Su sonrisa

Capítulo 2. Nervios

Cada día que pasa recuerdo el momento en el que conocí a la que ahora es mi mejor amiga, Hayley. Tan solo han pasado unos meses desde aquel encuentro, pero lo revivo cada vez que me encuentro con ella. Me hace sentir tan libre, tan real, es algo que me enciende por dentro y me hace sentir como una persona completamente diferente. Pero es así como debería hacerte sentir una buena amiga, ¿no?

Pero, al mismo tiempo que esas nuevas emociones se cuecen en mi interior, empiezan a surgir los nervios, las inseguridades. Nunca me he sentido tan insegura sobre algo, ¿por qué ahora sí? Necesito hablar con alguien.

Mi hermana pequeña no tarda en llegar a mi apartamento. Ethan está en el trabajo, mientras que yo he terminado pronto y he decidido tomarme el resto del día libre. Suelo trabajar mucho y muy duro, por lo que no me han puesto ninguna pega. Al fin y al cabo, solo son unas horas.

—¿Qué pasa? —pregunta Mia al cruzar el umbral de la puerta.

—Es... No lo sé, Mia. ¿Nervios, quizás? Ni siquiera estoy segura de ello.

Mia tiene unos años menos que yo, acaba de cumplir los veinticuatro, pero ella siempre ha sido mi mentora en vez de al revés. Claro que yo también le enseño cosas y le ayudo, sin embargo, ella tiene más conocimientos sobre relaciones amorosas y amistades. Es una persona muy sociable y extrovertida y, aunque a mí me gusta relacionarme con la gente también, a ella se le da mejor. Tiene un talento natural, lo cual admiro.

—No te preocupes, serán los típicos nervios por la boda. —Se echa el pelo hacia atrás una vez nos hemos sentado.

Lo lleva estilizado con ondulaciones ligeras, y noto que se ha puesto algunas mechas rubias. Haga lo que se haga, siempre está preciosa. Si yo me hiciera eso, me quedaría horroroso. Pero no me importa mucho, pues nunca me ha gustado cambiar mi imagen demasiado. Tan solo con algo de maquillaje de vez en cuando.

—No lo sé... Es raro. No sabría cómo explicártelo —respondo tras un momento de silencio.

—Normal que sea raro, casarse no es algo que se haga todos los días. Pero verás que después de la boda te sientes mejor —sonríe—. Hablemos de otra cosa para que te relajes un poco. ¿Qué tal está Victoria? Me han contado que has estado quedando mucho con ella últimamente.

Me estremezco al escuchar eso y mis nervios se disparan. ¿Por qué tendría que haber mentido en un primer lugar? Nadie sabe de la existencia de Hayley, la primera vez que quedé con ella tras habernos conocido dije que quedaba con Victoria, solo recuerdo que las palabras salieron de mi boca antes de poder procesar lo que decía. Y desde entonces no he tenido el coraje de decir la verdad, ni siquiera sé por qué razón. Es ridículo.

—Ella... —comienzo—, está bien. Solo algo estresada, por el bebé y el trabajo. Lo normal —termino mi mentira.

—Bueno, es genial que tenga un hijo —contesta, apenada.

A los diecinueve años Mia descubrió que era estéril, debido a que tiene síndrome de ovario poliquístico. El síndrome le desarrolló un quiste en el ovario, el cual le tuvieron que extirpar para que el riesgo de futuras complicaciones disminuyese. Sin embargo, quedó estéril igualmente, lo que supuso un duro golpe en su vida. Pero ahora es más feliz que nunca, tras haber pasado por ello se siente mejor y, aunque todavía le duela no poder concebir ella misma, sabe que puede adoptar a un niño y quererlo de la misma forma.

Tras hablar un rato más sobre la boda con Mia, intentando averiguar cuándo sería el mejor momento para hacerla, se despide de mi e inmediatamente le mando un mensaje a Hayley.

«Yo: ¿Quieres quedar donde siempre? Necesito hablar.» 17:23. «Hayley: Claro. Me queda media hora para salir del trabajo. Estaré allí sobre las seis y cuarto» 17:24.

Sonrío al ver una respuesta tan rápida. Miro al reloj, todavía queda mucho para poder verla. Abro su foto de perfil para observarla, es una que nos tomamos hace un par de semanas. Sale preciosa en ella, con el pelo rubio suelto, cayéndole por los hombros hasta debajo del pecho. Lo tenía muy ondulado ese día, aunque de normal se lo alisa o se lo recoge, a pesar de que le diga que le queda muy bien ondulado. Sus ojos castaños están algo cerrados debido a su gran sonrisa, esa sonrisa que cada vez que la miro me hace sentir mil cosas diferentes.

Apago la pantalla. No puedo estar teniendo estos pensamientos. Pero... es normal, ¿no? Es preciosa, por lo que es completamente normal que sienta algo sobre ella. ¿Quién no lo haría? Y el resto de sentimientos es puro amor hacia mi mejor amiga. Amiga



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Editado: 02.06.2018

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