Su sonrisa por navidad

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—Anímate cariño, ya vendrán otros amores, eres joven y te falta mucha gente por conocer —mi madre me consuela.

Estoy llorando tanto, hoy es veinticuatro de diciembre, ya casi es navidad y no se nada de Diego; pase casi quince días enferma, todo ese tiempo la pasé pasé casa ya que soy joven y no tuve complicaciones; pero mi mayor dolor es estar sin él; quizá solo fue mi novio porque fui yo quien lo busque, quizá solo anduvo conmigo por lástima, no se, ya no se que pensar.

En navidad ya no creo, no creo en nada de eso; le pedí santa su sonrisa por navidad y no lo tengo ni a él.

Mis padres y yo fuimos a su casa y no había nadie o quizá simplemente no quisieron abrir. Me duele tanto el corazón que quiero gritar de dolor.

—¿Qué tal si nos ponemos hermosas y esperamos la navidad despiertas? —propone mi madre.

—La navidad es simplemente un día más de un mes más de un año más —respondo con dolor—. Madre, ve tú, disfruta con mi papá y mi hermano, yo solo quiero estar sola, por favor.

—Bien, igual no nos aceptaremos hasta que sean más de media noche, si necesitas algo me avisas —veo a mi madre salir muy triste de mi habitación.

Jamás nadie pensó que una ruptura de un noviazgo tan corto de afectará tanto, pero es inevitable, ni siquiera es una ruptura, porque no se ha dignado de enviarme pero ni un solo mensaje diciéndome que terminemos.

Me hago un ovillo en la cama y me quedo dormida entre mi llanto. Escucho los gritos de la alegría porque ha llegado navidad, veo mi teléfono y son las doce, suspiro profundo, esto simplemente no pudo ser peor.

—Hija, feliz navidad —entra mi mamá sonriendo.

—Eso no existe, ya te lo dije —le reprocho.

—Bueno, cambiaras de opinión cuando mires el regalo que te ha traído Santa —habla sin borrar esa sonrisa de gato travieso.

No tengo ganas de nada, pero mi madre insiste tanto que no me queda de otra que ir.

Me pongo mi albornoz para no salir a la sala con pijama. Camino de mala gana pero me detengo estupefacta cuando veo sentado en el sillón a Diego, él me mira se pone de pie, me mira y yo lo miro, reacciono y me le dejó ir a golpes, lo golpeó fuerte mientras lloraba de enojo y dolor.

—Eres un… eres un… te odio —le grito llorando.

—Yo te amo —habla mientras me agarra de las manos para que me calme.

—¿Por qué te fuiste?

—Porque tuve un problema de salud, mis papás no pudieron desbloquear mi teléfono para avisarte, pero creo que valió la pena estar en el hospital porque de ahí, te traje un regalo —me explica y al verlo, veo como si quisiera llorar, cosa que es raro porque antes, tenía una mirada tan neutra.

—¿Qué me has traído? —cuestiono.

De su rostro sale una sonrisa pero una sonrisa que pronto cambia en llanto, inmediatamente vuelvo a llorar y nos abrazamos.

—Te he traído mi sonrisa y todo mi amor como regalo de navidad, quiero casarme contigo cuando salgamos de la universidad —habla entre el llanto.

—Perdóname, pensé que no me amabas —me disculpo mientras mi corazón duele de amor.

Nos sentamos y entre el llanto me explica todo lo que le sucedió y la manera en que se vio obligado a someterse a la cirugía que le recuperó el movimiento en su rostro.

Esta no fue la navidad que esperaba, pero sin duda, fue la mejor navidad de todas, la navidad que necesitaba.

Ahora si creo en el poder de la navidad, en lo hermoso de creer en algo como esto.

 

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En el texto hay: deseos, navidad, amor

Editado: 09.12.2021

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