Alara temía por la seguridad de sus protegidos, temía por la integridad del pasillo que estaban recorriendo y no sabía que esperar de la oscuridad que los rodeaba. Sentía ojos observándolos, pero no podía encontrarlos. Llegaron a una oscura encrucijada, sus linternas alumbraron el lugar mientras el profesor seguía instalando dispositivos en las paredes y el suelo. En el centro de la intercepción había un mosaico en el suelo. Un sith estaba rodeado de criaturas de la Fuerza siendo venerado como un dios. Uzuri se arrodilló en el suelo para ver de cerca los detalles mientras usaba un pintoresco pincel para quitar el polvo. Tori se agachó a su lado para mirar el mosaico mientras ellos hacían guardia.
“No parece haber evidencia de una batalla en este lugar.” Dijo al aire Lira.
“Eso estaba pensando.” Respondió con prestancia Alara.
“Todavía no puedo quitarme la sensación de que estamos siendo observados…” Agregó pensante Athos mientras cerraba los ojos.
Alara notó movimientos en las sobras, estaban rodeados. Alguien la embistió hacia un pasillo mientras perdía de vista a sus protegidos. Se puso de pie de un salto para encontrarse frente a la misma sith que había conocido sobre Anaxes.
“Vaya, vaya…” Dijo divertida la sith mientras sus sables iluminaban sus alrededores. “Quien iba a decir que iba a encontrarme con una pequeña jedi en este lugar olvidado por la galaxia… ¿Dónde está ese muchacho hermoso que te sigue para todas partes? Tengo una deuda con él…”
Alara apretó su sable mientras escuchaba el sonido a batalla que venía de la encrucijada.
“¿Qué estás haciendo en este lugar, sith?” Preguntó en voz alta.
“Paseando un poco.” Dijo divertida Madari. “¿Por qué me esquivas la pregunta, jedi?”
Alara atacó primero, su sable fue detenido por uno de los de su contrincante. La sith giró para atacarla con su sable libre. Se agachó para que el sable corte la pared mientras ella daba medio paso al costado y daba un barrido hacia sus piernas. La sith saltó para impulsarse con la pared y atacarla con ambos sables. Alara los bloqueó con los filos del suyo mientras escuchaba a Lira gritándole a Athos. Usó todas sus fuerzas para desviar los sables de su enemiga y empujarla con su telequinesis contra la pared. La sith sonreía divertida mientras sus ojos brillaban en la oscuridad. Sus sables chocaron incontables y se separaron al sentir un temblor. La sith era ágil y precisa, todos sus ataques eran violentos y solo había podido golpearla un par de veces con su bakuuni.
“Ese padawan tuyo era mucho más interesante que esto, maestra.” Dijo divertida Madari. “No quiero imaginarme como es en la cama.”
Alara no iba a caer esa trampa.
“Ah, son tan aburridos.” Dijo jocosa Madari. “¿Qué estarán haciendo esos padawans?”
Alara miró al costado preocupada para que la sith desapareciera en la oscuridad. Ella también podía hacer lo mismo, pero en lugar de perseguir a su enemiga, corrió hacia sus protegidos. La familia iba siempre primero. Lira estaba peleando con tres siths. Tenían trajes negros y no podía ver sus caras, sus sables eran rojos. Tori estaba parada frente al profesor lista para pelear. Athos no estaban por ningún lado. Aprovechó la situación para derrotar a uno de los asesinos con un fuerte golpe de telequinesis. El asesino cayó inconsciente contra la pared que había golpeado.
“¿Dónde está Athos?” Preguntó con seriedad Alara.
“No lo sé, desapareció en el medio de la pelea…” Respondió ofuscada Lira para esquivar un sable y bloquear otro.
Alara distrajo a un asesino para darle un poco de espacio a Lira. Su sable bloqueó los movimientos del asesino mientras Lira saltaba a un lado para bombardear a su oponente con cada una de las piedras y peñascos que había en el lugar. Alara siempre había querido aprender esa técnica. El sith que tenía enfrente preparó un relámpago, sus manos terminaron apuntando hacia Lira. Alara saltó entre ellos para recibir el relámpago con sus manos. La electricidad se disipó con una crepitante descarga a su alrededor. Ella también había estado entrenando. Lanzó su sable mientras corría hacia su enemigo que, distraído por el mismo, recibió su patada de lleno. Alara escuchó las costillas del sith romperse. Su enemigo estaba inconsciente en el suelo. Lira estaba danzando entre los ataques del asesino, cosa que solo podía hacer por haber entrenado con Shin por tanto tiempo. Sus sables se bloquearon, pero una roca que cayó del techo se disparó directo a la nuca de su rival. Su casco se partió al medio cuando cayó al suelo. Ambas corrieron hacia Tori y el profesor.
“¿Están bien?” Preguntó agitada Alara.
“¿Cuándo aprendiste a absorber rayos?” Preguntó sorprendida Lira mientras giraba para revisar la encrucijada.
“Empecé a entrenar con Kysho después de pelear con Rohus…” Dijo con seriedad Alara.
“Maestra, ¿Estás bien?” Preguntó preocupada Tori.
“Nada que lamentar, padawan.” Respondió con prestancia Alara.
Un temblor interrumpió al profesor, que estaba a punto de agradecerles por la protección. Tori los movió a un lado mientras el techo se desmoronaba sobre ellos. Athos apareció cubierto de polvo con algo entre las manos. Alara quería gritarle, pero ahora era una maestra. Ocultó su enfado mientras revisaba a Lira con la mirada.
“Athos.” Dijo al aire sin poder mirarlo. “Voy a decir esto una sola vez…” Agregó mientras se giraba. “Nunca dejes a tus compañeros a su suerte.”
“Mis disculpas, maestra.” Dijo con seriedad Athos mientras ofrecía la tablilla que tenía entre las manos. “La sith estaba en busca de esto…”
“Eso importaría muy poco si tu hermana o compañeros estuvieran muertos ahora. ¿Crees que eso vale lo mismo que tu hermana?” Preguntó ofuscada mientras tomaba la tabilla para dársela al profesor. “Pusiste en peligro tu misión por una corazonada que podríamos haber seguido cuando no estuviéramos en peligro.”
Alara recordó a Shin, ya que había estaba confundido por el comportamiento de Athos la mayoría de las veces que habían trabajado juntos.
“Esto es magnífico…” Dijo asombrado el profesor para interrumpir su regaño. “Esta tablilla nombra a Freedon Nadd.”
El profesor estaba mirando la tablilla con una lupa bajo la linterna de Tori. La tablilla no parecía ser lo que estaban buscando los siths, ya que su presencia no era oscura.
“Está escrita en Sith, el lenguaje. Esto ya nos va a dar una partida más grande para exploración…” Agregó Uzuri.
“Debería estudiarla más tarde, profesor. Todavía estamos en peligro.” Dijo al aire Alara. “Todavía no terminé contigo, Athos.”
Lira sonrió divertida para pararse a su lado mientras el jedi miraba hacia otro lado.
“Me recuerda a la vez que Shin lo mandó a reparar el mercado de Anchorhead…” Dijo divertida la jedi. “Tori, estoy orgullosa de ti, seguiste mis instrucciones al pie de la letra.”
“¿Esos eran siths?” Preguntó con cuidado la padawan.
“Exactamente, Tori.” Dijo pensante Alara mientras miraba a sus inconscientes enemigos. “Movámonos con cuidado.”
Alara ya no sabía si podía confiar en sus sombras.