por qué?

Lo miré fijamente, incapaz de desviar la mirada.
—Porque no lo supe hasta hace poco, Sebastián. No sabía que estaba embarazada cuando me fui. —Mi voz se quebró suavemente—. Apenas lo descubrí en Alemania, mientras estaba cuidando a mi papá.

Sus cejas se fruncieron.
—¿Entonces… no me lo estabas ocultando?

Asentí lentamente.
—No había tiempo para pensar en mí. Papá estaba muriendo. Los doctores dijeron que la única opción era un tratamiento en otro país, y mis hermanos no tenían los recursos. Cuando me enteré del bebé, ya estaba metida hasta el cuello en eso… y no podía pedirte ayuda tu ya estabas rehaciendo tu vida.

Sebastián me observó en silencio, su expresión mezclando culpa, sorpresa y una rabia contenida que no era hacia mí, sino hacia todo lo que nos había puesto en este lugar.
Finalmente, su mano rozó la mía con cautela.
—Podrías haber confiado en mí…

—No pensé que me creyeras o que. —Apreté los labios—. Y tampoco quería que vieras esto como una trampa.

Él no respondió. Solo me sostuvo la mirada, como si intentara descifrar algo que ni yo misma podía explicar del todo.

POV Sebastián – Varios días después

Valentina llevaba tres días en el hospital. Recuperaba fuerzas poco a poco, pero aún se veía frágil. Yo había organizado enfermeras privadas, comida especial y todo lo que pudiera necesitar.

Quería llevarla a mi apartamento para tenerla más segura, pero ella se negaba cada vez que lo mencionaba.
—No voy a esa casa, Sebastián —repitió, con firmeza, mientras se acomodaba en la cama.

—¿Por qué? Allí tendría todo lo que necesitas.

Su mirada se cristalizó.
—Porque no pienso entrometerme en tu vida, no quiero causarte problemas con Clara.

Mi mandíbula se tensó. Clara.
—Ella y yo no tenemos. —Mi tono no admitía discusión—. Te lo prometo.

—Eso no fue loque yo vi, Sebastián —repitió, con tristeza. —Ella estaba ese día temprano en tu casa diciéndote cariño y usando tus camisas como si fueran suyas—

Busque ene mi mente recuerdo de Clara con mis camisas, y no encontré nada, pero mi abuela si me dijo que ella se había encontrado con Valentina cerca de la caferia de mi penhouse, así que algo de cierto debía de haber en la renuencia de Valentina. Deje las coasa así por el momento, no la quería estresar con el tema.

POV Valentina – Pasillo del hospital, un par de días después

Me dejaron caminar un poco para estirar las piernas. Caminaba despacio, con una enfermera a pocos pasos detrás, cuando escuché el sonido inconfundible de tacones apresurados.

No necesité girarme para saber quién era.
Clara.

—Qué escena tan conmovedora —dijo con voz dulce, aunque cada palabra destilaba veneno—. Pobrecita Valentina, jugando a ser mártir otra vez.

Seguí caminando, ignorándola, pero ella aceleró hasta caminar a mi lado.
—¿Sabes? Podrías hacerle un favor a todos y largarte otra vez. Sebastián estaba empezando a olvidar todo este desastre contigo.

Me detuve, volviendo mi rostro hacia ella, serena a pesar del enojo.
—No tengo por qué escucharte, Clara.

Ella sonrió, pero sus ojos brillaron con una ira oscura.
—Entonces escucha esto. —De un empujón, sus manos me golpearon el hombro.

Mi equilibrio, aún débil, no resistió. Sentí cómo el mundo giraba, mis pies se vaciaban de suelo, y el dolor lacerante de las escaleras me atravesaba al caer. El sonido metálico de mi cuerpo golpeando contra los escalones resonó antes de que todo se volviera negro.

POV Sebastián – Minutos después

Corrí como nunca en mi vida al escuchar los gritos. Cuando llegué, el pasillo estaba lleno de gente y Valentina era trasladada en una camilla, inconsciente, su piel pálida, su mano suelta colgando al lado.

Una enfermera gritó:
—¡Riesgo de aborto! ¡Necesitamos sala de emergencias ya!

Mi corazón dejó de latir por un segundo.
La imagen de ella en esa camilla, tan frágil, me atravesó como un cuchillo.

Doña Carmen apareció detrás de mí, sus ojos cargados de furia.
—Fue Clara. La enfermera que acompañaba a Valentina me dio su descripción.

Mi mandíbula se endureció tanto que sentí que podía romperse.
—Juro que si le pasa algo a Valentina o al bebé… —mi voz se volvió un gruñido bajo—, Clara no volverá a poner un pie en esta ciudad.

Mi abuela me tomó del brazo con fuerza.
—Sebastián… si pierdes la cabeza ahora, perderás a Valentina y a tu hijo. Concéntrate en ellos primero. Luego… haz lo que tengas que hacer con esa víbora.

Me quedé inmóvil, viendo cómo las puertas de la sala de emergencias se cerraban con Valentina adentro. Por primera vez, el miedo superó al orgullo.



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En el texto hay: amor, relaciones fingidas

Editado: 06.09.2025

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